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Ivie Mitchell

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Ivie Mitchell.



Miedo, Crudo y verdadero, es el que estoy sintiendo en estos momentos, junto con una sensación de vacío en mi estómago. Cómo si mis entrañas se redujeran a causa del terror que siento.

El tipo con vestimenta extraña en frente de mi es el causante del temblor y el pánico que se ha instalado en mi cuerpo. Dejándome incapaz de hacer algo para aminorarlo, o incluso salir del estado de parálisis en el que me encuentro. 


¿Pero como se supone que lo haga, si este hombre tan desconocido para mí, ha dicho mi nombre?.


Si, lo dijo, tan claro y  conciso como suena.  Aunque en mi cabeza esté dando más de mil vueltas para pensar, qué, está equivocado y no ha sido mi nombre el que ha pronunciado.

Pero nada me puede engañar, el tipo con mirada retorcida, dijo mi nombre y él me conoce, pero yo no tengo ni idea de quién es él. Se nota en lo descuidada que fui al principio y en las ganas que tengo de hacerme encima por su mera presencia.

Él solo me observa, satisfaciéndose con mi pánico claramente evidente y muy difícil de ocultar.  En estos momentos le ruego a la Ivie odiosa y repelente, que reaccione. Que mandé a este hombre a la mierda y le grite que me deje tranquila. Pero mi lengua se ha enmudecido, incapaz de formular una oración sin antes soltar un balbuceo incoherente y sin sentido.

Mi cráneo golpea a mi cerebro, obligándolo a actuar, obligándome a mover mis piernas para poner cuánta distancia sea posible entre nosotros.

Y lo hago.


Retrocedo un par de pasos. Sin tener realmente una idea a dónde voy a ir, pero mi casa no es una opción posible, ya que el uniformado bloquea mi paso a ella, y estoy segura que no voy a llegar muy lejos sin ser atrapada o atacada por aquel hombre. Obligo a mis piernas a moverse más lejos, pero antes de siquiera intentarlo, choco con algo. Más bien, con alguien.


Sin perder el tiempo, giro tan rápido como puedo para dar con lo que he chocado. Justo en ese momento quedo en shock.

Mi vista se cubre con el panorama de muchos sujetos con la misma vestimenta del hombre que pronunció mi nombre hace unos instantes atrás. Con la diferencia que estos tienen cubiertas las cabezas con una especie de casco de motocicleta pero más pequeño. En sus manos poseen una especie de Vara larga con pequeñas pinzas en las puntas, y no es hasta que uno de los uniformados mueve el artefacto, que me doy cuenta que son una especie de arma de electro shock.

Entonces la resolución me golpea tan fuerte como una roca cayendo en picada.


¡Estos hombres me quieren llevar!, ¡Me van a electrocutar y luego me van a secuestrar!.


Mi interior grita de manera histérica. ¿Qué se supone que puedo hacer?. Aun viendo mis opciones, ellos siguen siendo muchos y yo, solo soy una. No llegaría ni a la vuelta de la esquina con todo el esfuerzo que pusiese.

Proyecto Gaia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora