Toda acción tiene su consecuencia

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Pov: Myoui Mina.

Luego de ducharme y quitarme todo rastro de sangre que pudiese aún tener mi cuerpo decidí ingresar en mi habitación con solo una pequeña toalla cubriendo mi cintura. En silencio arrastré mis pies desnudos hacia el espejo que colgaba en medio de la habitación notando las cicatrices que cubrían gran parte de mis muslos: la mayoría de estas habían sido causadas netamente por mis propias manos. Francamente no recuerdo el momento exacto en que había comenzado a lastimarme, no sé si esto comenzó por el deseo propio de mi padre o mi propia desesperación no encontró otra salida más que disminuir el daño emocional por el físico. Solo sé que llevaba años haciéndolo; lo realizaba cada vez que las cosas salían mal, cada vez que alguien moría por mis manos o por mi culpa, cada vez que las cosas se salían de control yo huía a mi habitación creando un pequeño hechizo para quemar la piel de mis muslos. Las primeras veces fueron terriblemente dolorosas, ni siquiera usaba magia para curar el daño, así que podía pasar semanas con un dolor agonizante que jamás expresaba abiertamente. 

Por impulso creer un hechizo presionando mi dedo sobre mi muslo. El olor a carne quemada y el humo que desprendía mi piel rápidamente se hizo de notar, pero a diferencia de las primeras veces, esta vez no sentí ningún tipo de dolor. Cuando me sentí satisfecha del daño que me había causado proseguí a vestirme notando como la expresión de mi rostro no había cambiado ni siquiera cuando era evidente del daño que me había hecho. Luego de alistarme salí de mi habitación notando como Chan me estaba esperando frente a la puerta. Él no hizo comentarios, pero por la manera en que me observó sé que era plenamente consciente de que algo malo me había hecho. Decidí ignorarlo. Ante la tensión en el ambiente él velozmente me indicó donde debía dirigirme así que lo seguí. Podía sentir su mirada en mi perfil mientras que yo presionaba impulsivamente mi palma contra el mango de mi espada. Estaba molesta, las cosas no había salido cómo lo tenía planeado, se suponía que los monstruos jamás debían llegar a las murallas que dividían mis tierras de la Capital, por esa razón estaba dando grandes sumas de dinero, para mantener a la gente y las paredes segura, así que como... ¿Cómo demonios las cosas terminaron así? me cuestioné dándole un vistazo a Chan notando como él mantenía sus dos manos detrás de su espalda, ¿Acaso tengo ratas? pensé a la vez que presionaba mis dientes entre sí. 

Al ingresar en el despacho pude notar rápidamente a mi herrero sentado en uno de los largos sofá con las manos puestas sobre sus muslos y los hombros encorvados en señal de sumisión. A simple vista parecía estar asustado, y eso se hizo más evidente en el momento que alzó su mentón permitiendo que su expresión aterrada quedase expuesta para mis fríos ojos. Con calma miré por sobre mi hombro izquierdo notando como Chan estaba detrás de mi, ni siquiera me tuve que tomar la molestia de alzar la voz para que él comprendiera que él no tenía permitido de ingresar en la habitación. Por la manera en que me observó no parecía estar realmente de acuerdo con la decisión que yo había tomado, creo que no le gustaba la idea de que me quedara a solas con mi empleado, pero él no tenía el poder suficiente para ir en contra de mis palabras sin sufrir las consecuencias, así que de forma obediente hizo una suave reverencias para luego simplemente dar un paso hacía atrás cerrando la puerta, dejándonos de esa forma a solas. 

Sintiendo la mirada fija del herrero sobre mi cuerpo comencé a caminar hacia uno de los sofá. A pesar de que tenía la costumbre de siempre sentarme frente a mi escritorio para dejar en claro quién tenía el dominio de la habitación, esta vez decidí simplemente tomar asiento en el sofá que estaba frente a él notando como la incomodidad se desbordaba de su robusto cuerpo. Por instinto saqué mi espada y la recosté al lado de mi muslo, para luego cruzarme de brazos. Mis ojos los mantuve fijos en la manera en que su rostro había palidecido al notar el arma que dejé expuesta. No hice comentarios los primeros minutos notando como el pasar de los segundos acompañados por el tictac del reloj resonando en la silenciosa habitación causaba que empeorase las emociones que él estaba dejando expuestas. Mis ojos no me engañaban, él parecía realmente arrepentido, así que supe que no había sido causalidad que la armadura de Jooheon hubiese causado su muerte.

La Tirana del Norte [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora