Enamorada de una desconocida | Supercorp

Capítulo 1

Salí de la cafetería casi tropezando. Ni siquiera me preocupé en ponerme bien el abrigo. Solo pensé en correr para llegar a mi apartamento cuanto antes. Ha sido ver la hora y salir disparada. Incluso dejé tiradas a mis amigas, aunque no creo que les importe.

Lo único que me pregunto ahora es si llegaré a tiempo.

Crucé la carretera sin mirar. Grave error porque casi me atropellan, pero creo que estoy acostumbrada. Muy acostumbrada a que todo esto sucediera en realidad. «Kara Danvers, ten cuidado», solían recordarme continuamente, pero no lo hacía en absoluto.

Cambié de dirección para llegar a mi portal y me detuve abruptamente frente a la puerta. Ahora sí que me puse bien mi gabardina de color canela y luego miré mi reflejo en el cristal para peinar mi cabello rubio con los dedos que había sido despeinado por el viento. Menos mal que llevaba lentillas porque estaba segura de que mis gafas se encontrarían un poco torcidas debido a los bruscos trotes.

Saqué el móvil para visualizar la hora y respiré hondo al darme cuenta de que había llegado en el momento perfecto. No tardé en guardarlo otra vez en el bolsillo y abrí la puerta para adentrarme en el edificio.

Caminé para llamar al ascensor, pero tragué saliva cuando vi que ya estaba funcionando. Mi corazón se descontroló cuando observé que los números bajaban cada vez más y sentí que me faltaba el aire cuando finalmente llegó a cero. Inspiré hondo entre que agité la cabeza para calmar mis nervios y puse mi mejor sonrisa nada más las puertas se abrieron.

—Buenos días —saludé cortésmente mientras me adentro, intentando no sonar tan vociferante.

—Hola —me devolvió el saludo apenas inaudible, sonando más a despedida.

Me di la vuelta y apreté los labios un poco desilusionada cuando abandonó el ascensor. Me hubiera gustado que también me hubiese deseado los buenos días como antes de ayer, pero me convencí de que tenía prisa porque salió rápido; como muchas veces hacía. Aun así, me quedé con su sonrisa perfecta, ese hoyuelo tan característico que le acompañaba y sus ojos verdes y suaves.

Me apoyé en la pared del ascensor y la analicé una vez más mientras se dirigía hacia la salida. Podéis llamarme rara, pero en lo primero en que me fijo en una chica es en su cabello y adoraba el suyo: negro brillante y liso como la obsidiana que se balanceaba por su espalda. Su conjunto con una chaqueta americana negra, falda lápiz de diseño y tacones a juegos le hacían justicia. Podría decir que era bonita, pero me parecía un insulto porque era más que eso.

Las puertas del ascensor se cerraron sin previo aviso. Estaba tan absorta que no me di cuenta. Cuando presioné el botón para abrir de nuevo y verla atravesar el portal, ya había desaparecido. A veces pensaba que podría girarse y pillarme siendo una mirona descarada, pero por suerte eso nunca había pasado.

Dejé escapar un suspiro y presioné nuevamente el botón, pero esta vez para ir a mi apartamento. Y sí. Eso era todo. Había corrido como una loca para un mísero "hola" acompañado de una pequeña sonrisa. Y sí, era así casi todos los días.

Parecía una demente o una acosadora. No juzgaría a nadie si alguien lo pensara ahora mismo. Pero de verdad que estoy cuerda. Aunque me sé los horarios para encontrármela en este mugriento ascensor, no la sigo por las calles ni la acecho hasta su casa ni nada por el estilo. Solo me limito a hacer esto desde la primera vez que la vi.

Todavía lo recuerdo como si fuera ayer.

Yo había entrado en el ascensor cabizbaja, mirando mi móvil porque había estado concentrada en mis cosas. Siempre susurro un "hola" o "buenos días" cada vez que noto una presencia. Pero cuando había recibido el mismo saludo de una voz melosa, por no decir diferente a mis otros vecinos de la comunidad, no había dudado en levantar la vista. Y, nada más verla, había sentido como mis ojos azulados se habían salido de mis órbitas como mi mandíbula se había desencajado. No era por exagerar, pero había tenido que pasar mis manos por mis labios por si había babeado inconscientemente.