Tiago Villanoir
-Tiago...- murmuré para mi mismo y solté una bocada de aire -¿No pude escoger un nombre más común, más normal?
Aunque, despues de todo, no importaba que tan real fuera mi nombre, solo marcaba a una parte de mí que huía, huía de personas malas, de personas que hacían daño. Incluso huía de mi. Por no ser normal, como los demás.
Huir es complicado, sobretodo porque sentís que ningún lugar es seguro hasta estar completamente alejado de quien huyes. Pero cuando vos sos parte del problema, por mas que huyas nada estará resuelto.
Apenas comenzaba a hablar con Iván y ya me pesaba mentirle, pensaba que sería más facil verlo a los ojos y soltarle mentiras. Aunque, sinceramente, eran mentiras y verdades mezcladas en un cóctel de palabras. Todo tenía un objetivo, eso era lo único que me sostenía.
Era obvio que yo contaba con un plan, aunque, debo admitir que no pensé que terminara así; con Iván empujándome, sin embargo, eso no era lo importante, lo importante era que a pesar de mis mentiras yo estaba seguro de que había ocupado un lugar en su cabeza. Sus ojos y su voz rota me lo confirmaban.
Sus ojos...
Un lugar en su cabeza...
8 meses atrás. En alguna clínica de España.
Nunca pensé que terminaría escondiéndome en una clínica con varias personas recibiendo quimioterapia. Había algo diferente en ellos, más allá de lo evidente. Quizá eran sus miradas desesperanzadas, o el cansancio de sentarse en un sillón reclinable a inyectarse medicamentos. O quizá lo era todo y yo sólo era un loco saltando a conclusiones.
Me paseaba por la clínica aparentando ser alguien más. Estaba con mi uniforme azul, un estetoscopio adornando mi cuello, mascarilla quirúrgica ocultando mi rostro y un gorro quirúrgico escondiendo mi pelo.
Y la verdad, todo cambió cuando me crucé con unos ojos verdes que me dañaron todos mis putos planes.
Le pertenecían a un chico que no parecía ser paciente, si no, acompañante, me lo confirmé a mi mismo cuando vi una calcomanía naranja en su pecho que decía "acompañante" y más abajo "Iván". Tenía estatura promedio, y cabello lacio color castaño, entrelazaba sus dedos con nervios y miraba hacia todas partes.
La naturalidad de su mirada perdida me cautivó... yo estuve tan herido por tantos años que no lograba verme tan vulnerable como él. Y la vulnerabilidad en cierto punto es hermosa, es hermoso cuando alguien deja de hacerse el fuerte y muestra su verdadera faceta.Cuando nuestros ojos se cruzaron él caminó hacia mi y por primera vez en mucho tiempo, sentí un apretón en el pecho en un buen sentido.
-Disculpa ¿Donde está el baño?- preguntó nervioso y mirándome fijamente a los ojos, quizá porque era lo único visible en mi rostro.
-Si seguís caminado por este pasillo es la tercera puerta a la izquierda.- respondí neutral, fingiendo no haber quedado cautivado con sus ojos verdes.
-Gracias.
Inevitablemente, reí entre dientes y el chico desapareció en segundos.
Caminé hacia la sala de quimioterapia. Quería saber a quien estaba acompañando este chico, aunque, no fue difícil deducirlo, había una chica exactamente igual a él sentaba en uno de los sillones, recibiendo quimioterapia.
Cuando el chico volvió se sentó junto a ella y plasmó un pequeño pero hermoso beso en su frente. Eran como dos gotas de agua, con sus narices perfiladas y sus cabellos castaños y una que otra peca acompañando sus rostros.
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Encerrados en tu duelo
RomanceLa muerte tiene como significado "el fin de la vida". No hay negociaciones a ello, aquel que muere no tiene manera de retornar y no importa cuántos años vivas, ni cómo los vivas, pues, en la mayoría de los casos la conclusión es una tumba o una urna...