11. La persona correcta

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Se sentía mal al ver como Imhotep y Deia, es decir Off y Gun habían vuelto a estar juntos después de miles de años

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Se sentía mal al ver como Imhotep y Deia, es decir Off y Gun habían vuelto a estar juntos después de miles de años. No iba a negar que gran parte de su tristeza pertenecía a su antepasado Khafra, pero él, Singto Munra Prachaya Hassan también había llegado a sentir amor por el hermoso joven.

Su corazón no podía soportarlo y entonces salió de su casa siendo perseguido por Krist, y dejando a todos atrás.

Después de todo el faraón por fin estaba junto a su alma gemela.

—Mi gran señor, lamento no haberme dado cuenta antes del hilo energético que nos une —Off tomó las manos de Gun entre las suyas y lo miró a los ojos— siempre estuvimos hechos el uno para el otro tanto física como mentalmente —besó los nudillos de las hermosas manos de su alma gemela y sonrió— tú y yo somos las dos mitades de un todo y aunque en el pasado me negué a aceptarlo por creerme indigno de ti y en la actualidad un espíritu no me dejaba ver la realidad de nuestra conexión —se hincó delante de Gun sin soltar sus manos— prometo que de ahora en adelante, mi único deber será cuidarte y amarte todos los días que me queden de vida y al renacer, buscarte hasta encontrarte nuevamente para amarte con todo el amor de mi corazón.

Conmovido por las palabras de Off, Gun lloró nuevamente. Ese gesto le pareció increíblemente tierno al arqueólogo que se puso de pie para envolverlo entre sus brazos.

—Creo que lo mejor será dejarlos solos —Akhenaten, aunque triste por su hijo, estaba feliz porque su faraón y el sacerdote que tanto amaba por fin estaban juntos y ambos se reconocían como el complemento del otro.

—¿Qué pasa con Singto? —preguntó New preocupado.

—Sé que está triste porque se sentía atraído por el faraón, pero su relación jamás estuvo destinada a ser, mi señor entregó su corazón hace mucho tiempo a Off y nada ni nadie puede romper ese vínculo, Singto lo superará —Akhenaten sonrió con nostalgia— estará bien, el joven Krist fue tras él.

—Apuesto que esos dos se quedan juntos —soltó Tay con una sonrisa burlona.

—¡Tay! —su novio lo regañó por decir esas cosas delante de su padre.

—Todo puede pasar en este mágico país —Akhenaten les sonrió y la pareja no pudo haber estado más de acuerdo con él.

Mientras tanto, Singto había llegado a unas ruinas que estaban cerca de su casa y se había sentado en una de las esquinas con la mirada perdida en la nada. Ese era su lugar favorito para ir cuando se sentía triste. Ahí podía dejar salir sus penas y encontrar paz.

—A veces llorar es otra forma de no ahogarse —la voz de Krist lo hizo levantar la vista.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el egipcio de mala gana.

—No te veías bien cuando saliste de tu casa, y pensé que podrías necesitar...

—No necesito nada, solo quiero estar solo —interrumpió Singto— vete.

Todo Comenzó en Egipto - H.A #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora