Capítulo 16 - Viciado

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Dispara.

La voz profunda le estaba tentando a jalar el gatillo, y él estaba determinado a hacerlo. Aún así se atrevió a preguntar la razón cuando no estuvo fuera de sí, no del todo.

— ¿De qué hablas? —dijo Asahi cuando el menor le hubo preguntado.

— ¿Por qué merece que lo mate? —repuso Tatsuya con la voz rasposa.

Asahi pasó de estar detrás suyo a avanzar hacia el hombre que permanecía de rodillas en el suelo, con la cabeza gacha y las manos atadas en la espalda.

— Lo que tienes aquí —escupió Asahi, echando la cabeza del hombre hacia atrás con un tirón a los cabellos, con tanta fuerza que Tatsuya visualizó un cuello roto—, es un ejemplo perfecto de basura humana. Al menos un ochenta por ciento de lo que gana traficando heroína llega a parar a la mano de pequeñas prostitutas, menores de edad. Cavó su propia tumba cuando abusó de la hija de su superior cuando se enteró de que ella lo había acusado de robar del despacho de su padre.

A pesar de los horribles cargos de los que se había acusado al hombre, este ni siquiera se inmutó, como si no estuviera orgulloso de lo que había hecho, pero tampoco que se arrepintiese. No luchaba, no hacía gestos ni suplicaba. Sabía que debía pagar por todo los errores de su pasado.

— Dime —susurró Asahi en su oído, provocando que se crispara pues no supo cuándo el mayor había recuperado su posición junto a él. Había dejado de prestar atención por pensar en lo que podría encontrarse en la oscura mente de alguien como el sujeto que tenía en frente—. ¿No es acaso repulsivo? ¿No merece morir?

— Sí —dijo Tatsuya.

— ¿Entonces qué esperas? —dijo Asahi, levantando el brazo del chico que sostenía el revólver hasta que apuntó hacia el individuo—. Si no lo haces tú, yo mismo le volaré la cabeza.

Vio al hombre tragar duro en anticipación cuando sujetó la pistola con tenacidad, apuntando justo en el entrecejo. Los ojos del criminal se cerraron con resignación.

Dispara.

Y lo hizo.

Afortunadamente —si es que lo que acababa de hacer podía entrar en la categoría de fortuna—, la sangre salpicó por detrás del cuerpo en cuanto la bala atravesó el cráneo con un estruendo. El impacto hizo que Tatsuya diera un paso hacia atrás, aturdido; nunca se podría acostumbrar a ese horrible calor que desprendía el cañón del arma una vez había sido accionada.

— Muy bien, Tatsuya —dijo la voz grave a su lado. El aludido levantó la cabeza para encontrarse con ese par de ojos encarcelados por cristales—. Vamos.

El brillo de la bombilla amarillenta que iluminaba el lugar lanzó un destello contra los lentes del mayor en cuanto se dio la media vuelta y caminó fuera del edificio.

— ¿Quién se va a encargar de, ya sabes...? —preguntó Tatsuya en cuanto estuvieron en el auto.

— Si te refieres a quién va a deshacerse del cuerpo, ya hay gente que se encarga de eso. Rangos bajos —respondió el mayor sin quitar la vista del camino. Estuvieron un rato en silencio, Tatsuya perdido en su propio mundo hasta que Asahi quebró el silencio—: Iremos a un club esta noche.

— ¿Un club? —dijo, un poco confundido. ¿Qué tendrían que hacer en un club?

— Sí. No es nada de trabajo, sólo beberé con unos colegas.

— ¿Por qué me llevas a mí? —se atrevió a cuestionar, e inmediatamente se retractó. Ahora no lo llevaría a ninguna parte por la insolencia con la que preguntó.

Conversus in Luminaria [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora