Capítulo 3. ¿Invisible?

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"Abandonarse al dolor sin resistir, suicidarse para sustraerse de él, es abandonar el campo de batalla sin haber luchado."

-Napoleón.


Habían pasado por lo menos 3 semanas desde aquel hecho, Lilian iba una vez por semana al centro de atención psicológica, esa era la recomendación "Su situación es realmente difícil y me veo en la necesidad de que la muchacha acuda por lo menos cada semana, necesitamos avance" esas habían sido las palabras de la doctora que la atendió, y mi madre, en su desesperación por ver mejoras en la conducta de mi hermana, no reprochó e inmediatamente aceptó. Siendo realistas Lily no había mejorado mucho o por lo menos yo no lo notaba, estaba igual o peor que antes, no hablaba con nadie, se la vivía encerrada y seguía lastimándose...

Un buen día navegando por Facebook encontré un post de mi hermana, decía algo como esto:

"Lilian Rosewood se siente sarcástica.

Valla! Ahora veo que mi súper poder es la invisibilidad. Maravilloso!"

No sé, con exactitud, que pasaba por la mente de Lily al escribir eso en Facebook pero recibió montones de comentarios de aliento, muchos amigos le decían que no era invisible, que la querían, que debía ser fuerte. Después de más de 100 comentarios Lilian posteó:

"No es necesario que me alientes, sé que no lo sientes!"

Entonces me di cuenta que mi hermana no estaba mejorando en absoluto, cada vez se despreciaba más y más, lo que las personas tratáramos de decirle parecía no importarle, pensaba que le ayudábamos por compromiso y no porque realmente la queríamos. No podía ver los árboles por ver el bosque, los buenos comentarios se sumergían y se perdían entre el mar de malos pensamientos que ella misma se formulaba o que alguien había plantado ahí, en su cabeza.

Sentada en el comedor, frente al monitor, observando todo lo que mi hermana publicaba me planteé todo aquello, no estoy muy segura que fue lo que me motivó en ese momento pero me levanté de mi asiento, atravesé la sala y subí las escaleras, al llegar a la puerta de su habitación la golpeé. Silencio.

-¿Lilian? ¿Estás ahí? - Silencio. Debo confesar que me sentí muy asustada al no obtener respuesta alguna de su parte, así que arremetí contra la privacidad de mi hermana (que para ser sincera no creía que la mereciera) y abrí la puerta. - ¡Lilian! - Sentí un tremendo alivio cuando la vi sentada en la cama con la laptop sobre el regazo y los audífonos puestos.

-¡ANNABELLA! ¡¿QUÉ HACES AQUÍ?! ¡¿POR QUÉ NO TOCAS LA PUERTA?! -Gritó, enfurruñada, lanzándose contra mí y tratando de expulsarme de su cuarto-

- ¿Qué hacías? ¿Por qué no abrías la puerta? -. Espeté, sintiendo como el terror y el enojo me invadían, se fundían y llenaban mi cuerpo; hormigueos en el estómago y martilleos en el pecho acompañaban a mi pareja de emociones.

- ¡EN ESTA CASA YA NADIE PUEDE ESCUCHAR MÚSICA CON TRANQUILIDAD! - Mi hermana tomo la computadora y casi me la arroja a la cara, mostrándome la página de Youtube con aquel video de Big Time Rush. Suspiré, descargando los sentimientos y retomando con mi actitud apacible de todos los días.

- Lo lamento Lilian, pero debes entender que estoy en derecho de sentirme así - Me miró como si quisiera cortarme el cuello, rodó los ojos y se dio la media vuelta; la escuché medio susurrar algo, pero no alcancé a comprenderlo. - ¿Qué dijiste Li?

- ¿¡Y acaso yo no estoy en mi derecho de hacer lo que yo quiera con mi vida!? -. Las palabras sonaban como si las escupiera; crudas y pesadas.

- Lilian, nosotros sólo tratamos de ayudarte.

- Tal vez yo no quiero que lo hagan.

- ¿Por qué no? - con la cabeza gacha bufó al escuchar mi pregunta, enderezó el rostro y me sonrió sarcásticamente.

- Hermanita, no puedo creer que seas la mayor y seas tan inocente. ¿Cómo puede ser posible que sigas creyendo en un mundo mejor?

- No es que crea en un mundo mejor... creo que las personas pueden mejorar.

- ¡Ja! Como si la vida de nadie le importara a las personas -se burló.

- A mí me importa tu vida -dije, compasiva, esperando que entendiera que lo que yo decía era verdad, tratando que supiera que para muchas personas su vida era importante.

- Por supuesto -. El sarcasmo retumbaba en sus palabras -Yo soy tan invisible para ti como para los demás, todos los que dicen que me apoyan sólo sienten lástima; no quieren sentirse culpables el día de mi muerte. -respiró profundo y prosiguió - Todos, absolutamente TODOS, lloriquearán junto a mi tumba y se dirán que pudieron hacer más, pero en realidad no sentirán lo que expresan, estarán llenos de palabras vacías y moqueo teatral... porque nunca fui nadie... siempre invisible...

- Sabes que...-intenté acercarme a ella, demostrarle que la quería, sentía la necesidad de abrazarle como cuando éramos niñas y acunarla hasta que sus sollozos y espasmos se relajaran, pero no me dio la oportunidad.

- ¡No vengas a darme tu hombro!

- Dices que eres invisible, pero la que ignora a todo el mundo eres tú -dije, con la frustración cargada en todos lados, agache la cabeza y me di la media vuelta; dejándola con su "tranquilidad".

UN MAL CAMINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora