Capítulo 8: ¿Dónde?

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Charles entró directo a su baño al ver que la menor se había lanzado directamente a la cama, salió de ahí ya con la pijama puesta y fue hasta su maleta para sacar una hoodie y unos biker shorts negros.

"Onyx" movió levemente el hombro de la menor. "No puedes dormir con esa ropa, toma esta para que puedas dormir más cómoda" la menor se quejó y movió un poco pero ni siquiera contestó a lo que el castaño decía. "Esto no me puede estar pasando" se quejó al tiempo que cerraba los ojos. "Bien, te voy a ayudar pero que quede claro que no lo hago con otras intenciones" recalcó antes de buscar el borde de la playera de la más bajita y jalarla hacia arriba hasta sacarla, buscó la sudadera y se la colocó como pudo aún sin abrir los ojos. "Ahora... " murmuró con miedo antes de volver a cerrar los ojos y continuar con los pantalones; jamás había movido las manos tan rápido como lo hizo al quitar el pantalón y poner los shorts; con los ojos bien cerrados, cuando terminó se aseguró de haber puesto las prendas del lado correcto antes de acomodar a Onyx dentro de las sábanas y después hacerlo él. Toda la noche el monegasco la pasó en vela asegurándose de que la búlgara estuviera bien y no le pasara nada, sin embargo, el sueño terminó venciendolo después de una gran lucha contra él mismo para no quedarse dormido.

A la mañana siguiente Onyx despertó con un terrible dolor de cabeza, el reloj marcaba pasado de las diez de la mañana y sentía una presión extraña en el estómago. La chica abrió los ojos lentamente mientras estos se acostumbraban a la luz y cuando por fin lo hicieron se dio cuenta que Charles estaba dormido sobre su abdomen. Se quedó observándolo por largos minutos hasta que despertó.

"Buenos días ¿cómo te sientes?" Fue lo primero que dijo con voz ronca y casi en un susurro.

"Me duele la cabeza" la pelinegra se quejó, gracias a esto Charles sonrió levemente dejando ver sus hoyuelos.

"Por eso te dije que no bebieras tanto" se acercó para dejar un pequeño beso en la punta de la nariz ajena.

"¿Qué tanto pasó anoche?" El mayor la miró preocupado.

"¿No recuerdas nada?" Dijo con cierto miedo.

"Sólo unas cosas, pero definitivamente no tengo idea de cómo llegué aquí" el mayor se mordió el labio inferior.

"Tú sola llegaste aquí, después de que regresáramos del bar estaba intentando abrir tu habitación pero no me dejaste y dijiste que querías conocer la mía, te negaste a regresar así que no me quedó de otra más que dejar que te quedaras".

"Dios, perdón por eso; no sabía lo que estaba haciendo" intentó explicarse la menor pero fue imposible.

"No tienes por qué preocuparte, lo que me alegra es que haya sido yo el que te cuidó y no otra persona que podría haberte hecho daño" esto lo dijo con tanta seguridad que a Onyx se le paró el corazón por una milésima de segundo.

"Gracias, Charles" ambos se sonrieron tímidamente antes de que el mayor se acercara y le robara un pequeño pico a la búlgara.

"Entonces ¿qué dices? ¿Vamos a Mónaco con los demás?" El chico de ojos azules inquirió como un niño pequeño lleno de emoción.

"Tengo que ir a Bulgaria primero, esa ropa no se va a lavar sola y necesito empacar nueva" la menor rió levemente. "Pero sí, vamos a Mónaco" terminó por aceptar con una gran sonrisa en los labios.

"Compraré los boletos ya mismo, ve a prepararte y nos vemos en el restaurante en media hora ¿te parece?" Onyx asintió al plan de Charles y rápidamente se fue a su habitación para alistar todo.

"Un momento" dijo para ella misma cuando ya estaba a punto de cerrar su maleta. "¿En qué momento me...?" No terminó de decir lo último ya que se dio cuenta que Charles la había cambiado de ropa, su rostro se tornó tan rojo como un tomate y no pudo evitar mirarse en el espejo; la sudadera negra que tenía puesta le quedaba varias tallas más grande, afortunadamente los shorts sí lograban ajustarse bien a su cuerpo y le hacían ver una figura envidiable. Después de formular un sin fin de conjeturas sobre lo que había pasado la noche anterior o si el monegasco la había llegado a ver en ropa interior decidió correr al baño para tomar una ducha rápida y después bajar al restaurante del hotel; con la misma sudadera y shorts puestos sólo que esta vez un poco más arreglada. El pequeño dolor de cabeza lo atacó con una pastilla y compraría una bebida energética para quitarse los malestares y la sed que sentía.

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