― ¿Qué extraño? ― una hermosa mujer de cabello rojo y ojos del mismo color, dijo con una aire de aburrimiento, en realidad en su línea de trabajo actual estar aburrida era algo bueno, pues eso significa que ir al campo de batalla o pelear no era necesario, pero como ella, que había vivido gran parte de su vida en los campos de batalla, de alguna manera se sentía algo solitario, una vez te involucras lo suficiente con el campo de batalla, con pelear con tu vida en la borda, y de repente eres enviada a un lugar donde no peleas, sin duda sentirte extraña era algo natural.
Ella estaba parada sobre uno de los muros que rodeaba la ciudad en la cual se encontraba, podía ver el sol meterse en el horizonte, y podía ver en la ciudad el típico ajetreo de la misma, a diferencia de las demás fortalezas esta era principalmente usado como un punto intermedio por el cual se enviaban provisiones a las demás fortalezas, era por decirlo de alguna manera las más importante de ellas, aun así, seguía estando expuesta al ataque de demonios, aunque estas últimas semanas noto una disminución inusual en los ataques, y también noto que muchos de sus camaradas se habían estado retirando, no estaba preocupada por eso, aún quedaban los suficiente hombre, tanto mercenarios como caballeros dentro de la ciudad como para repeler cualquier ataque posible.
― Tampoco he recibido ninguna noticia de las otras fortalezas al oeste. ― ella reflexiono, eso no era algo muy raro, pero tampoco era algo normal, se estaba empezando a preocupar, pero no podía abandonar su puesto, y enviar a alguien para que revisara la situación, tardaría varios días. ― Pero bueno, tal vez solo estoy preocupándome demasiado, si algo grave hubiera pasado, nos habrían avisado de inmediato.
Ella se dijo mentalmente, aunque al final del día seguía un poco preocupada.
Su cabello era corto, estaba usando una banda de color negro sobre su frente, y un cinturón de color negro, y en este estaban dos cubiertas que contenían cada una, una daga, estaba usando pantalones de color azul, pero estos más bien parecían medias, que se conectaban de alguna manera, pero dejaban expuesta un área muy importante, claro que eso no era lo único revelador de la mujer, también estaba usando algo de color rojo, que dejaba expuesta la mayor parte de su abdomen y pechos, apenas cubriendo lo necesario, y en la parte del cuello tenían un pelo esponjoso de color café, además estaba usando guantes de color negro.
― Maia-san. ― una voz la llamo ella se dio la vuelta, era un hombre, era uno de los guardias encargados de la cuidar el muro por la noche, era un cabello de cabello café con algunas canas, estaban usando una armadura ligera, y una espada en su cintura, ella conocía a este hombre, su esposa e hijo vivían en esta fortaleza, lo había visto algunas veces, diferencia de las mayoría de los mercenarios los caballeros tenían una familia, y un hogar, ella por otro lado no tenía eso, la mayoría de sus relaciones habían sido nada más que "encuentros casuales", nunca formalizo nada, y tampoco tuvo intenciones de hacerlo, después de todo su corazón le pertenecía a alguien mas, y ella dudaba que él la correspondiera incluso si lo decía, por eso se rindió. ― debería de ir a descansar.