CAPÍTULO 2 [Editado]

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CAPÍTULO 2

CAPÍTULO 2

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Alessia

Abrir los ojos resultaba difícil; una leve punzada en el pecho nublaba mi claridad para pensar. A pesar del malestar, me esforcé en abrirlos lentamente, contemplando las húmedas paredes a mi alrededor. La persistente punzada amenazaba con vencerme; esperé unos minutos para recuperar la energía suficiente y poder levantarme. Con el cuerpo adolorido, opté por sentarme y examiné con detenimiento la diminuta cama donde reposaba: solo contaba con una fina cobija y una almohada sin relleno, comprendiendo así la razón de mi malestar.

Decidí, a pesar de mi mareo, dirigirme hacia la puerta frente a mí, la cual estaba recubierta en un tono obsidiana. Tropecé un par de veces en el camino, siendo consciente de que el sedante aún surtía efecto en mi cuerpo.

— Hijo de puta. — murmuró con odio dirigido a su persona. Empujo la puerta con firmeza, pero esta permanece impasible. Frunzo el ceño con frustración y repito la acción una vez más.

Molesta y frustrada, desahogo mi irritación pateando la puerta con fuerza, solo para que el dolor en mi pie sea un recordatorio de mi error. A pesar del ruido, lanzó puñetazos en un intento de liberar mi frustración.

Sin embargo, mi agresión parece ser en vano, ya que la puerta permanece imperturbable. No muestra rasguños ni indica que mis esfuerzos den resultados. Solo el eco hueco de mis golpes resuena en la habitación.

— ¡Déjenme salir! — Grité con desesperación, mi voz resonando cerca de la puerta como eco. Continue maldiciendo: — ¡Alpha de mierda es lo que tiene este mundo! Un idiota que tiene el poder subido a la cabeza. — Chillé exasperada, sorprendida por la intensidad de mi propio disgusto.

Vuelvo a examinar detenidamente el pequeño cuarto y, al posar la mirada en una esquina, descubro mi reflejo en un espejo desgastado. La sorpresa y el desconcierto se apoderan de mí al contemplar la imagen que me devuelve. Mi cabello era una maraña de hebras sueltas con nudos a los lados completamente alborotados. Mi rostro, por su parte, muestra las huellas evidentes de un torbellino emocional: enrojecido por la ira junto con unos ojos gastados por el cansancio, me resulta difícil discernir entre ambas emociones.

Observo mi reflejo con detenimiento. Mi expresión demacrada y las ojeras que se extienden bajo mis ojos podrían ser confundidas fácilmente con bolsas de cansancio. Aunque mi vestido permanece intacto, el detalle no escapa a mi atención, provocando un atisbo de extrañeza.

Decido acercarme al espejo y, con gestos meticulosos, trato de devolver un mínimo de orden a mi desordenado cabello. Deshago con impaciencia el peinado que Alice había cuidadosamente creado, como si despojarme de esa apariencia anterior pudiera ofrecerme algún tipo de control en medio de mi crisis en este momento.

THE ALPHA ARTEM [PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora