Ha llegado tu verdugo

541 100 45
                                    

Advertencia; lectura gráfica, si eres sensible a la sangre o a las amputaciones, por favor, no lean este capítulo.

Pov: Myoui Mina.

Observé de manera atenta como Chan echaba su espalda hacia atrás para poder relamer sus labios con mayor comodidad, durante todo ese instante mantuvo sus ojos completamente fijos en mi rostro, se veía ansioso, entendía el porqué de ello, pero no había manera de que yo cambiase de opinión, no importaba que dijera, nada sería suficiente para hacerme cambiar de idea, así que esperaba que él mantuviese aquella aceptación que mantuvo al enterarse de lo que tenía pensado realizar. Los minutos continuaron transcurriendo, siendo el sonido del carruaje andando lo único que podía llenar nuestros oídos, en silencio, deslicé mi mirada desde su cuerpo hacia mis propias manos notando como, entre mis dedos seguía sosteniendo uno de los tantos pergaminos que me llevaría directamente a mi destino, si debo ser completamente sincera no estaba para nada nerviosa, ni siquiera preocupada, la verdad es que lo único que quería era acabar de una buena vez con todo aquel que trató y lastimó a mi mujer, deseaba detener sus pesadillas, arrancar desde la raíz todo ese maldito mal que esos bastardos habían dejado en ella, pero a su vez sabía que no debía ser impulsiva, si la caga, ya no habría vuelta atrás, así que debía hacerlo perfecto.

Rápidamente mi atención recayó hacia mi propio cuerpo, a ver... mi espada sigue atada a mi cintura, y sin siquiera preocuparme si Chan rellenaba el silencio decidí comenzar con un listado de todas las cosas que necesitaba tener para realizar la matanza, debería dejar esto acá, agregué al mismo tiempo en que llevaba mis dedos contra mis hombros desabotonando la gruesa capa para no llevar más peso de lo necesario, también me quité mi chaqueta siendo consciente que si la llegaba a manchar sería demasiado notorio que no había estado en el interior del carruaje. Francamente, lo que menos quería era recibir una ronda de preguntas por parte de los caballeros, no porque tuviese la necesidad de responder, sino más bien porque sería un completo fastidio.

—Duquesa.

Mi atención nuevamente recayó en Chan.

—¿Está preparada? —cuestionó provocando que yo simplemente suspirara—si algo sale mal, no dudé en regresar... su seguridad es lo primordial—y se estaba comportando como si fuese mi propio padre, no pude evitar sentirme fastidiada.

—Regresaré en un par de horas... asegúrate de cumplir con tu trabajo—desvié el tema central de nuestra conversación consiguiendo que él simplemente asintiese con su cabeza.

Tras asegurarme de que llevase todo lo necesario y bajo la atenta mirada del ansioso Chan decidí romper el pergamino teletransportándome violentamente hacia las tierras del Marqués Im. En un abrir y cerrar de párpado junto con el intenso malestar en mi sien, me encontré de pie en el interior de una habitación que a primeras impresiones no logré reconocer, por mero instinto caminé en el pequeño espacio directamente hacia la única ventana que estaba disponible tratando de asegurarme de que estuviese realmente en el lugar que me correspondía. Al parecer... lo he conseguido, pensé tras notar el jardín ajeno, tan peculiar como los gustos del Marqués. Con mayor tranquilidad giré mi rostro enfocando toda mi atención la habitación en la que me encontraba tratando de pensar a quién podría llegar a corresponderle este cuarto que a ni siquiera al plebeyo más pobre podría llegar a vivir. Bruscamente mi cuerpo se paralizó tras recordar el pequeño detalle que poseían los pergaminos; generalmente estos podrían teletransporte solo a donde tus ojos hayan visto o donde la persona que querías encontrar hubiese estado, por ende, si quería ir donde el Marqués, el único lugar al que podría haber llegado sería a la zona donde mayor tiempo hubiese estado mi esposa, maldito hijo de puta, pensé sintiendo como el calor envolvía mi cabeza, voy a matarte... voy a descuartizarte y de forma impulsiva caminé hacia la salida tratando de no seguir mirando el estado deplorable donde mi mujer debió haber sido criada.

La Tirana del Norte [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora