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Algo había fallado esta vez.

Jin siempre pedía cosas que sabía que su padre no le daría para después pedir lo que realmente quería y obtener un si. 

Si Jin quería un helado, lo pediría en el desayuno, y su padre diría "No, Jinnie, eso no es nutritivo" después Jin lloraría y su padre diría "puedes tener helado después de la escuela" y Jin le daría la sonrisa más encantadora a su padre pensando en cómo eso es lo que él deseó desde un principio.

Simple, no?

Funcionaba cada vez. Excepto ésta.

Cuando le dijo a su padre que quería visitar a Mickey Mouse lo hizo pensando en que en realidad quería ir a casa de Jungkook. Jamás pensó en que su padre simplemente aceptaría.

Así que aquí se encontraban, lejos de casa en un lugar dónde todos hablaban extraño.

Cuando una mujer rubia con arrugas junto a sus ojos llegó a pellizcar sus mejillas Jin no pudo evitar reír. Ella hablaba muy divertido.

"Ella es muy tonta, no sabe hablar!" Rió Jin.

Yoongi frunció el ceño agradeciendo que la mujer no supiera coreano. "Jin, eso fue grosero, no todos en el mundo hablan igual a nosotros. No todos lucen igual, ni comen las mismas cosas; el mundo es muy diverso."

Jin no sabía lo que significaba diverso, así que solo asintió.

"Te gustaría viajar? Podrías tener un tutor y así no necesitarías regresar a la escuela. Además te serviría para empaparte de nuevas culturas. Cosas nuevas y diferentes." Explicó para que el niño entendiera, pero en realidad estaba hablando más consigo mismo.

Necesitaba un plan. Habían pasado dos días del incidente en que creyó haber perdido su mundo, y Jin ya había preguntado por Jungkook una docena de veces.

Necesitaba poner espacio entre ellos, dejarlos ser niños y reencontrarse cuando ambos fueran lo suficientemente mayores como para cargar con la responsabilidad de tener un compañero.

Jin asintió vagamente mientras mordía su corndog. "Jungkook puede ir?"

Yoongi solo suspiró y limpió la mostaza de la barbilla de su hijo.

No importaba cuántos kilómetros había entre California y Corea. Jungkook estaba en la mente de Jin.

El resto del día lo pasaron entre bocadillos, atracciones del parque y solo unos cuántos 'desearía que Jungkook estuviera aquí'.





Yoongi gruñó cuando se quitó los zapatos y por fin se dejó caer en la cama del hotel. Sus pies lo estaban matando.

Seokjin había sido una bolita de energía todo el día exigiendo subir a juego tras juego y había comido suficiente azúcar como para durarle tres meses. 

Gruñó nuevamente cuando se percató de que aún debía bañar a Jin, lavar sus dientes, secar su cabello, ponerle la pijama y leerle un cuento para que por fin pudiera dormir.

Al menos todo estaba en silencio.

Silencio.

Yoongi se levantó rápidamente de la cama y corrió al recibidor del penthouse.

Imaginaba las cortinas en llamas o la televisión estrellada, pero solo encontró a Jin dormitando en uno de los sofás.

Su corazón se ablandó y su garganta se apretó. Se veía tan pequeño, tan indefenso.

Y Yoongi casi lo pierde.

Yoongi casi pierde a su hijo y casi pierde la cordura.

Alejarse había sido una buena decisión. California era una ciudad grande y Jin iba a estar tan distraído que pronto iba a dejar de preguntar por Jungkook. O al menos esas eran las mentiras que Yoongi se decía a sí mismo.

PRECOZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora