Dueña del Ducado

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Pov: Myoui Mina.

Si debo ser del todo sincera, una parte de mi esperaba que la princesa Misuk intentase tarde o temprano algo contra mi persona o directamente contra mi esposa, sabía que vendría de manera hostil, y ese pensamiento no hizo más que aumentar al notar su comportamiento en el interior del Ducado; era más que evidente su deseo por querer realizar una ataque silencioso contra mi persona queriendo con obvias razones obtener el poder propio que el Ducado poseía, sus claras intenciones por querer transformarse en la dueña de mis tierras cada vez se volvían más claras, ella deseaba el poder que Nayeon poseía, pero no iba a permitir que eso ocurriese, si era necesario bloquearía cada uno de sus intentos y tumbaría todos sus intentos, no habría espacio ni fuerza suficiente que pudiese llegar a rebasarme, tenía que dejar todo listo, antes de que me marchase. Francamente, eso era lo que esperaba y por lo cual me había estado preparando, por ende, fue una grata sorpresa el escuchar por la propia boca de Chan que Misuk sin siquiera molestarse en avisar, se había tomado las atribuciones de llamar a cada uno de los representes de mis tierras para una reunión.

Estaba furiosa.

Tras escuchar lo que Misuk estaba realizando no dudé en saltar de mi cama con tan solo un brusco movimiento mientras que podía sentir los ojos ansiosos de Chan completamente enfocado en cada movimiento que realizaba, como si estuviese genuinamente preocupado de que llegase a perder el control.

—¿Q~Quiere que le prepare la bañer...

—No—toscamente le interrumpí siendo más que consciente que él no tenía que cumplir aquel tipo de labor, pero que, ante los nervioso propios de mi posible reacción, no pudo evitar el cometer aquella ligera equivocación—¿Mi esposa lo sabe? —pregunté mientras que me quitaba la camiseta frente a su presencia.

—La Santa probablemente se lo debió de comentar—respondió tratando de mantener la calma.

—Llámala.

—Iré en búsqueda de la Santa—respondió demostrando con esa simple acción el querer huir lo más pronto posible de mi habitación o mejor dicho de mi presencia.

—No, llama a mi esposa—le aclaré consiguiendo que la habitación se quedase en un completo silencio—dile que se vista de la forma más elegante posible, que todo aquel que la vea no pueda evitar rendirse a sus pies—ordené queriendo que nadie, ni siquiera la princesa, pudiese estar a su altura—asegúrate que la transformen en la diosa que es—pedí con mi atención fija en las prendas que tenía en frente.

—¿Disculpe? —sonaba sorprendido mientras que yo rebuscaba entre mi armario—¿Quiere que la Duquesa participe en esta reunión? —cuestionó sin poder creer que yo realmente estuviese dando ese tipo de orden.

Francamente, no podía ofenderme ante la reacción que había tenido, mucho menos podía molestarme al escuchar la duda en su voz, era entendible su comportamiento ante la manera en que yo había excluido a mi esposa de cada una de las reuniones que tuve con los demás nobles, por mero temor de que estos pudiesen llegar a provecharse de ella. Sinceramente, no tenía ningún interés en hacer que Nayeon tuviese que hablar con ellos, odiaba la simple idea de verla interactuar con esos idiotas, pero sabía que si quería que el resto de los nobles comenzasen a verla como la Gran Duquesa que era, debía si o si el tener que enfrentarse con cada uno de esos imbéciles.

—Escuchaste bien, ¿No? —repliqué al mismo tiempo en que envolvía mi torso con una oscura camiseta, para luego meterla toscamente en el interior de mis pantalones—ve a que mi esposa se prepare, personalmente la iré a buscar—aclaré girando mi rostro para ver como sus ojos sorprendidos se desplazaban hacia otra dirección.

La Tirana del Norte [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora