Joder, mamá

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Danielle

-¿Qué creías que estabas haciendo?- bociferó mi madre.

Agaché la cabeza, intentando no montar una escena en la comisaría.

-Borracha y en una propiedad privada- murmuró- esto es increíble.

-Solo intentaba divertirme con mis amigos- me justifiqué.

-¿Con tus amigos?- se carcageó irónica- Ah, los que te abandonaron cuando llegó la policía, ¿no?

Las lágrimas amenazaron con inundar mis ojos.

-Danielle- me dijo- no me hagas reír, desde que llegamos a Phoenix solo los idiotas a los que llamas amigos son lo suficientemente estúpidos como para acercarse a tí, lo único que haces es causarle problemas a todos.

No sé que estoy haciendo. Nunca hago nada. Solo causo problemas. No soy capaz de hacer un mísero amigo. Nadie quiere acercarse a mi.

Joder, mamá, eso ha dolido.

...

Rachel abrió la puerta de madera bruscamente haciendo retumbar la entrada por completo.

Se notaba que estaba enfadada.

-Esto no puede seguir así- me regañó.

-Eli y Will duermen- le recordé para que bajara la voz.

-Te irás a estudiar fuera- me ignoró.

-Eso si que no- negué- no pienso dejar solo a Will.

Segundos después llegó el mencionado a la cocina.

-¿Estáis haciendo una reunión familiar sin mí?- bromeó mi hermano mientras se servía un vaso de agua.

-Danielle no quiere irse a estudiar porque está preocupada por tí- se chivó mi madre.

-Tonterias- tosió Will- Estoy perfecto- mintió.

-Y una mierda- le dije mostrándole mi dedo corazón. Odiaba cuando fingía.

Le pedí a mi gemelo que volviese a dormir y me dispuse a volver a contradecir a mi madre.

-No puedes estar todo el rato pegada a tu hermano- gruñó enfadada.

-Perdona- dije sarcástica- Yo no soy de las que dejan solos a la gente cuando peor están.

La furia inundó su mirada, no debería haber recordado aquellos años, sabía que siempre se había preoucupado por nosotros incluso cuando no estaba allí.

Me había pasado.

-Hasta que no cumplas los veintiuno y estés viviendo bajo mi techo, harás lo que te diga, así que empieza a hacer tus maletas que mañana ya te habrás ido.- finalizó dolida.

Bufé, me lo había ganado a pulso.

Rasqué el tatuaje en mi antebrazo e hice mi última petición mientras miraba los hilos del sofá fingiendo desinterés.

-¿Puedo ir a estudiar a California, al menos?- dije.

-¿Qué se te ha perdido en California?- preguntó mi madre.

Sin embargo no hizo falta que le respondiese, pereció recordar la razón instantes después.

Comprendiéndome, asintió con la cabeza. Tenía permiso para ir a estudiar a Colsan.

...

Cuando llegué al porche blanco con mis maletas, pasé por delante de mi madre sin dirigirle la mirada siquiera.

Era demasiado orgullosa para disculparme.

Besé la mejilla del marido de Rachel situado junto a ella .

Choqué puños con Eli, mi medio hermana.

Y abracé a mi gemelo.

-De verdad- me aseguró Will mientras me estrechaba entre sus brazos- estoy bien.

-No te separes del chucho ese- le pedí sin hacerle caso- Cuidará de ti.

William rio como respuesta.

El golden retriever a los pies de mi hermano y junto al sillón de cuero gruñó casi notando que hablamos de él.

Dios, ese perro verdaderamente me odiaba.

Gruñí de vuelta a Whiskey haciendo que Elisabeth riera y bajé los escalones hasta llegar al jardín.

Una vez me dí la vuelta, cambié la expresión de mi cara.

No más lloriqueos. Desenvolví un chupa chups y lo coloqué entre mis dientes.

California, prepárate.

El diablo en persona está apunto de llegar.

Solo una rubia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora