Sin vuelta atrás

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La escena, sino fuese por lo vergonzosamente familiar que le resulta, habría hecho reír a Harry a carcajadas. Esta vez ha sido el turno de Ron, durante el desayuno, de levantarse de golpe de la mesa de Gryffindor cuando Malfoy y sus amigos han entrado en el Gran Comedor seguidos por los alumnos de Durmstrang que suelen sentarse con ellos en la mesa. La única diferencia es que, antes de atravesar la sala a grandez zancadas, Ron ha sujetado a Hermione del brazo, llevándola consigo. Harry, por supuesto, ha salido corriendo detrás de ellos, asustado y divertido a partes iguales al ver a Ron plantarse, como él, delante de Malfoy y cuestionándose si el brebaje de los gemelos no consiste realmente en hacer que se extiendan invitaciones a Malfoy o a los chicos de Slytherin que peor les caen. Sus temores, no obstante, son infundados.

—Hola, yo me llamo Ron Weasley. —Ron extiende la mano hacia Viktor Krum que, sorprendido, se la estrecha a la vez que mira de reojo a Hermione, sin comprender qué ocurre—. Hermione es mi mejor amiga y me habría gustado haberle pedido antes que viniese al baile conmigo, porque... bueno, que venga conmigo al baile es algo que no sabía que quería hasta ahora, pero resulta que va a ir contigo. Y tú... bueno, yo te admiro un montón y me gustas muchísimo. No te conozco, claro, pero si quisieras venir al baile conmigo, podría hacerlo. —Harry sabe exactamente el momento en el que el brebaje deja de hacer efecto, porque Ron coge aire con fuerza, y de pronto parece muy arrepentido.

—Al final va a ser cierto que todo el mundo tiene una lista —murmura, disimulando una carcajada, Greengrass—. Aunque, desde luego, unos la nutren más que otros.

—Un momento, ¿eso se puede? —pregunta Parkinson, que mira a los Gryffindor que han invadido su mesa una vez más con cara alucinada, que debe ser un reflejo de la de todos los presentes, incluido Harry, que mira alternativamente a Ron y Hermione, violentamente sonrojados.

—Bueno, nadie dijo que las parejas debieran ser heterosexuales, ¿no? —dice Nott, apartándose el flequillo de los ojos para no perder detalle de la situación.

—Harry, dime que no he hecho lo que acabo de hacer y que no está media mesa de Slytherin comentando la jugada —ruega Ron, cada vez más colorado, soltando el brazo de Hermione.

—Mis amigos Dean y Seamus van a ir juntos, como una cita, así que.... —dice Harry, no obstante, apoyando el argumento de Nott, temiendo haber malinterpretado la situación y que Malfoy en ningún momento se haya planteado ir con él al baile.

—Claro que sí. Y Draco y Potter van a ir juntos también, pero siguen siendo dos —responde Parkinson. Harry no consigue reprimir del todo una complacida sonrisa triunfal al oír esas palabras—. Esto es más una cuestión de números y Krum tiene que abrir el baile. ¿Cómo va a bailar con dos personas a la vez?

—Yo con tal de ver la cara de Dumbledore y Snape cuando los vean entrar, me conformo —dice Zabini, con una sonrisa sardónica.

—No te ofendas, Granger, en realidad le puede la envidia —dice Malfoy ácidamente—. Después de que yo la dejase tirada, lo intentó con Krum, pero ya lo habías pillado, aunque no quiso decirnos quién eras.

—Es que se suponía que era un secreto —admite Hermione en un susurro avergonzado.

—Basta. —El fuerte acento de Viktor Krum se impone a todas las demás conversaciones, que han empezado a multiplicarse—. Creo que deberíamos continuar conversaciones en privada. —Con un gesto cortés, indica a Hermione, que asiente, tan sonrojada que podría iluminar la sala ella sola, y a Ron, cuyo inicio del cabello es indistinguible de su frente, que lo sigan y sale caminando con torpeza del Gran Comedor.

Harry se queda de pie, junto a la mesa de Slytherin, sin saber bien qué hacer ahora que sus amigos se han marchado. Malfoy se levanta también y abraza a Parkinson, que lo mira con una sonrisa y le susurra algo, a lo que él asiente. Harry aparta la mirada, turbado y sintiéndose un intruso. Es la primera vez que ve a Malfoy hacer un gesto así en público con sus amigos, pero no sabe si es porque no ha sabido fijarse o porque, como el hecho de hablar de fascismos muggles, es un cambio reciente. Y la curiosidad de querer saber más detalles le inunda, deseando poder hacerle preguntas directas y sin los sobreentendidos a los que el otro chico parece estar acostumbrado.

Yule Ball [Drarry - Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora