Encerrados en tu duelo

3. mitescere

Iván Álvarez

Lo vi, vi a Tiago recostado cómodamente de un árbol viejo.
Tenía puesta una camisa negra sin tirantes. Sus hombros estaban desnudos y uno de ellos estaba recostado de un árbol que se veía antiguo. El árbol llamó inmediatamente mi atención, se veía bastante viejo, era inmenso y tenía varios relieves muy grandes y notorios, sus colores se veían desgastados y muy mezclados, no se podía notar donde empezaba o donde acababa un color de ese gigantesco árbol que sin duda ocupaba gran presencia en ese lugar. De alguna manera que no terminaba de hacerme sentido él combinaba con ese antiguo árbol.

Decidí acercarme y así ir notando más detalles de ese chico misterioso y acosador... Tenía un pie recostado al tronco del árbol y noté un cigarro en su mano izquierda, vi cómo le daba una calada y exhalaba el humo pausante. Nunca terminé de entender cómo alguien que estaba destronado sus pulmones se podía tan ver atractivo mientras lo hacía.
Ya había dado unos cuantos pasos así que estaba más cerca suyo, aunque me disgustaba que el hubiera ido a mi casa no podía negar que estaba bueno.

Sentí que cada paso que yo daba era observado meticulosamente por Tiago que me perseguía con su mirada brillosa y tentadora.

<<precioso de ojos marrones, ¿por qué has ido a mi casa?>>

—¿Podrías apagar tu cigarro?— fue lo primero que dije si quería poder hablarle por mas de cinco minutos

Soy asmático así que seguramente me traería graves consecuencias recibir humo de segunda mano, aunque, viniendo de unos labios tan apetitosos, no me importaría.
<<No me importaría que me pasase el humo en una noche loca llena de luces de colores.>>

Me miró confundido pero aún así lanzó su cigarro al suelo y luego lo pisó para apagarlo sin ningún tipo de reproche.

—Listo, apagado.— dijo con su atractivo acento argentino y elevó levemente la comisura de sus labios, se veía tan bien haciendo ese gesto que por un momento olvidé el motivo real por el cual yo estaba allí, pero en cuanto lo recordé he hecho la pregunta.

—¿Por qué has ido a mi casa?— intenté preguntar con tono autoritario o serio, aunque no sé si me salió del todo bien

Tiago bajó la mirada y de nuevo elevó la comisura de sus labios <<¿que le causaba tanta gracia?>>

—No me sirvieron los pocos minutos que hablamos ayer. Quería más.— explico sonriente, con una expresión coqueta y cómo si no fuese raro que se hubiera aparecido en mi casa siendo un completo desconocido.Yo resoplé confundido y lo miré buscando una mínima pizca de arrepentimiento en sus preciosos ojos, Tiago notó eso y su semblante cambió

—¿Te molestó?— preguntó ya un tanto más nervioso y tragó saliva—Perdonáme, no lo hice con mala intención.

—Bueno, yo que sé, tío, la gente normal pide el Instagram o algo, no se plantan en casa de desconocidos de la nada.— dije resaltando lo que para mi era obvio, para mi era tan extraño lo que había hecho pero para él era ¿normal?

Tiago se puso firme y puso sus ojos marrones con los míos fusionándolos, sentí tantas cosas con una sola mirada.

—Miré el informe de tu hermana y ví la dirección, francamente no me pude resistir.— dijo sincero, un breve calor subió a mis mejillas y aparté mi mirada de la suya —¿Te sirvió mi consejo?— preguntó cambiando el tema