14

7.1K 367 183
                                    

CAPITULO 14

«Casi un beso»

ANDER

¿Quise besar a Alai? ¿Quise tocar sus labios estando comprometido? ¿Quise arruinar mi relación por esa estúpida curiosidad que tenía por sus labios? No podía creer a qué límite llegué y no podía culpar al alcohol porque tampoco estaba tan ebrio, solo algo mareado, pero consciente. Lo peor de todo era una pequeña voz en mi interior gritándome lo basura que era con Nat y que ella se merecía alguien mucho mejor, lo cual lo reconocía y aceptaba, pero odiaba esa idea.

Quise irme a dormir, pero no lo lograba; daba vueltas en mi cama buscando comodidad. Mi cabeza solo tenía a una persona: a Nat. No pude resistir ni un poco más y la llamé sin respetar su horario de sueño, pues eran las cuatro de la madrugada. Dio cinco tonos y al sexto escuché su dulce voz somnolienta desde el otro lado de la línea. Por un momento obtuve un poco de calma al sentirla cerca de alguna forma.

—¿Diga? —No respondí, en mi garganta se formó un nudo enorme—. ¿Ander?

—Sí...

—¿Qué sucede, cariño? ¿Qué haces despierto tan tarde? —De nuevo no contesté, mis ojos se cristalizaron y mis labios comenzaron a temblar—. ¿Amor, te encuentras bien? Me preocupa esta llamada.

—¿Cuándo vuelves? —me atreví a preguntar. Jamás me había sentido tan afligido como ahora, era un sentimiento tan desagradable, una mezcla amarga y agria.

—Creo que es muy pronto para preguntar eso... —La oí reírse—. ¿Me extrañas?

—Me haces falta. Vuelve, por favor. Te necesito.

—Aguanta un poco... Ya regresaré, ¿vale? —Una vez más hubo silencio, pero duró tan poco porque empecé a llorar y aunque quería aguantarme no pude, solo se me escapó y no había manera de pararlo—. ¿Ander? ¿Estás llorando, amor?

Hice un esfuerzo tan grande y me tragué las lágrimas. Ya hice mucho daño a Nat sin que ella lo supiera, no iba a molestarla sabiendo que necesitaba ocuparse únicamente de su padre. Mi único deber era enfocarme en mi relación, casarme cuanto antes y ser un buen esposo para ella, no tenía que desviar mi camino por nada ni nadie.

—De acuerdo... —contesté por fin—. Te voy a estar esperando. Lamento por preocuparte, solo quería oír tu voz.

—Te amo, cariño. Llama cuando desees.

—Regresaré a la cama... ¿Mañana hablaremos?

—Por supuesto. Te estaré llamando eso de las diez después de llevar a papá a control médico.

—Va. Adiós... Te amo.

—Te amo un mundo.

Colgó y supuse que se fue a dormir otra vez. En cambio, yo me quedé con el teléfono en la oreja aun escuchando el tono repetirse una y otra vez. Mis ojos abiertos parpadeaban poco mientras recordaba el casi beso... El beso que pudo pasar con Alai. El casi beso que pudo arruinar todo lo que construí en tan poco tiempo.

Me puse de pie y me dirigí al baño para darme una ducha con agua fría, tenía que sacarme la peste de la mezcla del alcohol, sudor y, sobre todo, para pensar con claridad porque no lo estaba haciendo. Después de ducharme me quedé observando mi reflejo en el espejo, tenía severas líneas por debajo de los ojos y eso solo significaba una sola cosa: nervios. Me estaba torturando con el pensamiento de casi haber engañado a Nat, me ponía a imaginar múltiples escenas donde la engañaba, donde ocultaba toda la verdad, donde ella me dejaba por imbécil. Cerré los ojos y me maldije por dentro. Yo era una mierda andante.

Mi última oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora