Cena sangrienta.

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Advertencia: se recomienda no leer el capitulo si eres una persona sensible a la sangre y asesinato de menores. 

Pov: Myoui Mina. 

Después de limpiar concienzudamente mi armadura en las aguas cristalinas del río, regresé junto al príncipe Chaewon hacia la zona donde el resto de los caballeros habían montado temporalmente el campamento. A pesar del cansancio abrumador que sentía, conciliar el sueño resultó una tarea ardua aquella noche. Mi cuerpo estaba exhausto, pero mi mente no dejaba de dar vueltas. Cada intento de cerrar los ojos solo traía consigo pensamientos que se entrelazaban y me atormentaban sin piedad. Finalmente, me incorporé de golpe, frustrada por mi incapacidad para descansar. Observé en la penumbra cómo la llama de la vela se consumía lentamente, proyectando sombras danzantes sobre las paredes de la tienda. Decidí esperar en silencio el nuevo amanecer, buscando en la quietud de la noche algún consuelo para mi mente agitada.

El tiempo pasaba lentamente mientras los primeros rayos de luz empezaban a filtrarse por las rendijas de la tienda. El cielo gradualmente se tornaba más claro, anunciando el inicio de un nuevo día. Fue entonces cuando me di cuenta de que, a pesar de la falta de sueño, había encontrado una especie de paz en la quietud de aquella fría noche.

—Duquesa... ¿Esta despierta? —la voz tranquila de Chan llenó el silencio del cuarto—voy a pasar—anunció mientras yo permanecía sentada, observando detenidamente cómo movía la tela para abrirse paso. Sus ojos pronto encontraron los míos—¿No logró descansar?

—Estoy bien—respondí al mismo tiempo en que me colocaba de pie—vamos, tenemos que partir a la Capital—comenté mientras que tomaba mi espada.

¿Huh?, pensé, bajando la mirada. No dije nada al respecto, simplemente moví mi arma, sintiendo que algo no estaba bien, aunque no podía explicar exactamente por qué tenía esa extraña sensación.

¿Era idea mía o se sentía más liviana?

—¿Sucede algo? —Chan cuestionó, haciendo que volviera mi atención hacia él.

—No, no pasa nada—respondí, tratando de ignorar esa creciente inquietud.

Chan asintió, pero no parecía completamente convencido. Nos preparamos en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos. Era evidente que algo perturbaba el ambiente, pero ninguno de los dos estaba dispuesto a abordarlo directamente.

Finalmente, cuando estuvimos listos para partir, nos dirigimos hacia la Capital, cada uno montando su caballo correspondiente. El sol se alzaba lentamente, pintando el cielo con tonos cálidos que contrastaban con mi intranquilidad interna. No había tenido la oportunidad de hablar con Chaewon desde la noche anterior, y de alguna manera, agradecía ese silencio. La conversación que mantuvimos en el río había dejado un eco de tensión en el aire, y ahora ansiaba un poco de paz, aunque fuera durante este breve trayecto. A medida que avanzábamos por el camino, el paisaje cambiaba gradualmente. Los campos verdes se extendían a nuestro alrededor, salpicados aquí y allá por pequeños pueblos que despertaban lentamente con la llegada del día.

Mientras guiaba a mi caballo con concentración, aprovechaba el tiempo para ordenar mis pensamientos. Habían sucedido demasiadas cosas en muy poco tiempo y las preocupaciones no me dejaban en paz. No podía evitar pensar en cómo estaría mi esposa. ¿La repentina llegada de los caballeros Reales la habría asustado?, me cuestioné, sintiendo cómo la ansiedad comenzaba a carcomer lentamente mi mente. A pesar de que sabía que ella era fuerte y capaz de enfrentar cualquier situación, no podía impedir que mi mente se llenara de imágenes de ella preocupada en nuestra casa, esperando mi tan anhelado regreso.

La Tirana del Norte [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora