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Capítulo 6

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¡Dios! —exclamé del otro lado de la puerta, por poco y se me sale el corazón por la boca— Ojalá y se atragante con su propia lengua, ¿quién sé creé qué es? —dije sin pensar en mi tono de voz.

—¡Ya veo que sean conocido mucho mejor! —exclamó Marcus, con una sonrisa burlona. Se encontraba sentado en una silla esperando afuera.

—¿Qué quieres decir con eso? —pregunté.

—Sabía desde un principio que esto pasaría, que se enfrentarían en cuanto se quedaran solos y pues... Me senté aquí a esperar a ver quien tendría la última palabra y abandonaría la oficina primero. Cada vez me sorprendes  más, por que mi hermano no es una persona fácil —eso no lo pongo ni en duda, es peor que yo.

—Pues creo que ya sabes, que tú querida amiga no se deja vencer fácil y menos por un hombre como tú hermano —Marcus estalló en una pequeña risa silenciosa. Se levanto de la silla y se acercó a mí.

—Ya lo sé, y también sé como es mi hermano. Y sea lo que sea, que sucediese ahí adentro ten por seguro que él no se rendirá —pues eso ya lo veremos— además, sí se dieran un tiempo para conocerse la verdad creo que sé llevarían muy bien —y este ahora se volvió loco.

—Tú podrás ver todas sus cualidades porque eres su hermano, pero creeme nunca me llevaría bien con un tipo más duro y frío que yo.

—¡Ay por favor!, sí los dos sabemos que tú eres una personas con muchos sentimientos, que te niegues ha aceptarlos es otra cosa —puede que tenga razón, pero yo seguiría en mi papel— y que tratarás de usar la psicología para hacer que se quedara solo por mí, lo dice todo.

Es increíble ver como en tan poco tiempo, Marcus me había logrado conocer bastante.

—¿Sabés qué? Mejor ve ha atender a tu hermano, capaz y este llorando en algún rincón —exclamé esbozando mi más bella sonrisa y me apresure en salir de ahí.

—El estará bien —respondió velozmente— mejor dejame acompañarte a la salida, ¿por qué me imagino que vas de salida? —repito, me conoce muy bien.

—¡Esta bien! Pero solo sí mantienes la boca cerrada —fue gracioso ver como formaba un cierre con su boca y botaba la llave del candado invisible.

¡No puede ser! Solo me faltaba esto.

Gabo se encontraba estacionado enfrente de la compañía, ¿qué estaría haciendo aquí? —tal vez me extrañaba y quiso venir a verme, si es eso es un amor, pero no podía ponerme en modo amor con mi hermano y menos después de prácticamente decirle a Marcus que tengo un agujero negro en vez de corazón al igual que su hermano.

Mire a Marcus por el rabillo del ojo y se veía totalmente anonadado. La dirección de sus ojos estaba proyecta justamente en... ¡Mi hermano! —Me quería morir de la risa, pero mantuve mi compostura y me dirigí  directamente a Gabo.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté, necesitaba una explicación.

—Vine por ti —lo sabía, me extrañaba — pensé en invitarte el almuerzo y por lo que veo llegue en el momento justo.

—Que detalle de tu parte, gracias y sí con gusto aceptó —¡aush! Dije para mis adentros. El idiota de Marcus me había pellizcado un brazo, y eso me recordó... —¡oh! Gabo, el es mi amigo y mi nuevo cliente Marcus Guileo y Marcus el es mi hermano Gabo Canceco.

—¡Un gusto Marcus! —precisó Gabo extendiendo su mano.

Pero Marcus parecía estar hay pero con la mente en otro lado, y creía saber el porque.

—¿Oye? ¿Marcus? ¡Despierta! —grite, eso al fin lo sacó de su transe.

—¡Oh Dios mío! Disculpenme, estaba pensando en esos ojos... No, no digo en el proyecto, sí el proyecto —dijo más que apenado, y con eso confirme todas mis dudas— Es para mí un gran gusto conocerlo Señor Gabo —dijo, mientras casi se le cae la baba de la boca.

