Operación "Felicidad A Las Llamas"

1: Preocupación

En la mañana una muchacha joven  de cabellos negros y ojos morados iba caminando por los prados, esta muchacha es conocida como Urame Kie. La mujer estaba preocupada, bastante la verdad. Hace poco una gran amiga suya murió dejando a su esposo solo y con dos niños que mantener y criar. Ciertamente está triste, pues era una persona a la que consideraba casi como una hermana

Todos saben que Ruka y Kie siempre fueron como uña y piel.

Aún así ¿por qué menciono esto? Sencillo: Lo que la mantiene preocupada es el hecho de que Rengoku Shinjuro (el esposo de la fallecida y amigo suyo) fué en definitiva el más afectado de todos, el pobre no pudo ni despedirse de forma apropiada por estar en una misión. Obviamente esto no lo detuvo de llorarla hasta quedar rendido por muchas noches.

Pero no es exactamente el llanto de su amigo lo que le tiene preocupada, si no el hecho de que a pesar de que ya no llora todas las noches, ya no balbuceas incoherencias sobre que tiene que reunirse con su amada, y tampoco parece importarle realmente poco si sus hijos lo ven llorar, Shinjuro no ha vuelto a ser él mismo. Tampoco se pretendía que lo sea, pero que ya toda pequeña llama de pasión y alegría se vuelva envuelta en un frío tan helado como la nieve en invierno... Es demasiado para ellos ver algo tan triste.

Realmente los tiene preocupados a todos los que lo rodean, hasta hay siempre él que cree que se puede cortar el cuello o el vientre al no soportar el dolor.

Y esa idea le da escalofríos cada que cruza por su mente.

Kie llegó a la mitad de una montaña justo en donde se encuentra una pequeña choza, una que casi ni se nota, al frente de esta se encontraba un hombre de cabello negro y una máscara tengu, este al parecer la esperaba.

- Kie, llegaste rápido -dijo serio, pero la castaña logró identificar un dije de burla ¿o sarcasmo?

¿Importa?

- Se dice "Buenos días" -irónica rodeó los ojos esperando alguna invitación a pasar, siempre era lo mismo cuando de Urokodaki Sankoji se trataba... ¿O siempre era lo mismo cuando de Urame Kie se trataba? Muy probablemente es la segunda.

- Ajá, ya pasá, que ni tu ni yo tenemos tiempo y esto va para largo. -empezó a caminar a adentro de la choza, Kie miró como el mayor se dirigió hacia una dirección contraria la de ella y se puso dudosa sobre que podría ser tan importante como para tener que mandarla a llamar y no decirle directamente con un cuervo.

Realmente quiere irse.

- es sobre Shinjuro. -dicho esto, terminó de entrar a su choza.

Oh, eso le interesa un poco más.

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Una vez dentro de ella se sentaron en el tatami para poder hablar con más tranquilidad, Urame miraba por la ventana mientras esperaba a Urokodaki que se encontraba haciendo el té. Para estar en una montaña había mucho sol, todo estaba en tonalidades de un cálido amarillo, aún así ella no lo veía como tal, jamás lo hacía, dejó de sentir el cálido amarillo cuando apenas era una niña. Pero aprendió a vivir en un mundo donde ese cálido amarillo se le escapaba de sus manos.

Quitó la vista de la ventana y se puso a detallar la habitación en la que se encuentra. Era sencilla y pequeña; una mesita, un escritorio (pequeño), cojines para sentarse, dos puertas, una que vá hacia la cocina y otra que, imagina, va a un baño, un armario donde guarda su futon y un pequeño asiento frente a la ventana.

En fin, una choza común y corriente, un poco más grande de lo normal, pero una choza común y corriente

Se imagina perfectamente al mayor entrando por la puerta de la cocina con una taza de café o té, sentándose en el mismo lugar que ella para ver un hermoso paisaje alumbrado por el amanecer.