Capitulo diecisiete

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Estaba junto a Sophia tratando de descifrar el motivo de porque mi madre y padre se encontraban peleando. Las dos estábamos sentadas en las escaleras — incómodas, por cierto — ella sostenía en su mano derecha su muñeca favorita, mientras yo sostenía un lindo vaquero.

—Ven — se levantó y comenzó a caminar hacía nuestra habitación, enseguida la seguí — no es bueno que estemos escuchando sus peleas — me sostuvo de los hombros —

—¿Crees que dejen de pelear? — pregunté mirándola a sus hermosos ojos cafés —

—No lo sé, pero no quiero hablar de ellos — me soltó — ¿Seguimos jugando? — asentí —

Desde que éramos pequeñas no tuvimos una vida fácil, papá tenía problemas con el alcohol, y aunque nunca nos hizo daño, era horrible, mamá trataba de siempre estar peleando con papá, además de que siempre estaba fuera de la casa.

Y aunque tuviera a papá y a mamá con vida, siempre sentí que solo éramos Sophia y yo.
Con ella podría ser yo, sin esconder nada, simplemente era yo.
Pero el tiempo hizo que nuestra relación perfecta de hermanas se fuera acabando poco a poco, claro que aún tengo esa confianza pero, ya no es lo mismo.

Esa noche después de jugar con Sophia, tenía miedo, temía a que el alcohol que tenía mi padre en su cuerpo hiciera que se desconociera y nos desconociera. Cada vez que papá ingería alcohol se comportaba extraño, era otra persona, aquel padre serio, sin sentido del humor desaparecía, y aparecía un padre feliz, con un gran sentido del humor. Pero por alguna razón, me daba miedo.

La música que tenía mi padre en el estéreo hacía que los vidrios de las ventanas rebotaran. Las pequeñas gotas de agua que caían de mis ojos mojaban la almohada y mi miedo se hacía más grande. Pero por suerte, Sophia estaba ahí.

—No pasa nada, ¿Está bien? — habló con su cabello hecho un desorden —

Asentí, pero las lágrimas seguían saliendo, y la música seguía estando fuerte. Ella fue hacia la puerta y le puso seguro.

—Listo, no podrá entrar — volvió junto a mi —  no llores, no pasará nada — me sonrió tratando de darme tranquilidad —

—¿Puedes dormir conmigo? — sabía perfectamente que Sophia odiaba dormir conmigo, ya que siempre terminaba pegándole sin querer —

Tardó unos minutos en contestar pero al final solo se acostó a un lado mío y me abrazó. Sentía como mis huesos se relajaban, las pequeñas gotas de agua dejaban de salir y unos segundos después, la música dejaba de escucharse.

PRESENTE....

Abrí los ojos y por un momento pensé que lo que había sucede con Sophia era un sueño, pero por supuesto que no era así.

Salí de la habitación y fui directo hacia la habitación de invitados, en donde se encontraba mi madre. Iba a tocar pero escuché que hablaba con alguien así que solo entré. Estába sentada en la cama mirando fijamente el suelo.

Miré la ventana y pude darme cuenta que ya era de noche, — ¿Cuánto había dormido? — me pregunté.  Me senté en la cama y esperé a que mi madre terminará de hablar por teléfono. Pero ella dijo algo en particular que hizo que mi corazón latiera con rapidez.

—Si, ella ya está despierta ahora mismo le digo — la miré a los ojos y sabía que había llorado, ya que tenía sus ojos completamente rojos —

Ella colgó y dejó su teléfono en la cama, miró el suelo y empezó a jugar con sus manos.

—¿Qué sucede? — pregunté —

Ella continúo mirando el suelo y suspiró.

—¿Qué sucede?, Me estás asustando — no quería pensar nada malo, pero su actitud me lo impedía —

¿Promesa Cumplida? - (Cancelada Temporalmente) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora