17. La clave de su futuro

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De pronto se encontraba afuera de la mansión de Krist en la gris y oscura Inglaterra

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De pronto se encontraba afuera de la mansión de Krist en la gris y oscura Inglaterra.

Singto sabía que la capital inglesa era particularmente lluviosa y que la mayor parte del tiempo el cielo se encontraba cubierto de nubes grises pero el pronóstico del clima de ese día había anunciado cielo despejado sin probabilidad de lluvia, así que el chubasco que lo recibió apenas saliendo del aeropuerto le presagiaba un mal augurio, según él.

Pero ya estaba ahí, y no podía echarse para atrás. Sus nervios no podían traicionarlo justo cuando estaba a metros de su objetivo. Su inseguridad debía hacerla a un lado y levantar el dedo para tocar el timbre.

Detrás de ese alto e imponente portón negro estaba la clave de su futuro.

Sin embargo, Singto pasó más de dos horas contemplando prácticamente a la nada con su mirada fija en el portón. Se sentía bloqueado, incapaz de moverse, y dudaba siquiera de que siguiera respirando.

—Bas, saldré a pasear a Bruno —Krist le gritó a su hermano desde el recibidor de su casa. Bruno era un San Bernardo macho de tres años con setenta y nueve kilos de personalidad vivaz, amigable, gentil, vigilante y calmada.

—¿A esta hora? —Preguntó Bas bajando las escaleras con su singular mala actitud— además está lloviznando.

—No pude sacarlo a pasear en la mañana porque tuve una reunión muy temprano —indicó Krist— y como tú no lo sacaste tampoco, Bruno está inquieto, necesita salir a correr así que iremos en este momento —no le debía explicaciones a su hermano menor pero tampoco tenía ánimos de discutir con él. Además, dentro de poco volverían a Alemania definitivamente, así que mejor llevar la fiesta en paz en lo que seguían juntos ahí.

Se supone que Bas iría con él a Inglaterra unos días y después volaría a su país natal, sin embargo su hermano, por alguna extraña razón que no entendía, se había quedado a acompañarlo todo el tiempo.

No iba a negar que la mayor parte del tiempo convivían como dos hermanos normales, pero había ocasiones en las que quería arrancarle la cabeza.

—Bruno es demasiado para mí, no puedo con él, además no me gusta oler a perro y a sudor después de un paseo —Bas fue a la cocina y Krist rodó los ojos.

Su hermano era... ¡Dios! su hermano y no podía decir más.

Salió de la casa atravesando el jardín, los paseos con Bruno, eran parte de su "terapia" para no caer en una profunda depresión. Era increíble lo mucho que podía llegar a extrañar a alguien que había conocido durante apenas unos días. Era asombrosa la tristeza que sintió cuando el avión despegó de Egipto y aterrizó en Londres.

Habían sido dos meses en los que se enfrascó en los proyectos arqueológicos que financiaba su padre alrededor del mundo y en salir a pasear con Bruno. Por las noches dedicaba dos horas de ejercicio que lo dejaban lo suficientemente exhausto como para siquiera ofrecerle algún pensamiento al hombre egipcio que tanto extrañaba.

Todo Comenzó en Egipto - H.A #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora