Capítulo XXIV

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Narra: Souya Kawata.

Sabía que él estaba atrás mío, pero igual dije lo que dije, y al parecer me creyó todo eso.

—– Sé que insisten con que te expreses, pero creo que te pasaste un poco.—– Dijo incómodo keisuke.

—– Cállate, esto es interesante, el haitani se fue con el corazón roto, souya, nunca creí que fueras capaz de lastimar a alguien.—– Bromeó su amigo de cabello plátano.

Solo caí al piso, sentándome y abrazando mis piernas con fuerza, solté mi llanto por fin.

—– Me duele, me duele mucho...—– Murmuré apretándome el pecho.

—– Angry... No debería meterme en este asunto, si dijiste todo eso es por algo, sé que tu no eres así, ¿qué te incitó a decir todo eso?—– Me preguntó manjiro.

—– M-mikey... T-tenia que ha-acerlo...—– Susurré tratando de dejar de llorar.

—– Bueno, sea lo que haya pasado, si quieres ayuda aquí nos tienes a nosotros ¿Ok? Eres nuestro amigo.—– Me sonrió gentilmente.

Solo asentí, aún sin poder dejar de llorar fue que me levanté y salí corriendo hacía afuera, ya no quiero estar aquí.

Perdóname rindo... No ¿Qué mierda estoy diciendo? Él no tiene porqué hacerlo, si yo fui quien lo hirió y de la peor manera, ahora me arrepiento tanto pero... Era por su propio bien.

Llegué a casa cansado, correr tanto me agobia, solo quiero morirme y dejar de molestar a la gente. Me encerré en la habitación sin saludar a nadie, ni siquiera he comido pero no quiero salir nunca más, me encapsulare en mi propio mundo, como era antes, cuando nadie me importaba y a nadie le importaba.

Me acosté con un fuerte dolor de cabeza, llorando casi a gritos, la piel me arde y pica, me rasco hasta generarme heridas, estoy desesperado, por favor ya mantenme. Intenté ahogar mi llanto con la almohada, siendo imposible, el odio y dolor que siento es tan grande, no puedo controlarlo.

Seguí así durante horas, la noche cayó y con eso mi dolor se fue apenas, lloro en silencio, recapitulando todo lo horrible que dije sobre rindo. No puedo enojarme con él, ustedes lo saben de sobra, y talvez me odien por actuar así, pero hay algo que no saben...

Decidí decir todo eso, por amor, y sí, sé que no fue la mejor manera, pero cuando lo pensé no me pareció tan malo. Les explico, conociendo a rindo, si yo le digo que ya no quiero ser su amigo; básicamente no me dejaría hacerlo, porque no quería perder mi amistad, con eso pensé en varias formas de decirle pero todas iban a la misma conclusión: rindo seguiría conmigo porque no lograría herirlo o hacerlo enojar a tal punto, entonces decidí ir por lo fuerte, denigrarlo hasta nada, y admito que me dolió, más de lo que pensé, pero conseguí quitarlo de mi vida.

¿Qué gano con esto? El que rin esté a salvo, lejos de mí.

Mamá me advirtió sobre los peligros, y realmente no quiero que rindo sufra por mi culpa, aunque ahora lo esté haciendo, prefiero que me odie a tener que ir a visitarlo en una tumba. De todas formas es por su bien.

El golpeteo en la puerta me sacó de mi miserable trance, tal vez nahoya llegó a casa.

—– P-pasa...—– Murmuré acurrucandome más entre las frazadas, no quiero que me vea así.

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