𝟏𝟔

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El jardín era inmenso, habían rosaledas en todas las paredes, el verde abundaba en diferentes tonos, destacando así al color rojo de las rosas que estaban acomodadas estratégicamente en cada esquina. Era como si estuvieran encerrados en una cúpula verde, rodeados de tallos crecientes y preciosas flores, simplemente mágico.

La noche azul estrellada, con los astros refulgentes solo añadiendo más atractivo a la escena, la luz blanca de luna iluminando cada espacio, como si fuera un foco gigante brindando un aura angelical. Y es que escenarios así no podías encontrarlos más allá de una entelequia.

Por estar tan ensimismado con el cielo y con las rosas, había pasado por alto otro maravilloso detalle, había una gigantesca fuente ojival hecha de sillar en sus narices, botando agua desde el centro, donde habían dos ángeles tallados envueltos en un mismo manto, la manera en la que las esculturas se veían a los ojos era ciertamente fascinante y abductor, como si tuvieran vida propia.

Escuchó pasos detrás de él y se giró un poco sobresaltado porque pensó que era el único en el lugar.

—Oh amor, eres tú —soltó una risita aliviado —Me asustaste —se volvió a girar para seguir viendo lo bonita que era esa fuente.

Solo eran ellos, ese lugar paradisíaco, el sonido de los grillos y del agua caer.

El hecho de que estuvieran usando ambos terno solo hacía todo mucho más elegante y ostentoso.

—¿No te parece hermoso? —le preguntó él.

—Lo es —asintió con fascinación viendo el cielo.

—Es lo más bonito que he visto después de ti —eso hizo que girara y lo viera con una sonrisa risueña.

Esa sonrisa fue desapareciendo gradualmente.

—¿Qué hacemos aquí? —preguntó de pronto, y él lo miro un poco confundido.

—¿Qué pasa corazón, no te gusta? —preguntó con las cejas enarcadas con preocupación.

—No, no, no. No es eso amor. Me encanta—tomó sus manos entre las suyas mientras aclaraba —Solo... que no sé que hacemos aquí —admitió avergonzado con una sonrisa penosa.

—Supongo que me descubriste —exhaló soltando sus manos.

—¿Cómo? —preguntó ceñudo. Al parecer se había perdido muchos detalles.

El mayor limpió las manos en su traje un par de veces antes de seguir hablando.

—Bright Vachirawit, ¿sabes que eres lo mejor que me ha pasado en la vida, verdad?

—Lo sé —admitió riendo. Amaba que fuera romántico pero le desconcertaba un poco el por qué de la nada —Tu también eres lo mejor que me ha pasado jamás, Win.

—¿También sabes que moriría por ti, que eres lo que más amo en este mundo y que quiero que seas mío siempre, en esta y en todas las malditas vidas después de esta?

Ya ni siquiera podía sonreír por las ganas repentinas que tenía de llorar. ¿De verdad tenía una alma gemela tan perfecta? Su mejor amigo, su otra mitad...

Sus ojos se humedecieron porque sus palabras, más el lugar irrealista, eran simplemente un sueño.

Él también quería eso, claro que lo quería.

Conocerte fue una coincidencia, enamorarme de ti fue casualidad, y amarte como lo hago ahora es destino.

Ante su silencio, Win solo bajó la cabeza y rio bajito.

Él lo sabía.

—Eres mi todo, Bright Vachirawit —se acercó dos pasos hacia él, quedando muy cerca —Quiero que lo seas hasta dar un último respiro.

𝐬𝐭𝐮𝐜𝐤 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐮 ╹𝑩𝒓𝒊𝒈𝒉𝒕𝑾𝒊𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora