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Kim Hyejoo caminaba con las piernas temblando por los pasillos del corporativo Min.

La asistente del Sr. Min, Yoona, la guiaba a su oficina mientras intentaba hacer una plática casual.

Pero Hyejoo estaba demasiado nerviosa para poder platicar.

El padre de Seokjun la había citado a través de un correo formal y educado. Pero ella sabía que esta no era una invitación a tomar el té. En el preescolar solo hacía falta mencionar su nombre para que la directora del plantel sudara frío.

Y cómo no, perdiste a su hijo, se recriminó a sí misma.

"El Sr. Min está de buen humor el día de hoy?" Preguntó interrumpiendo a Yoona.

Ella la miró como si hubiera dicho algo graciosísimo y bufó una risa antes de continuar su camino.

Tomaron un elevador que las llevó a un recibidor bien iluminado y decorado de una manera elegante pero cómoda. Lo único fuera de lugar eran los cuadros en las paredes, parecía ser arte moderno, tal vez abstracto.

No reconocía al artista.

"Gerhard Richter?" Preguntó apuntando a uno de los cuadros.

"No, Min Seokjin." Respondió Yoona antes de abrir una gran puerta de cedro que leía simplemente 'Min'. "El Sr. Min está listo para recibirla."

Hyejoo tragó saliva antes de entrar a la espaciosa oficina.

Una de sus paredes era de cristal dejando ver la ciudad de manera espectacular, los muebles lucían costosos e importados, un minibar lleno de licores y una mesita infantil con material de arte y juguetes que lucía fuera de lugar en la oficina.

Pero nada de eso importaba porque el hombre sentado en el gran escritorio frente a ella tomaba todo el espacio.

Ni la vista, ni la elegancia de la habitación podían con el aura magnética de Min Yoongi.

El Alfa vestía sobrio y su expresión era neutra, aún así no pudo evitar que sus manos temblaran.

Alguna vez pensó en que Min Yoongi era el hombre más guapo y digno de admiración que ella hubiera conocido, ahora solo podía pensar en lo terrorífico que era.

"Tome asiento, por favor" dijo señalando una de las sillas frente a su escritorio.

Ella titubeante se acercó.

"Kim Hyejoo." Dijo él leyendo en voz alta en su computadora. "Tiene usted un currículo impresionante, hasta hace unos días sus referencias laborales eran intachables." Continuó leyendo. "Premios, reconocimientos, un doctorado, artículos de investigación, fue profesora durante dos semestres en Princeton. Y solo tiene 29 años, usted es impresionante." Dijo sin escucharse verdaderamente impresionado.

Hyejoo no sabía a dónde iban con todo esto. "Aunque le parezca difícil de creer yo soy buena haciendo mi trabajo, es solo que jamás había trabajado con niños pequeños, yo creí que sería fácil. Después de enseñar en universidades de prestigio… creí que un preescolar sería pan comido."

Yoongi solo levantó las cejas. "Dígame, Srta. Kim, cuál es su sueño? 

"Uh?" Cada segundo que pasaba de esta conversación la dejaba aún más confundida.

"Debe haber algo por ahí, un trabajo con el que siempre soñó, algún viaje, mudarse, iniciar un negocio propio. Dígalo y será suyo."

La estaba premiando por perder a su hijo? 

Hyejoo sacudió la cabeza. Un sueño? "Pues siempre he querido casarme." Murmuró.

El Sr. Min hizo una mueca. "Sea realista, por favor." 

PRECOZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora