¿Broma?

2.1K 357 114
                                    

— Oye, no da tanta risa.

Pese al tono levemente molesto de Takemichi intentando fingir indignación, no pudo evitar que una débil y un tanto insegura sonrisa se asomara en sus labios al mirar como las lágrimas se asomaban en los ojos de Baji, a su lado. Aquel maldito había comenzado a reírse de él apenas se habían subido al carro blindado y no se había detenido incluso cuando había vuelto a aparcar, quince minutos después de iniciado el recorrido.

Al contrario, ahora que ya no prestaba atención a la acera se reía con más ganas.

— Takemichi...— al fin pareció necesitar aire y luego de golpear el volante y empujar para atrás el asiento del conductor con el torso, Baji resopló, agotado.— No te viste la cara cuando notaste la pistola. Pensé...¡creí que ibas a desmayarte allí mismo!

— Me asusté, ¡como cualquier persona lo hubiese hecho, sabes!

Y de nuevo las risas.

Baji lo había literalmente amenazado con el cañón de una pistola en el costado del torso para que lo acompañara al carro y de ahí no sabía adónde; por supuesto, en ese momento el hecho de estar fugándose de su trabajo cuando su horario ya había comenzado fue lo menos dramático que se le había cruzado por la cabeza, la idea de una muerte segura y su cuerpo flotando posteriormente en el río anteponiendose a la posibilidad de un despido. Al final y presa de los nervios, pensó que su mejor opción era seguirlo para saber realmente qué tramaba porque no tenía escapatoria: si corría por la acera, le dispararía por la espalda; si intentaba entrar al local, le dispararía por la espalda y quizás hasta pondría en peligro a su supervisora.

Si se hacía el fuerte y se negaba, le iba a disparar pero de frente y en el pecho. O en la cara.

Por lo que lo mejor era prolongar su vida un poquito más subiéndose al maldito coche. Pálido, ojeroso y aterrado como hacía bastante no lo estaba, fue tomado por sorpresa apenas oyó la primera carcajada de Baji detrás del volante.

Había sido una broma.

Una broma.

¿Ese era el nivel y tipo de diversión que manejaban esos sujetos?

Una y otra vez y mientras conducía, Baji le había asegurado entre risas que no podía creer que se hubiese creído semejante estupidez. Que cómo se le había cruzado por la cabeza que iba a dispararle si Mikey lo había enviado para cuidar de él, que tenía que empezar a pensar un poco más antes de dejarse llevar por los nervios...y un largo etcétera que Takemichi oyó por la mitad.

¿Cómo se suponía que debía hacerle entender que la gente común y corriente no iba por la calle encañonando a otras personas como una broma?

Mientras Baji intentaba refrenar la nueva crisis colocando el freno de mano y apagando el motor del coche, a Takemichi no le pasó por alto que dos coches parecidos a ese aparcaban cercanos a su posición, uno delante y el otro unos metros por detrás.

¿Cuánta gente había estado siguiendo a Takemichi sin que se hubiese dado cuenta? Las infinitas posibilidades de una muerte prematura comenzaron a surcar su mente, una tras otra. Igualmente, si alguno de ellos hubiese tenido intención de masacrarlo, había habido oportunidades de sobra para hacerlo y él ni siquiera lo hubiese notado hasta que ya hubiese sido demasiado tarde.

— ¿Nunca le has disparado a nadie, Takemichi?

— ¿Eh?.— la pregunta le pareció tan irrisoria que ahora era el turno de Takemichi de reír.— Claro que no. Nunca he tenido un arma en las manos.

— ¿En serio? Bueno, mira...

— No, Baji, espera, te lo agradezco pero...

— Escucha. Presta atención.

Vanidad, mi pecado favorito  [ Tokyo Revengers ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora