5. Triste

343 96 10
                                    

Después de la charla en donde Off había concluido unilateralmente que él no era el alma gemela del faraón milenario, el arqueólogo se dio una ducha rápida, después salió del baño y se recostó en la cama con el propósito de descansar mientras leía ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Después de la charla en donde Off había concluido unilateralmente que él no era el alma gemela del faraón milenario, el arqueólogo se dio una ducha rápida, después salió del baño y se recostó en la cama con el propósito de descansar mientras leía algunas revistas egipcias de arqueología sin dejar de estar al pendiente de lo que hacía Gun.

En todo ese tiempo, Gun únicamente se dedicó a contemplar la hermosa vista que tenía de la ciudad desde la ventana. Admiraba como eran las diferentes calles de su actual Egipto sintiendo añoranza por su antigua vida. Todo era tan extraño y tan distinto. Observaba cosas que no sabía que eran y que jamás había visto en su vida. Tenía muchas preguntas, pero nadie, excepto Akhenaten, parecía dispuesto a querer explicarle cómo era vivir en la actualidad.

Fue entonces que el shock de estar en otra época se apoderó de su mente. Nada era igual y tal vez, en realidad él no estaba destinado a existir en este tiempo. Su momento fue en el pasado y no tenía por qué estar en el presente. Era antinatural, su presencia en este siglo estaba en contra de todos los designios divinos porque era producto de una maldición. Debía aceptar que no pertenecía al nuevo mundo y que si Off no lo amaba, no podía hacer nada y tampoco obligaría a ese hombre a hacerlo.

Giró su vista hacia el hombre que lo había despertado y sonrió con tristeza. Era muy guapo, nunca en su vida había visto a un hombre tan atractivo como él. Ni siquiera el joven militar romano Marco Antonio por el cual todas las mujeres romanas y egipcias suspiraban y que cortejaba tanto a su prima Cleopatra y a él al mismo tiempo, podía llegarle a los talones al hombre que lo sacó de la maldición. Off tenía una belleza masculina digna de los dioses a los que él veneraba, tan sublime, tan extraordinaria, tan gloriosa, tan celestial.

Off había permanecido mucho tiempo en silencio y entonces se percató que no estaba meditando sino que ya se encontraba profundamente dormido. Hubiera sido muy feliz si Off hubiese correspondido sus sentimientos, pero tal vez él que no lo amase era parte de aquel malvado juramento que hicieron en su contra.

—Si mi alma va a vagar por el duat por toda la eternidad, lo mejor será disfrutar de los pocos días que me quedan en esta tierra —susurró Gun para sí mismo y se incorporó para después salir de la habitación dejando a Off perdido en el mundo de los sueños.

No obstante, con un pie fuera de la alcoba comenzó a sentir un ligero mareo. Sí, ese síntoma era la inequívoca prueba de que el reino de los muertos estaba reclamando su alma al no ser aceptaba por su contraparte. Cuando Off no aceptó amar a Gun condenó su alma para siempre y su tiempo con vida estaba contado. La siguiente luna nueva sería el fin de todo, y eso estaba prácticamente a la vuelta de la esquina.

—No quiero regresar —murmuró Gun mientras trataba de estabilizarse sujetándose de la pared— por favor Hathor —suplicó a la diosa egipcia del amor— no quiero volver a ese lugar.

Cuando se sintió mejor, caminó lentamente por un largo pasillo hasta llegar a las escaleras. Suspiró y poco a poco fue bajando los cinco pisos hasta llegar a la recepción en donde sin querer topó con alguien por su descuido de ir caminando con la mirada baja.

Todo Comenzó en Egipto - H.A #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora