CAPÍTULO 7 [Editado]

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CAPÍTULO 7

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CAPÍTULO 7

Alice

Escuchar a las mujeres regodearse me hizo reflexionar. La ausencia de Alessia no era casualidad; algo dentro de mí estaba inquieto y mi loba ansiosa me lo confirmaba. Algo había sucedido y yo no tenía claro qué. Agitada y con la respiración entrecortada, me apresuro hacia la casa apartada del pueblo, donde se encontraba la familia del líder de caza de nuestra manada. Sabía que algo estaba mal.

Una vez que visualizo la casa, me paro en la puerta, dispuesta a molerla a golpes si fuera necesario. Sin embargo, no lo fue, ya que se abre lentamente. Veo a la pareja demacrada, abrazándose como si no hubiera un mañana. Rápidamente me acerco, preocupada.

La mujer que vi esta mañana, con su cabello castaño claro, pecas y ojeras, pero con una sonrisa cálida, no era la misma que estaba viendo ahora. En cambio, su pareja parecía haber sido golpeado brutalmente, con heridas profundas. Noté rasgos de incomodidad y dolor al forzar sus movimientos.

Mi corazón latía con fuerza mientras me acercaba a ellos.
—¿Qué ha pasado aquí? —pregunté, mi voz temblando ligeramente. Margaret con una seña me indicó que pase.

Una vez dentro de la casa la mujer levantó la vista, y sus ojos, antes llenos de vida, ahora reflejaban agotamiento.

—Él vino —dijo en un susurro, su voz quebrada—. Se llevó a Alessia por nuestro error.
Un escalofrío recorrió mi espalda. Mi loba aullaba dentro de mí, desesperada por actuar, por hacer algo. La rabia y el miedo se entrelazaban en mi pecho, creando un nudo de tensión casi insoportable.

—¿Quién? —insistí, tratando de mantener la calma—. ¿Quién se llevó a Alessia?

El hombre, con esfuerzo, se incorporó un poco. Su rostro, una mezcla de dolor y determinación, me miró fijamente.

—Nuestro Alpha estuvo aquí hace unas horas, con la intención de exterminar al pueblo... —Su voz se apagó, como si cada palabra le costara un mundo—. Intenté detenerlo. Fue un acto de traición por mi parte cuestionar su decisión, pero no pude evitarlo. Sin embargo, fue inútil.

La desesperación me invadió. Los cazadores eran implacables, y si Alessia estaba en sus manos, cada segundo contaba.

—No comprendo, Margaret —dije, mirando hacia arriba en un intento de controlar las lágrimas que amenazan con salir—. Si iba a masacrar la manada, ¿por qué se llevó a Alessia?
Margaret agachó la cabeza, jugando con sus dedos antes de tomar la taza de té verde.

—Cariño, nos permitió vivir a cambio de Alessia —sollozó, sin levantar la mirada en ningún momento—. Fue mi culpa. Yo no quería que se llevaran a mi pequeña. También desafié al Alpha, pero él... se desquitó con Paulo.

THE ALPHA ARTEM [PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora