Capítulo 4

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Me despedí de mi compañera y salí de la cafetería. Me aparté de la entrada y puse mis manos en los bolsillos de mi gabardina. Miré al cielo y cerré los ojos para sentir la helada brisa, aunque más bien era para contener mis emociones negativas. Me sentía... triste. Quizá decepcionada. O quizá cabreada.

Oh, el contexto es que finalmente era sábado. Y sí, mi vecina me había dejado plantada.

Podéis decir que soy una exagerada por ponerme así, pero recordad que no estoy hablando de una mujer cualquiera y no pude evitar que me afectara. También podéis decir que a lo mejor se le había olvidado y honestamente la habría entendido porque tampoco es que fuera su mejor amiga o pareja.

Sin embargo, simplemente me habría apenado si hubiera sido así, pero si estaba aquí con estas sensaciones era porque sabía con certeza que la pelinegra iba a venir. O eso me había hecho pensar desde un principio.

No saber su nombre quería decir que menos tendría su número de teléfono para verificar si vendría o no, pero vivir en el mismo edificio era una ventaja. Ayer me la había encontrado saliendo del ascensor mientras yo me adentraba y había sido ella quién me había recordado la "cita" de hoy. «Por cierto, mañana a las cinco, ¿verdad? Te veré allí sin falta», había soltado antes de desaparecer del edificio. Entonces no lo entendía.

Abrí los ojos tras dar un suspiro y comencé a caminar hacia mi apartamento. Agarré mi móvil cuando escuché el sonido de la notificación y visualicé el mensaje nada más desbloquearlo. Era mi hermana. Alex había sido testigo de toda mi tarde. Me había deseado suerte, me había atendido cada hora que iba pasando y finalmente le había dicho qué mi vecina no había aparecido en ningún momento.

Apreté los labios cuando vi su mensaje mal escrito pero que conseguí descifrar "quizás le ha surgido un imprevisto, no te sientas mal antes de tiempo". Por supuesto, lo había pensado, pero ¿no aparecer en toda la tarde? El día tiene veinticuatro horas y me había quedado en la cafetería hasta el último segundo. ¿No podía pasar ni para avisarme cuando ella tampoco tenía mi número? Si fuera CEO le habría mandado a alguien. Me había pedido el fin de semana libre para esta ocasión y ahora iba a trabajar horas extras de manera gratuita. ¿No tenía un pequeño momento?

Como última opción, esperé en el portal. No debería después de todo, pero ajá, el amour. Me senté a los pies de la escalera que estaban al lado del ascensor, esperanzada de que Alex tuviera razón; a mi vecina le había surgido algún inconveniente en el trabajo o sobre otra cosa y le había mantenido ocupada hasta tarde.

Pero las ocho se habían convertido en las nueve. Luego en las diez. Minuto a minuto hasta pisar las once. Mientras pasaban las horas, había escuchado música. Me había tomado fotos para mi hermana y que se riera de mí. Había visto como había anochecido a través de los cristales del portal. Había presenciado como algunos de mis vecinos me esquivaban para tomar las escaleras o me saludaban antes de agarrar el ascensor. Pero ni rastro de "la mujer de ojitos lindos".

Y no soy de las que se rinden fácilmente, pero tengo un límite. Seguía diciendo que merecía la pena. No sabía por qué, pero tenía la corazonada de que la pelinegra me explicaría lo que había pasado. Pero mi estómago no podía aguantar y tampoco me iba a morir de hambre.

Así que me levanté para ir a mi apartamento y tomar algo. Como decía Winn: ya me dará las respuestas.

-

—Venga, Kara. Seguro que estás exagerando —me interrumpió mi hermana y mi cuñada le golpeó el hombro como protesta.

Sonreí al ver que le había dado su merecido. Amo a Kelly porque me entendía y tenía un poco más de tacto a diferencia de Alex. Quizá porque era psicóloga y se metía más en la situación para entenderlo.

Enamorada de una desconocida | SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora