El ardor en la garganta fue lo primero que notó Lex al abrir los ojos. Era una sensación que recordaba al dolor que había sentido justo antes de desmayarse, pero se concentraba únicamente en un lugar, para su alivio. El dolor que había sentido después de ser mordida por esa mujer había sido peor de lo que podía describir.
Lo segundo que notó Lex fue que ya no tenía que respirar, estaba tendida en el frío suelo de cemento, inmóvil y sin respirar. Tras una inspección más detallada, su corazón estaba completamente silencioso. Por más que se concentrara, no podía sentir el ritmo de sus latidos.
¿Estaba... muerta?
Eso es ridículo, pensó. Podía ver, oír, oler, pensar, por lo tanto tenía que estar viva. Sólo estaba en shock, o algo así. Tenía que ser eso.
Lex finalmente miró a su alrededor y se sorprendió al darse cuenta de que podía ver las partículas de polvo que flotaban en el aire. Más allá del polvo, pudo ver que estaba en un gran sótano abarrotado: había niños de su edad, todos mortalmente pálidos con varios tonos de ojos rojos que casi brillaban en la penumbra de la habitación. Las paredes eran de un gris mohoso y no había ventanas, lo que le impedía saber qué hora del día era. La única luz de la habitación procedía de una única bombilla que colgaba del techo con un cable negro.
"¿Dónde coño estoy?" murmuró Lex para sí misma mientras se levantaba del frío suelo donde la habían dejado, probablemente los que la habían atacado.
Algunos de los chicos se rieron de su falta de conocimiento y la miraron como si la estuvieran evaluando. Sus miradas lascivas llenaron a Lex de una sensación de malestar.
"Estás despierta", dijo una voz. Lex giró la cabeza para ver al hombre que la había atacado, que seguía llevando las mismas gafas de sol oscuras que llevaba cuando la atacó.
"Empezaba a pensar que estabas acabada", dijo. "Estuviste fuera casi cinco días, la transformación suele fallar cuando tarda tanto".
"¿Quién eres tú?" Lex le preguntó con cautela. No se fiaba de este tipo ni un segundo, la había atacado la última vez que se habían visto.
El ardor en su garganta se intensificó, y le costó todo lo que tenía para no gritar de dolor.
"Me llamo Riley", se jactó el hombre. "Soy el que manda aquí".
"¿Qué me has hecho?", gruñó ella mientras se agarraba el cuello.
"Te convertí en un dios. Bueno, ella lo hizo, pero yo te elegí a ti", sonrió Riley. "Eres más rápido, más fuerte, más bella y mejor en todos los sentidos imaginables".
"¿De qué estás hablando?" Lex presionó a través del fuego en su garganta. Si su corazón todavía funcionara, habría estado golpeando en su pecho.
"Eres un vampiro", dijo Riley encogiéndose de hombros.
"Los vampiros no son reales", dijo Lex con tono inexpresivo. Este tipo estaba loco. "Y definitivamente no soy una. Eso... eso es imposible".
Riley le entregó un pequeño espejo. " Mírate".
Ella jadeó ante lo que vio. Aunque Lex siempre había sido pálida, ahora su piel carecía de cualquier pigmento. Sus cicatrices de acné y granos habían desaparecido sin dejar rastro, y sus pómulos eran más afilados y pronunciados. Sus labios eran más carnosos y rosados de lo que nunca habían sido, y su pelo parecía imposiblemente sedoso. Pero lo que más le llamó la atención fueron sus ojos: sus iris, que antes eran de un hermoso verde jade, eran ahora de un carmesí brillante.
"¿No sientes ese ardor en la garganta?", le preguntó, apartando los ojos de su reflejo. "Tienes sed".
La garganta le ardió aún más en respuesta a sus palabras: se sintió como si hubiera tragado lava fundida y la hubiese ahogado con un fuego salvaje. Gimió de dolor.
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Too Close Rosalie Hale
FanfictionLex (diminutivo de Alexandrine, pero se niega a llamarse así) Holloway estaba teniendo el peor cumpleaños de su vida. Incluso se atrevería a decir que era uno de los peores cumpleaños de la historia de los cumpleaños. Primero, su novio la deja de re...