Las Vegas
Asher:
Me apoyé a los pies de la cama del hospital en la que descansaba mi madre después de que uno de los hombres de Zac le disparase en la pierna. Mientras él jugaba con nosotros en el casino, sus hombres habían irrumpido en casa para saquear la caja fuerte. Otra maravillosa gestión de Chad Atkins.
—El hombre que me disparó no era uno de los que suelen acompañar a Zac. Tenía un cuervo tatuado en la muñeca —explicó mi madre mirando a mi padre, quien le había pedido que le contara cualquier detalle que le hubiese llamado la atención del incidente.
—No puede ser —respondió él, con incredulidad. —Ese tatuaje solo lo llevan los miembros de la organización El Cuervo. Brant es el dueño, y trabajamos para él, ¿por qué iba a dispararte? Además, que yo sepa, no tiene ningún vínculo con Zac. —Hizo una pausa y mi madre se encogió de hombros. —Sea como sea, las cosas no quedarán así, que me disparen aquí mismo si no hago que ese tipo se arrepienta de haber nacido.
—¿Qué vas a hacer? —Intervine. —¿Vas a darle otra bolsa de dinero para zanjar el tema como hiciste con el asesinato de tu hijo?
Mi padre me miró en silencio por un momento, y luego levantó la mano, golpeándome la cara. Cerré los ojos, respirando hondo para no devolverle el golpe.—Tu madre es lo único que importa. Todo lo demás me da igual. Tenlo muy presente, Asher. —Me empujó para hacerme a un lado y salió de la habitación mientras yo seguía intentando contenerme.
—Si vas contra tu padre nos destruirás a todos, Asher. —Dijo mi madre. —No lo hagas, es mejor que estéis juntos en esto.
—¿Estás segura de que viste el tatuaje de un cuervo? —pregunté, ignorando su advertencia.
—Créeme, lo vi perfectamente —respondió ella. —Si Zac está vinculado con la organización de Brant, puede ser más peligroso de lo que pensábamos. Mantente alejado de él.
—Ya veremos... —murmuré mientras salía de la habitación.
—¡Asher! —me llamó mi madre con preocupación, pero seguí caminando sin volver la vista atrás.
Saqué mi teléfono y busqué el número de Rome.
—¿Hermanito? Llevo más de dos semanas fuera y es la primera vez que me llamas —respondió con tono burlón, haciéndome poner los ojos en blanco—. Esto debe ser importante.
—Han sido dos semanas complicadas —admití—. Y sí, te llamo porque necesito un favor, pero eso no significa que no te eche de menos.
—Claro, cielo —dijo con sarcasmo, arrancándome una sonrisa—. ¿Qué necesitas?
—¿Tienes alguna foto de Brant? El tipo que hizo el trato del casino con papá.
—Puede ser, ¿por qué?
—Solo una corazonada. Necesito comprobar algo.
—La tendrás en unos segundos.
—Gracias, la espero. —Colgué. Como prometió, unos segundos después recibí un mensaje de Rome. Abrí la foto y para mi sorpresa, Brant era un chico de más o menos mi edad, moreno, de ojos azules... justo como Zac.
—Son hermanos. —Afirmé en voz alta.
Nueva York
Barbara:
—Nueva York es mucho más bonito que Connecticut —comentó Aria, admirando las vistas desde la terraza de la casa de Brad. Mi padre y él habían sido los mejores amigos desde pequeños, y cuando murió, Brad asumió el papel de mi tutor legal. Desde entonces, se había comportado como un auténtico padre, ofreciéndome su apoyo en los momentos más difíciles. No sabía cómo agradecerle todo lo que había hecho por mí.