XII✿Pesada realidad

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Las horas pasaron desde las once. Pasaron cosas, cómo que descubrimos que Nezuko ahora puede caminar bajo el sol sin quemarse —y hablar—, también que ella repetía palabras, y que Inosuke trataba de enseñarle su nombre. Horas más tarde, nos dimos cuenta de que Tanjiro, a pesar de no estar muy grave lastimado, estaba peor, porque no despertaba. Comencé a preocuparme, mientras Genya y el resto de los heridos iban despertando. Zenitsu verdaderamente se asustó porque creyó que había muerto, pero seguía respirando. Mientras caía la noche, le pusieron suero a Tanjiro, para evitar que se desnutriese. Salí fuera para calmar los nervios, y relajarme un poco, mientras veía la luna llena de aquella noche estrellada. Zenitsu quiso unirse, ya que los nervios de ver que su amigo no se mejoraba, le hacían doler la cabeza y le daban un pitido en los oídos —y aparte que no tuvimos ni un momento juntos en el día debido a unas actividades de rehabilitación—. Caminamos juntos, a medianoche, al techo de la finca.

—Hoy la luna está muy linda ¿no crees?—miré el cielo, eufórica, mientras esperaba respuesta alguna de Zenitsu.—Zenitsu, ¿te encuentras bien?—pregunté. Zenitsu estaba callado, fijando la mirada a sus pies, y pude sentir que estaba triste. Pero no una tristeza cualquiera, una tristeza de esas en las que te sientes que no estás en tu cuerpo—¿Zenitsu? ¡Zenitsu! ¡Contesta!—lo moví, porque parecía no tener ninguna reacción ante mis acciones, como si su mente estuviese nublada.

—Fujiko—dijo, en un tono bajito, mientras lágrimas caían de sus ojos color almendra.—El abuelo.. Se suicidó. Cometió seppuku. Se cortó el vientre—Zenitsu hizo una seña con la mano, como si se estuviese cortando el estómago. Automáticamente, jadeé, pero sin demora, Zenitsu comenzó a llorar, sin hacer ninguna expresión facial. Lo abracé, enterrando su cara en mi cuello.

—Oh, Zenitsu..—acaricié sus tiernas hebras amarillas, intentando consolarlo, como un bebé chiquito. Yo entendía su tristeza. Era una triste realidad. SU triste realidad. Quería animarlo, aunque fuese sólo por un rato, y sabía justo como hacerlo. Besé su frente con amor, y lo consolé mientras sus lágrimas silenciosas mojaban mi camisa. Levanté a Zenitsu, y con mi manga, limpié cuidadosamente las lágrimas de su cara. Este mantenía la mirada fija hacia abajo, negándose a mirarme a los ojos directamente—Yo sé lo que se siente.—En ese momento, Zenitsu comenzó a fruncir el ceño y su boca comenzó a temblar. Pronto, este se echó a llorar ruidosamente (lo cual probablemente despertó a una persona o a dos) pero lo único que me importaba en este momento, era Zenitsu, mi prioridad, por lo menos aquella noche.

...

Al día siguiente, evité cualquier contacto con cualquier persona. No comí, envié cartas a mi hermano, y me mantuve todo el día practicando piano. Sinceramente me relajaba estar golpeando teclas todo el día. Toqué melodías desde suaves hasta rápidas, y terminé con una clásica melodía. Zenitsu, que aún tenía sus ojos hinchados de llorar anoche —y de no haber dormido muy bien— me trajo un platito con bolas de arroz —supongo que se preocupó de mi poca alimentación, sólo dos vasos de agua y una taza de té—. Este dejó el platito adornado de comida encima del piano y se hizo un espacio junto a mí, para comenzar a tocar las teclas al ritmo en las que yo lo hacía. Me sorprendió que, con haber escuchado la melodía una sola vez —en el pasado la toqué una vez frente a él— sabía que teclas presionar y cuándo presionarlas. Tocamos el piano juntos, y creí que sería algo bueno para distraerlo. Al terminar, lo miré alegremente, le di un rápido beso en la boca y me fui.

Los próximos días fueron agotadores, emocionalmente y físicamente. Hice unos ejercicios de rehabilitación, pero la preocupación inundaba mi mente. Zenitsu mejoró después de la triste y desafortunada noticia de Jigoro Kuwajima. Afortunadamente, Tanjiro despertó unos días antes del entrenamiento de pilares, —dirigido por los Hashira— y todos fuimos alegremente a verlo.

𝘽𝙍𝙐𝙉𝙀𝙏𝙏𝙀. ➪ Agatsuma Zenitsu X OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora