5-Mucho dulce, pero un final agrio

10 0 0
                                    

CAROLINA

Me miré al espejo muy indecisa, por quinta vez en los últimos dos minutos. Llevaba una falda azul cielo, bastante corta y con volantes y un top blanco sin mangas con el que se me veía el ombligo. Tenía toda la habitación llena de ropa que no me había gustado mucho para llevar a la fiesta. Y aunque este conjunto era el que más me convencía, seguía sin estar muy segura. Cogí toda mi valentía y salí de casa. Llevaba el pelo recogido en dos trenzas,ben los párpados me había puesto un poco de sombra azul y gloss para dar un poco de brillo a mis labios. Tampoco es que supiese maquillarme de otra forma, pero el resultado me había gustado bastante, además también le daba un poco de color a mi cara mis mejillas que siempre estaban un poco rojas.

No tuve que andar mucho más de tres minutos para llegar a la casa de las gemelas. Su casa era igual o hasta más grande que la de mis tíos, la única diferencia es que parecía bastante más vieja. Me estaba preparando para llamar a la puerta, cuando un grupo de chicas pasaron a mi lado y abrieron la puerta. Pasé detrás de ellas y vi como todo el grupo se lanzaba a saludar a Celia. A su lado estaba Lucía un poco separada de todo el grupito. Al momento me vio y me vino a saludar.

-¡Hola! me alegro que hayas venido- me dijo sonriendo y dándome dos besos-. Esta fiesta se me va a hacer muy larga sin ningún tipo de compañía. Miré el inmenso jardín que estaba lleno de personas y luego la miré a ella.

-Creo que aquí ya tienes demasiada compañía-comenté riéndome.

-Oh no, Celia es siempre la que invita a la gente-las dos miramos a su dirección donde aún seguía dando abrazos a un montón de gente-. Quiero decir, la mayoría me cae bien, es un pueblo pequeño y al fin y al cabo es lo que te toca. Pero yo no soy como mi hermana que puede hablar con todo el mundo de todo tipo de cosas. Yo prefiero tener conversaciones más interesantes, y tú pareces bastante interesante.

No me dio tiempo a preguntarle a qué se refería, porque me agarró del brazo y me llevó a la mesa de comidas y bebidas. 

-Yo normalmente estoy una o dos horas en la fiesta y luego me subo a mi cuarto para estar sola, pero hoy es diferente porque tú tienes que conocer a gente-me dijo mientras me tendía una bebida. Yo sonreí aunque prefería hacer lo primero que había dicho a lo segundo-. Oye por cierto, vienes muy mona, pero espero que debajo de la falda lleves el bañador, porque si no te vas a mojar un poco.

-¿Bañador?-respondí temiendo lo peor.

-Claro, es una fiesta en la piscina-respondió señalando la enorme piscina-. Espera ¿no te lo habíamos dicho verdad?.

-No, no tenía ni idea-dije-No me imaginaba ni que tuvieseis la piscina abierta en Semana Santa.

-Bueno, nosotros siempre tenemos la piscina abierta, y aunque es un poco raro tenemos como tradición empezar el último trimestre bañándonos todos el último fin de semana antes de empezar.

-¿Todos?.

-A ver no todo el mundo se mete, pero al final de la noche siempre te acaban tirando-. Vio lo nerviosa que me estaba poniendo y me intentó tranquilizar-. A lo mejor como eres nueva tienen un poco de piedad y no te tiran-dijo mientras me miraba, pro las dos sabíamos que por ser nueva seguramente me tirarían, además de que no quería aguarles la fiesta. Necesitaba caerles bien.

Estuvimos dando unas cuantas vueltas por el jardín viendo como cada vez se iba llenando más.

-Dentro de poco se empezaran a unir todos los grupos y te querrán conocer así que te voy a ir advirtiendo-dijo mientras se sentaba en un sofá, yo hice lo mismo-. Mira, todo ese grupo de chicas que están con Celia son el grupo de tenis. La más alta se llama Irene, es la novia de mi hermana y la capitana del equipo. En general todas son muy majas, pero si no perteneces al equipo no vas a tener mucho tema de conversación. Esa de ahí se llama Adriana-dijo señalando a una chica con el pelo rubio e increíblemente largo-. Y la que está a su lado es Itziar-señaló a una chica de pelo rizado que en ese momento estaba gritando-. Son majas cuando quieren pero cuando se les pone un chico delante parece que se les nubla el cerebro y dejan de pensar. Bueno no con todos los chicos, más bien con mi hermano y los de su grupo.

Nuestro trozo de marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora