Y ahí estaba Victoria, la gran Victoria Sandoval, o al menos así era conocida por toda la gente a pesar de que después de su divorcio ese apellido ya no le correspondía, bajo las escaleras haciendo resonar sus tacones, vestida de una manera que solo la reina de la moda lo podía hacer, se veía totalmente armoniosa y elegante, bajaba con un semblante de hierro y una hermosura que sorprendía a cualquiera...
M: ¿Te vas?
Una joven de cabello negro y piel blanca apareció de repente con un tazón de palomitas entre las manos, el tono en el que hablo no le gusto a Victoria para nada... María es su hija mayor, acaba de cumplir los 18 años, era hermosa e inteligente, la hija que tanto soñaba Victoria, quien la hizo la mujer más feliz del mundo el día de su nacimiento, perfecta ante sus ojos aunque bastante rebelde cuando se lo proponía, y justo de unos meses para acá se lo había propuesto
V: Si, tengo un compromiso está tarde— terminando de bajar las escaleras
M: Un compromiso con ese maldito hombre, ¿Verdad?
Victoria suspiro, que difíciles se estaban poniendo las cosas con sus hijas últimamente, sobretodo con María
V: Heriberto se llama, y si, tengo planes con el— dijo abriendo su bolsa para sacar algo— les voy a dejar esto a Fernanda y a ti para que ordenen algo de comer o pueden pedirle a Rosa que les cocine algo...
M: ¿Es enserio que te vas?
V: María, no se que te sorprende, tengo derecho también a salir, además muy pronto Heriberto...
M: ¡Estás siendo ridícula, mamá! ¡¿Por qué quieres jugar a la adolescente?!— interrumpio
V: ¡No me grites María! Tu no tienes derecho de hablarme así— viendo a Fernanda bajar rápidamente las escaleras, al parecer alertada por los gritos
F: ¿Mami, vas a salir?
M: Si, Fer, nuestra mamá se va a su espectacular cita romántica— dijo con burla
F: Pero yo creí que hoy estarías toda la tarde en casa... María y yo vamos a ver películas, creí que tú también las podrías ver con nosotras...
Fernanda, de 17 años, era algo diferente en carácter a María, ella llegó para completar la felicidad de Victoria, era dulce, cariñosa, la hija perfecta de cualquier mujer, la muñequita de la Reina que, aunque también era un poco rebelde, era más sentimental, más amorosa, más sensible, adoraba a su familia y al igual que su hermana se habia visto muy afectada con la separación de sus padres
V: Hija, no estaré fuera por mucho tiempo, cuando vuelva podremos hacer algo ¿De acuerdo?— viendo con amor a Fernanda
M: No te ilusiones, Fer, que ya sabemos que mamá pasara todo el día fuera aunque diga que no, pero yo no me quedaré aquí sin hacer nada— dirigiéndole una mirada furiosa a Victoria— mi papá vendrá por mi en un rato más
V: Tu nunca me pediste permiso para salir con el, María.
M: No creo que deba hacerlo, al fin de cuentas es mi papá y claramente también tiene derechos sobre mi
V: Pero no olvides que aún vives en mi casa y aquí hay reglas, no me importa si es tu papá o no, debes pedirme autorización
M: Si, tienes razón, vivo en tu casa que tal parece ahora también es de tu tonto novio, pero muy pronto dejara de ser asi— dándose la vuelta para subir con fuertes pasos a su habitación
Victoria apretó los dientes y suspiro para no subir tras ella y darle una paliza, estaba harta de cada uno de los desplantes de su hija, la adoraba pero ya la situación se estaba volviendo insoportable y tendría que poner una solución antes de que fuera tarde y su hija se le subiera a las barbas... Pero no ese día, sería otro, ese día tenía otro asunto.
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•𝐃𝐞𝐬𝐭𝐢𝐧𝐨.
FanfictionDicen que cuando alguien cercano a ti muere una parte de tu alma viaja con el, se fuga y entonces de pronto te sientes perdida, vagando incompleta en un lugar donde todo te parece totalmente desconocido... Y ¿Puede seguir la vida después de perder a...