IX. Darth Vader me quiere en el lado oscuro

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DÍA 9
OMEGAVERSE

Hitoshi es un gran alfa. Denki... bueno, Denki no sabe como ser un omega.

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Nidos. Aquellas construcciones de almohadas, prendas y mantas que los omegas hacían para sentirse cómodos y seguros durante ciertos lapsos de tiempo.

Desde un círculo sobre la cama, hasta un cuadrado ocupando media sala.

Hitoshi nunca entendió la finalidad e importancia de un nido hasta que Monoma casi se le echa encima por tomar una camiseta suya que formaba parte de ese óvalo de prendas, almohadas y peluches que rodeaba su cama.

En el colegio le habían enseñado sobre el sentido territorial de los omegas sobre sus nidos, pero también le habían dicho que muchos ni siquiera tenían la necesidad de tener uno o solo lo hacían cuando esperaban un bebé y querían sentirse seguros, por eso jamás le tomó mucha importancia.

Había crecido con Neito desde que tenían cuatro años, queriéndose como hermanos biológicos y peleando como marineros sin dignidad, así que había aprendido un poco -o mucho- sobre la casta del rubio, a base de experiencias y mordidas, pero con buenas enseñanzas y moralejas que hasta el día de hoy llevaba fuertemente grabadas.

Monoma como omega hacía nidos desde pequeño, eran menos íntimos que ahora pero le servían como un lugar donde se sentía seguro para jugar o dormir y jamás le prohibió a Shinso entrar en el o incluso modificarlo. Sin embargo, mientras más crecía sus nidos se hacían cada vez más privados, creados para pasar sus días de celo o sentirse menos incómodo antes de que esa temporada llegara; y por supuesto, la libertad del alfa también se vio afectada.

Al crecer con un omega como lo era el rubio, Hitoshi tuvo que aprender y seguirle el paso sin pensarlo, y aunque al principio solo lo hizo por entender un poco a su mejor amigo, ahora lo agradecía eternamente, pues después de unos meses de conocer a Denki Kaminari se dio cuenta que el hiperactivo rubio no sabía como carajos ser un omega.

Y no es que él estuviera a favor de los estereotipos o creyera que Kaminari debía de actuar de otra forma contraria a su personalidad, pero su torpeza ante cosas normales de su casta era tan evidente que le hacían pensar qué tal vez nacieron en el cuerpo equivocado.

— ¿Por qué estás tirado en el piso? —preguntó, después de llegar a la casa de su amigo y verlo acostado sobre la alfombra de su habitación con una pila de ropa al lado de su cabeza.

— Estoy pensando en mi testamento.

— Ah... ¿me incluirás?

— Si, te deje mi galleta con forma de Jhonny Depp; cuídala bien, por favor.

— ¿Sigues conservando esa cosa? —hizo una mueca, intentando no pisarlo al pasar y dejar su mochila sobre la cama.

— Es un objeto valioso.

El mayor suspiro, se acuclilló junto a su amigo y lo vio suspirar, de la manera más deprimente que un mocoso hiperactivo lo pudiera hacer.

— Ya, dime, ¿que te pasa?

— Moriré.

— ¿Alguna razón en específico?

— La naturaleza lo quiere así.

— Bien, señorito naturalista, ¿por qué estás tan deprimido?

— ¡No lo se! ¡Dios me está llamando, la oscuridad me invade! ¡Darth Vader me quiere en el lado oscuro!

SHINKAMI MONTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora