IV

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Sunoo estaba convencido de que era hora de hablarle al peliblanco y así responder sus sospechas, cuando de repente sonó una campanita anunciando que ya todos los invitados habían llegado, por lo que todos tuvieron que quedarse callados mientras la reina hacia una oración, bendiciendo los alimentos.

Luego de eso se enfocaron en comer y pudo ver a Jake muy enfocado hablando con un lindo chico que parecía ser extranjero.

En fin, Sunoo al ver que Haewon y Sullyoon estaban muy enfrascadas en su propia conversación, decidió dirigirle la palabra a Sunghoon.

—¡Hola! Ellas dos se presentaron, pero tu no lo hiciste ¿Como te llamas?

—Soy Park Sunghoon.

—Ah, Emmm. ¿Eres un príncipe?

Sunghoon río por el comentario. ¿De verdad parecía uno? Jamás lo había pensado.

—No, yo trabajo para la señorita Haewon

—Ah, yo..... Lo siento, creo— dijo Sunoo mientras se sonrojaba.

A Sunghoon le encantó ver al lindo príncipe como un tomate. Río por lo bajo y dijo:

—No se preocupe.

Pasaron los minutos y ninguno dijo nada más, solo se daban algunas miradas fugaces y Sunoo enrojecía cada vez que estas se conectaban y al peliblanco le encantaba verlo.

—Príncipe Sunoo— dijo de repente Haewon — ¿Ya tiene a alguien en mente?

—¿Qué?

—¡Para la boda! —dijo como si fuera lo más obvio, aunque tal vez si lo era.

—Ah.. Lo siento. Emmm no, aun no tengo a nadie en mente. Me gustaría hablar con todas primero, para conocer un poco, por lo menos, algo de cada una.

—¡Oh! Entiendo, y ¿Hará preguntas o algo así?

—No, solo quiero entablar una conversación y ver hasta donde llega. Me refiero a mirar si la plática se queda solo en temas superficiales o podemos pasar ya a temas más serios o que se yo. Como le dije antes, no hay más intención que la de conocer más a cada una.

—Me parece bien.

—Tiene una manera muy inusual de elegir a su esposa— dijo, de repente Sunghoon, metiéndose en la conversación— Además creo que debería tomar en cuenta la cantidad de candidatas que hay. No creo que pueda hablar con cada una de ellas.

—T-tienes razón— mientras hablaba volvía a sonrojarse. Y se sentía muy avergonzado ya que sólo le pasaba con el peliblanco.

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Sunghoon se encontraba en la habitación que le habían asignado, pensando en el príncipe Sunoo.

Le había encantado tener una pequeña conversación con él y mucho más el hecho de que fuera el príncipe quien se interesado en él, además de haber empezado la plática.

Sonrió inconscientemente al recordar las veces que el pelinegro se había sonrojado. ¡Era increíblemente hermoso! A pesar de que Sunghoon había vivido, prácticamente, toda su vida en el castillo de Priphigia, donde habitaban personas estéticamente bonitas, estaba seguro de que jamás había visto tanta pureza en un rostro, esperaba poder conocerlo mejor para ver si era solo físicamente lindo.

Aun sonriendo, decidió apagar las luces, cerrar las cortinas y dormirse. Cuando de pronto escuchó la puerta abrirse, sin siquiera ser tocada.

Se medio levantó para ver quién era, no era una silueta femenina por lo que descartaba a idea de que fueran Haewon o Sullyoon. Iba a levantarse de la cama, por fin, cuando escuchó una voz.

—Oh! Lo siento ¿Estas dormido?— susurró el intruso.

—No ¿Que hace aquí, su Majestad?

—¡Ah! Pensé que te había despertado.

En una fracción de un segundo tenía otra vez la luz encendida, las cortinas abiertas y a Sunoo sentado al borde de su cama.

—Se que no nos conocemos lo suficiente..... Que no nos conocemos en absoluto. Pero, quería mostrarte algo, ya todos están dormidos así que no hagas mucho ruido.

—¿De que habla?

—Por favor no me trates de usted. Sígueme.

Sunghoon estaba más que confundido, pero lo siguió sin más. Siendo sincero, se le hacía muy adorable la actitud del príncipe.

El castillo estaba oscuro, era algo espeluznante para él ya que jamás había estado ahí, sin embargo, no lo parecía para el pelinegro.

Recorrieron un corto camino por los pasillos, hasta que llegaron a uno en específico que tenía las paredes llenas de cuadros gigantes.

Sunoo se paró en frente de uno y con cuidado de no hacer mucho ruido lo movió hacia un lado, dejando ver lo que seria una especie de pasadizo secreto.

El pelinegro miró al más alto y le tomó la mano, luego dirigió la mirada a sus ojos y asintió con la cabeza para después ir por el pasadizo.

Cuando llegaron al otro lado de éste, Sunghoon pudo notar que estaban en un jardín, uno super lindo y grande, donde la Luna se podía ver fácilmente y gracias a ella había bastante luz.

—¡Tarán!— exclamó el príncipe— Es lindo ¿Cierto?

—Si, bastante. Yo... Jamás había visto algo así.

—Y aun no ves la mejor parte. Ven por aquí.

Sunoo comenzó a caminar y Sunghoon a seguirlo, mientras lo hacia, se dió cuenta que había cierto espacio en el jardín donde se reunía la luz de la Luna o eso parecía ya que irradiaba una hermosa luz plateada.

Cuando llegaron a dicho lugar, pudo notar que lo que irradiaba esa luz eran un centenar de rosas blancas todas en un mismo punto.

—De pequeño siempre venia aquí. Solía tenerle miedo a la noche, a la oscuridad. Pero al conocer este lugar, pensé que las cosas más hermosas se ocultaban en ella — dijo Sunoo mirando fijamente las flores.

—Me parece una hermosa reflexión pero, ¿Por qué sería yo merecedor de presenciar esto?

—oh, no lo sé, digo, cuando te ví por primera vez pensé en este lugar. Es por tu cabello, es bastante lindo y me recordó a la luz de la luna— se acercó para tocar su caballo— ¿Naciste con él?

—Sip, es bastante raro ¿no?

—Me parece hermoso— dijo el pelinegro— ¡oye! Contrasta mucho con el mio.

Dicho eso empezó a reírse y Sunghoon no pudo evitar unírsele.

Pasaron ahí bastante tiempo, ambos sintiéndose cómodos con la compañía del otro. A pesar de llevar pocas horas conociéndose, sintieron que su amistad crecía. Hasta que ya fue demasiado tarde y debieron irse a dormir. Después de todo, el día de mañana sería ajetreado para ambos.

𝘳𝘶𝘯𝘢𝘸𝘢𝘺 𝘸𝘪𝘵𝘩 𝘮𝘦 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora