Los golpes en la madera hicieron que se despertara. El cabello largo se le revolvía en la cara, las sábanas estaban caídas y su cuerpo era un ovillo sobre la única sábana que quedaba sobre la cama.
No quería mover ni un solo músculo por miedo a quebrarse y convertirse en polvo. Puso todo su esfuerzo en permanecer con la mente en blanco, pero los recuerdos de la noche anterior se apoderaron de él en una secuencia de imágenes borrosas que le punzaron desde las sienes. Con una exclamación de dolor, se llevó las manos a la cabeza.
No se quebró.
Una voz corriente lo llamaba del otro lado de la puerta. Escuchó un par de palabras y se tapó los oídos con fuerza. Sentía que algo retumbaba desde su interior, una y otra vez; casi pudo imaginarse a un diminuto alienígena que quebraba su cráneo y salía victorioso, pero incluso el imaginar algo tan incoherente le reventaba los sesos. Hasta el más mínimo ruido parecía tan estridente. Un alfiler podría caer y le taladraría el hueso.
De un momento a otro, se percató de que la mayor parte del dolor no era tan físico como el creía, que le dolían más los recuerdos que la propia resaca de lo que fuese con lo que le hubieran drogado.
Trató de levantarse y se cayó de bruces. El dolor era de parte y parte. Se quedó allí, llorando sobre el suelo, incapaz de moverse por sí solo, tratando de atrapar el aire, pero no podía quitarse la sensación de que se ahogaba. Tal vez, si seguía llorando, la habitación se inundaría y ahí se ahogaría realmente. Se asustó, presa de su fabricada insensatez y trató de levantarse. Fue arrastrándose poco a poco hacia un armario de cajones y se sujetó torpemente de uno de los asideros. Puede que fuera tal su aturdimiento como para haber olvidado todos sus conocimientos de física, entonces la gravedad actuó sobre él (literalmente), y el pesado armario cayó sobre su ya magullado cuerpo. Fue incapaz de gritar; el peso del mueble le había sacado el aire. Sus pies y su cabeza sobresalían a lado opuestos mientras su parte media luchaba por librarse. Al ver que en su condición no podría levantarlo, rodó hacia un lado hasta que el mueble pasó a estar llano sobre el suelo.
Un dolor diferente lo sorprendió. El florero que se hallaba antes sobre el armario estaba roto en decenas de pedacitos que le cortaron las pies en varios lugares. Las rosas que antes yacían hermosas en su jarrón de cristal estaban ahora regadas por el suelo; recogió una de ellas y se quedó viéndola con sus ojos azules.
Esas espinas también le hicieron daño.
Entonces recordó todo, mientras las gotas de sangre seguían deslizándose por sus dedos.
No supo cuándo ni cómo había llegado a ese lugar. Adormecido, trató de adivinar en dónde estaba. Llegó a pensar que estaba ciego: todo era negro, ni una pizca de luz. Como si alguien hubiera adivinado su despertar, una luz blanca se encendió sobre él. Miró hacia arriba y se quedó sin aliento.
Cadenas. Sus dos brazos estaban aprisionados por cadenas, cada una jalando hacia extremos opuestos, manteniéndolo con los brazos por encima de su cabeza. Quiso ver a qué estaba sostenido y detectó una sensación diferente. Había algo en su cuello; no lo ahorcaba pero no estaba suelto, como una correa, pero no podía saberlo. Así, su sentido del tacto fue bajando y notó que estaba desnudo, totalmente desnudo. Más abajo otro par de cadenas le sujetaban los tobillos respectivamente. Estaba en una perfecta posición de X. Se inquietó cuando no pudo cerrar las piernas.
Gritó, pero sólo su eco le respondió. Bien sabía que por mucho que forzara las cadenas no se podría liberar, pero le desesperaba encontrarse tan expuesto.
Una figura surgió de entre las sombras con paso firme y un escalofrío le recorrió la espalda cuando algo ―no supo qué― le rozó la espalda baja. Quiso gritar, clamar piedad pero temió que, tal vez, fuera un arma lo que se encontrara sobre su piel. O que lo castigaran por ser tan pusilánime.
ESTÁS LEYENDO
Conversus in Luminaria [Gay]
Fiksi UmumUtagawa Daichi podría pasar por un chico mimado al que se le ha dado todo lo que ha querido. Pero, ¿a qué precio? Un hijo de la mafia japonesa criado entre lujos, a costa de más sangre derramada de la que se puede imaginar. Hasta ahora, Daichi ha vi...