6. Decadencia

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Cerró los ojos e inhaló profundamente. Con tu técnica de sabio, sintió como la tierra y los árboles de la aldea y sus alrededores inhalaban con él. La brisa de esa noche era calmada y suave, movía las hojas con pereza y le recordaba noches de verano más amenas.

La calma antes de la tormenta.

Hashirama se había retirado temprano por ese día, con mucho esfuerzo había logrado separarse de los anciano de su clan y había convencido a su hermano de que le permitiera esos momentos para meditar. El sabio sabía que lo necesitaría.

Sabía de su compromiso desde muy joven, su padre nunca se molestó en ocultárselo, y no era un tema que realmente le importase, al menos no en ese momento. Sin embargo, la llegada de Madara le había hecho cambiar sus pensamientos.

Suelta el aire lentamente antes de volver a inhalar.

Ambos habían crecido y con mucho esfuerzo lograron crear su aldea, su sueño de libertad... Un sueño que pronto perdería parte de su brillo. La llegada de los Uzumaki estaba prevista para el día siguiente en la mañana, un halcón mensajero había confirmado la ubicación de sus aliados a menos de un día de viaje a pie y la sola noticia había sido suficiente para sentir que perdía parte de su soporte.

No deseaba casarse, al menos no tan pronto y no de esa forma.

Desde el nacimiento de Konoha, había olvidado por completo que, tanto él como la princesa Mito, serían la moneda de cambio en las ansias de poder de un hombre muerto y un anciano que pronto le seguiría.

Soltó una exhalación suave por última vez, el enfoque de su chakra se posó por un segundo en un par de flamas que ardían despacio y al unisonó, justo en el corazón de los terrenos del Clan Uchiha y no pudo evitar enternecerse.

Los Uchiha se mueven por amor. Había escuchado una vez.

Con una sonrisa, desactivó su técnica y dejó que aquellas firmas se perdieran de sus sentidos.

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Tobirama seguía calladamente los pasos de Leiko a través del oscuro pasillo de la casona, la mujer le había pedido cargar algunas cosas de un lugar a otro con la excusa de terminar los preparativos para la llegada de sus primos lejanos.

"Tu hermano." Dijo, después de haber pasado casi todo el camino en silencio. "Estará listo mañana."

"Sí." Respondió, aunque sabía perfectamente que no era una pregunta. "Los preparativos para el recibimiento están listos y Hashirama conoce el itinerario."

"Al igual que lo conocen los demás lideres de los clanes." Soltó ella y no necesitó más que un leve cambio en el ritmo de sus pasos para saber que estaba disgustada.

"Todos están al tanto. Saben que será importante, por lo que no cometerán errores." Le aseguró con confianza.

Aunque al principio coincidía con su negativa de incluir a los demás lideres, también entendía que podría llegar a ser desacertado e incluso riesgoso. La unión de los clanes en Konoha se basaba en una idea de igualdad difícilmente construida y mantenida hasta el momento. Que uno de sus miembros, sobre todo uno de los clanes fundadores, repentinamente decidiese tomar un aliado casi exclusivo pondría en entredicho esa idea de igualdad y la misma credibilidad de la Aldea.

"Esta reunión debe resultar perfecta y el compromiso debe formalizarse cuidadosamente." Le advirtió y su mirada aguda posándose sobre él le dio escalofríos. "Incluso cuando tu padre dejó por escrito sus deseos y los acuerdos a los que accedía, no puedes permitir que tu hermano haga promesas que puedan ser peligrosas para nosotros."

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