Cadenas

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Llegue a la habitación de John, su cuarto era demasiado infantil para ser un chico de mi edad pero no me importaba en absoluto.
John estaba sentado en la cama mirándome fijo, sus mejillas tomaban color y una sonrisa nerviosa se dibujaba mostrando sus grandes dientes frontales. Me acerqué sin romper la armonía de la imagen mental que tenía ante la situación.
—Dave
—John
Estoy a centímetros de él, quería besarlo de una manera salvaje pero quería grabar cada momento de este día. Acaricié su mejilla suavemente sintiendo su cálida piel, esos ojos azul como el mar se quedaban fijos en mi rostro buscando mi visión. Sus manos temblorosas hicieron camino hacia mis hombros y un delicado jalón por parte de John fue lo que comenzó todo.
Los labios carnosos de Egbert eran suaves, dulces y adictivos; parecían ajustarse perfectamente a los míos, entre cada pequeña separación para tomar aire iba saliendo de nuestros cuerpos las prendas que ya no tenían labor en estos momentos. Primero fueron las camisas, después el calzado, pantalones que son muy difíciles de quitarle a otra persona y por último la ropa interior.
Estábamos de rodillas en la cama viendo nuestros cuerpos desnudos. Era una sensación vergonzosa pero algo excitante.
Por un par de minutos no dijimos y hicimos nada, sólo nos quedamos viendo uno al otro. Me fui acercando y John seguía mis pasos, cuando estuvimos a un centímetro de tocarnos se desbordó la pasión.
Ambos nos sujetados del cuerpo del otro y comenzamos a besarnos, el roce de nuestra piel era estimulante y sensible; era como sentir una corriente eléctrica invadir el cuerpo de uno.
Los sonidos de John era como música para mis oídos. Unos cuantos "mhh~" otros "ahh.." y uno que otro "oh Gosh.." era la sinfonía mas encantadora que pude haber escuchado.
El ojiazul se acostó en la cama, me acomode entre sus piernas y me incline a lamer su pecho. Se veía tan frágil y al respirar profundamente me daba la sensación de que se iba a romper en dos.
Lamí su pecho despacio, haciendo un camino de saliva desde su cuello hasta su diafragma mientras que mis manos se encargaban de estimular los pezones del pelinegro.
— Ahh~! Dave!
Eso hizo que mi miembro se despertara y al querer evitar la mirada de John me percaté que su zona más sensible ya estaba al borde del final.
—Esto si que es dulce...
No pude avitar jugar con su miembro y masturbarlo de manera audaz y sin dudas, era muy suave y caliente y en la punta se veía como su néctar iba saliendo sin control. En esos momentos la voz de Egbert estaba resonando en toda la casa y dentro de mi.
Al terminar su orgasmo me miró como si fuera lo único en la habitación, no pude evitar besarlo. Audazmente deslice mi mano por la entrepierna del ojiazul y estimular con mis dedos su entrada.
Al introducir el primer dedo éste gimió de dolor, quise parar pero al momento de volverle a ver, John disfrutaba la sensación. Así continúe con el segundo y tercer dedo hasta que tuviera suficiente lugar para entrar.
—John, voy a entrar...
—Primero toca la puerta...
Un chiste ridículamente malo en el peor momento, así era la persona a la cual quiero.
—Al diablo los modales...
Introduci lentamente mi miembro. Se sentía tan ajustado e intensamente caliente que si no tuviera fuerza y aguante, me hubiera corrido en ese momento.
—Mhh~ ... John
Podía verlo resistir el dolor junto con varias lágrimas que salían de sus ojos, después de un momento ya estaba dentro completamente y John miraba curiosamente nuestra unión.
—¿Entró toda...?
—Completita
—... Puedes empezar a moverte, Dave
Hice caso y moví mis caderas despacio y mientras se hacía mas y mas húmedo podía embestir más rápido y fuerte.
Tomé sus caderas siguiendo el ritmo, podía escuchar de él un par de súplicas; algunas eran para los dioses y otras eran para mi pidiendo que me moviera mas rápido.
Nuestros jadeos y gemidos se unían en una voz para después terminarlas en un ahogado gemido.
Llené el cuerpo de John con mi néctar mientras él lo había hecho entre nuestros cuerpos.
Saqué despacio mi miembro de él rompiendo así nuestra unión.
Me recoste a lado de él, estaba tan agotado que caí en los brazos de morfeo no sin antes abrazar a John y acomodarme lo más cerca posible de él.
—No puedo creer que lo hayamos hecho...
—Ni yo Dave... Pero mientras te quedes a mi lado, haré lo que sea... Te amo
Sentí que John seguía hablando pero ante sus caricias y sus manos pasar por mi cabello hicieron que el sueño fuera inevitable.

Dulce SoledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora