Denki podía contar la historia de sus lentes por las veces que su mejor amigo los había roto.
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El primero en darse cuenta fue Sero, luego Ejiro, luego Bakugo y al final Aizawa sensei; después siguieron los demás: Mina, Ochako, Tokoyami y Kyoka, y luego Midnight, Vlad sensei y con él Monoma.
Pero no importaba el orden, porque todos se percataron de la misma forma que Denki Kaminari era más miope que los ratones ciegos de Shrek.
Al principio solo era el rubio pegando la nariz al cuaderno para poder escribir, después fue cambiarse a los asientos delanteros para poder ver la pizarra, y al final, ni siquiera poder leer un cartel lejano sin que las letras se vieran borrosas y la cabeza le doliera.
No tardó mucho tiempo en ser enviado al médico y después al optometrista, saliendo con un par de lentes nuevos una semana después y la risa de su mejor amigo por el reto del mes.
— ¡Vamos, deja de reírte!
— No puedo —confesó Shinso, mordiéndose el labio para no soltar la carcajada que siempre le provocaba ver a Denki con su par de anteojos redondos.
— Aún me ofende que siendo mi mejor amigo fuiste el último en darte cuenta —le reclamó.
— Hemos convivido desde niños juntos, siempre pensé que era normal que pegaras la cabeza al televisor para ver pokemon.
— Pues mira, genio, ahora estoy ciego porque nunca me detuviste.
— ¿Ah, ahora esto es mi culpa?
— Si, mal amigo —le arrojó una almohada que Hitoshi esquivó, antes de arrojarle otra directamente a la cara.
Una infantil y desordenada pelea de almohadas comenzó en su habitación, donde corrían por toda la habitación de rubio esquivando muebles y saltando sobre la cama para no ser víctima de los esponjosos misiles.
En algún momento, Kaminari dejó a un lado sus provisiones y se arrojó directamente hacia su mejor amigo, derribándolo sobre el colchón y persiguiéndolo por todo el cuarto cuando logró levantarse solo para taclearlo o subirse a su espalda como lo hacía desde que eran niños
Sin embargo, ambos se olvidaron de un pequeño detalle que no estaba cuando eran dos pequeños infantes descuidados y ruidosos.
Así que definitivamente se sorprendieron demasiado cuando en una de sus caídas, los lentes de Denki salieron volando por la ventana de la habitación y se estrellaron mortalmente contra la acera, asustando a un gato y un niño que pasaban cerca.
— Bueno... no sabía que eso podía pasar.
— Tu se lo explicarás a tu mamá...
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