Primera vez

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Estaba en casa de John para pasar el día juntos; su padre no estaba en la ciudad y dejar a mi novio solo era como dejar a un cachorro abandonado en la calle en un día lluvioso.
Mirabamos la televisión con jugo de naranja, doritos, palomitas, gomitas de panditas y de gusanos pero eso no importaba, lo más delicioso era tener a John entre mis piernas haciéndome un "masaje con su boca"
-—... John... — me estremecía al sentir sus infantiles dientes rozando mi pene cuando lo metía en su boca, no me causaba dolor al contrario, se sentía muy bien.
Ver al inocente ojiazul saborear mi miembro como su dulce preferido me excitaba, pasaba sus delgados dedos por mi entrepierna abriendo espacio y lamía de una manera salvaje que no puedo durar mucho tiempo sin sentír que voy a correrme.
Aparté a John de mí y me corrí, mi novio prestaba atención como si viera algo extraño ante él, era jodidamente vergonzoso.
—Dave... ¿Se sintió bien?
—No jodas John. Si se sintiera mal no hubiera sacado tanto— me miraba sonrojado con una sonrisa en sus labios, acomodó su cabeza en una de mis piernas mientras acariciaba la otra. Dios gracias por crear a este chico tan lindo.
Me levanté para acomodarme la ropa y me volví a sentar colocando a Egbert sobre mis piernas y abrazándolo por la cintura. En la televisión estaban pasando "Los caza fantasmas"; podía ver la emoción de John al ver la película, como si fuera su primera vez viéndola.
—¿Te gustan ese tipo de películas, verdad?
—¡Me encantan!— al escucharlo decir eso se me hizo un pequeño nudo en el estómago, estaba celoso de una película estúpida.
No pude evitar vengar mi puesto como lo más importante para John, abrí paso a su cuello con mis manos y lo mordi algo fuerte dejando una marca definida de mis dientes.
—¡Gyah!¡¿Qué diablos haces?!
—Marco MI territorio— al decir esto lamí el lugar donde antes había mordido. Sentía como el cuerpo del pelinegro temblaba ante mi tacto.
Pasé mis manos por su entrepierna acariciando su miembro por arriba de la ropa. El rostro de John estaba totalmente rojo, era fácil descifrar que estaba siendo invadido por la lujuria.
—Tranquilo, te va a gustar...
—Da-Dave... Yo... No resistire mucho
Abrí su pantalón y baje su ropa hasta las rodillas comenzando a masturbar a John con mi mano. Sus jadeos eran excitantes y sus gemidos tan dulces ante mis oidos que no podía resistir aumentar el ritmo de mi mano.
—¡Dave!¡Para!¡Ya no puedo!
No le hice caso y continúe hasta que escuche a Egbert sacar toda su energía en un gemido largo y tierno para después sentir algo viscoso en mi mano. —¡Lo siento mucho!¡Tambien es tu culpa! ¿Qué estoy diciendo? ¡Perdon!
—John, tranquilo ¿Te gustó?
Se sonrojó más, se acomodó en mi pecho y me besaba varias veces en mi mentón.
—Me gustó...
—¿Te gustaría continuar? — "Mierda, di que si"
—¿Tu quieres?
"Obvio, no puedo perder esta estupenda oportunidad"
—Puedo esperar si no estas listo
Me miró fijamente buscando mis ojos a través de mis gafas oscuras, sonrió suave y me besó despacio. ¿Este era un si?
Pasé mis manos por su trasero y lo acaricie despacio sacándole un gemido de impresión a John.
—No hagas eso...
—Eres muy suave
—¡Callate! — se levantó y se subió los pantalones sin abrocharselos y corrió hacía la planta alta de la casa. Creo que lo arruiné.
—¿Dave?— me miraba por las escaleras.
—¿Que sucede John?
—¿No vas a venir a terminar lo que empezaste?
"MIERDA, SI"
Fui con él y lo seguí hasta su habitación, él solo me veía muy sonrojado pero con una sonrisa juguetona, como si se hubiera preparado para esto.

Dulce SoledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora