Capítulo 3 ➵ Me and The Devil

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Dos semanas después:

Las Vegas

Asher:

Cuando Zac Lowndes apareció en el casino y se acomodó en una de las mesas de juego, mi padre me lanzó una señal apenas perceptible, pero clara, de que quería que me acercase a ellos. Suspiré, dejando el vaso vacío sobre la barra del bar del casino, y me acerqué con calma, colocándome junto a una de las sillas vacías.

—Buenas noches. —Dije. —¿Os importa si me uno a la partida?

—Adelante. —Respondió Zac con un gesto, señalando la silla frente a él. Me senté sin prisa. —Solo nos falta un jugador y podremos empezar.

—Si no os importa, puedo ocupar ese puesto. —Interrumpió una voz desconocida. Levanté la mirada de la mesa, encontrándome con un chico rubio de ojos azules y complexión atlética. Algo en él me resultaba inquietantemente familiar, pero no lograba ubicar el porqué. La expresión de mi padre reflejaba la misma sensación.

—Por supuesto. —Dijo mi padre, asintiendo con calma. El chico sonrió y tomó asiento.

—En ese caso... que se abra el telón. —Dijo el recién llegado, extendiendo las manos teatralmente, una frase que hizo que mi ceño se frunciera al instante. Era una expresión que había escuchado salir de los labios de mi padre demasiadas veces como para que fuera una coincidencia.

Doce horas antes:

Nueva York

Isaac:

—¿Hay alguna noticia? ¿Han cogido al asesino? —preguntó mi tío Brad. La muerte de mi hermano Liam solamente había traído una cosa buena y era su regreso al barrio. Estas semanas había estado cuidando de todos nosotros cómo solía hacer cuando éramos niños.

—Han arrestado a un drogadicto. Confesó haber entrado a robar en la casa ese día —dije con amargura—. Declaró que mi hermano lo sorprendió y le disparó. Nadie se pregunta qué hacía ese chico allí o dónde está el dueño de la casa. Nadie.

—¿Y Gisele? ¿Sigue sin salir de su habitación? —preguntó, con una preocupación que compartía.

Asentí con la cabeza.

—No ha querido ver a nadie desde el funeral. —Pausé un momento, sintiendo cómo la tristeza me invadía. —Solo Jason ha podido hablar con ell...

Me interrumpí al ver que Gisele y Jason bajaban por las escaleras. Sus rostros estaban inexpresivos, cerrados en una burbuja que nos excluía a todos. Pasaron frente a nosotros sin decir una palabra, sin siquiera mirarnos, y salieron por la puerta principal hacia la calle.

Brad se levantó de inmediato, dándome una palmadita en la pierna. —Voy a hablar con ellos. —dijo, con esa calma que siempre mantenía, aunque sus ojos delataban preocupación. Lo vi seguirlos, desapareciendo tras la puerta.

Justo entonces, Alice apareció desde la cocina. Se acercó a mí y se sentó donde Brad había estado segundos antes.

—¿Están bien? —preguntó.

Me encogí de hombros. —No lo sé. Nada está bien desde que pasó todo esto.

Alice suspiró, y sin decir una palabra más, se inclinó hacia mí, abrazándome con fuerza. Su calidez no podía desvanecer el frío que sentía por dentro, pero al menos, en ese instante, me recordó que no estaba solo en todo este dolor.

Jason:

Gisele y yo nos sentamos en las escaleras del porche, el peso de lo que habíamos decidido palpable en el aire entre nosotros. No hacía falta hablarlo; ambos sabíamos lo que debíamos hacer. La determinación estaba clara en el silencio compartido.

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