Capítulo XXI

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Narra: Souya Kawata.

No comentaré nada al respecto.

Debo decir que todo se puso algo aburrido, este día aunque estoy vestido así, se siente muy diferente, como si nada tuviera sentido. Rindo me invitó a salir, puedo decir que sonó como una cita, pero no me emociona pensar en eso, es extraño, él es extraño.

En cuanto salimos del colegio fuimos directamente hacia la casa de rindo, ahí pude cambiarme por fin, él tiene ropa muy cómoda y abrigada. Prestándome hasta botas de invierno, fue que me vestí de pies a cabeza, el aroma a limpio y del perfume delicioso de rindo es algo de lo que soy adicto. Hiko nos hizo de comer ramen sin caldo, algo sencillo y liviano para un día así de gris, luego de comer y de ayudarla a lavar lo usado, rindo me pidió que por favor faltara a clases, lo cual no pensé dos veces y directamente dije que si, necesito un descanso del colegio, de la familia y de todo.

Estoy pensando mucho en lo de anoche, el como me reencontré con mi madre y el como esta me dejó bien en claro que nunca me quiso, es un peso menos, no debo preocuparme por si ella está bien o por verla, como hacía antes, ahora simplemente, si es que la vuelvo a ver, la trataré como alguien que no conozco, porque así es ella conmigo, el único problema es cómo y cuándo se lo diré a nahoya, porque estoy seguro de que él no querrá que vuelva a pisar la casa de rindo si es que ella está ahí.

Dejando eso de lado, mejor dicho, dejando todo de lado, estoy cansado física y mentalmente, hoy solo quiero dormir, por suerte es viernes así que podré descansar un poco, supongo, si es que rindo me deja solo un momento, duele pero aveces es muy intenso.

Siempre es mejor la soledad. Aunque amo mucho su compañía.

Adelantemos esta parte, me pondré a llorar si hablo mucho.

Las horas pasaron velozmente, el día refrescó bastante, las nubes grises dieron paso a la suave lluvia de invierno, caminé junto a él bajo un pequeño paraguas color celeste; no quiso molestar a su hermano con llevarnos, según él, los pequeños momentos en donde estamos tranquilos son los mejores, porque podemos hablar sin molestias de por medio, y tiene razón, es relajante charlar a gusto bajo la lluvia, tomarlo de la mano, entrelazar nuestros dedos, de vez en cuando acariciarlos levemente, sonreir como dos idiotas cada que conectamos miradas, las risitas que suelta cada que me comenta sobre algo que le interesó, sus continuos halagos hacia mi, ese bello rubor en sus mejillas y orejas que lo delatan tanto.

Suspiré despacio, sintiendo una paz enorme en medio del pecho, mirándolo fijamente sin ninguna vergüenza, tapé con dulzura la punta de su nariz con la bufanda marrón claro que lleva puesta, él me mira otra vez, desviando su vista casi al instante.

Amo verlo así, amo tenerlo para mi, amo todo y cada parte de él, su persona y personalidad, lo amo.

-- Rin, ¿A dónde iremos?-- Le pregunté por lo bajo, prestando suma atención.

Él solo se rió, para luego contestar con media sonrisa

-- No tengo ni idea. Te dije que no sería nada especial.-- Negó moviendo su cabeza hacia los lados.

-- ¿Tienes algo qué decirme?-- Cuestioné extrañado.

Si es lo que estoy pensando, entonces me prepararé para la propuesta.

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