Aunque como culparlo, Gabo es un hombre muy apuesto y como  no si es idéntico a mí. De piel pálida como la nieve, con ojos y cabello oscuro igual que la noche, además de que era alto y su físico había mejorado mucho en el ejército. Era mi viva versión masculina.

—Bueno que tal sí nos acompañas ha almorzar, así podrías contarme si Ivy es igual de dura en el trabajo a como lo es en casa —expresó con una risa nerviosa.

—¡Oh! Me encantaría, pero tengo mucho trabajo pendiente. Mejor vallan y disfruten de un momento de hermanos, yo veré si hago lo ¡mismo! Más tarde —replicó mientras me veía por encima del hombro, sabía que iría corriendo a preguntarle a su hermano que ocurrió en la oficina, ojalá y sí se atragante con su lengua.

—De acuerdo, te espero en el coche, no te tardes —dijo Gabo mientras se alejaba.

—¿Tu hermano es casado? —preguntó el osado de Marcus.

—No me digas que te has fijado en mi hermano —era obvio que lo había hecho, pero igual pregunté.

—Tu primera tarea sería pasarme su número ¡wua! —¿qué carajos estaba oyendo?

—¡Marcus! Es mi hermano del que hablas, y pues no esta casado, y tampoco le conozco a ninguna novia, pero el ser militar le arrebata ciertas cosas.

—¡Es militar! Hombre de buen carácter y guapo. No hables más si no quieres que me enamore —dijo sin ningún pudor.

—¡Basta!,¡basta! Antes de que me sangren los oídos, ¡por favor! Ya mejor vete a trabajar que a mí me están esperando —huí lo más rápido que pude, no podía seguir escuchando los deseos oscuros de Marcus contra mi hermano ¡no!

Gabo me llevo por comida china, el sabía que era mí favorita y me pareció un hermoso gesto. Pasamos como tres horas comiendo y hablando sobre su experiencia en el ejército, y de las duras pruebas y decisiones que tuvo que afrontar. Gabo era una persona mucho más fuerte de lo que aparentaba y no me refiero físicamente, si no mental. Aquellas experiencias no eran simple, ni mucho menos fáciles; el estar siempre al borde de la muerte y no saber sí volverás a ver a las personas que amas de nuevo, me hacían ver que él nunca a perdido esa chispa, aquella con la que encuentra esa felicidad a las pequeñas cosas de la vida y la que le permite poder amar hasta con la ultima célula de su cuerpo.

Tal vez yo no soy tan fuerte como creo.

—Fue genial, deberíamos hacerlo más seguido —dijo, y la verdad me parecía una increíble idea.

—Estoy totalmente de acuerdo contigo.

—Y dime ¿de qué hablabas con tu amigo... Marcus verdad? —pensé que ya no haría esa pregunta.

—A ver que prefieres ¿la verdad o una elaborada mentira? —dije riendo, obviamente querría la verdad.

—¡Pues la verdad claro! —exclamó mientras alzaba sus manos.

—Bueno te lo advertí. Resulta que a mi querido y guapo amigo Marcus, le pareciste de lo más atractivo, me preguntó si estabas casado y que quería tu número de teléfono —confesé, mientras me reía a carcajadas.

—¡Oh! ¿Enserio? ¿Y tú que le dijiste? —dijo intrigado.

—Pues que no estabas casado y que no te gustaban los hombres como a él —respondí, se quedo en silencio por un momento. Hasta que dejo a un lado sea lo que sea que estuviera pensando.

—Bueno —respondió sin más. Sentí curiosidad, pero no quería incomodarlo y menos después de la increíble tarde que habíamos pasado, así que preferí olvidarlo.

Ya iban hacer las nueve y me encontraba exhausta. Solo podía pensar en irme a dormir y rezaba por no despertarme hasta el día siguiente. Algunas veces todavía tenía pequeñas pesadillas, que solamente interrumpían mis sueños, pero no eran mi mayor preocupación por los momentos.

Solo rondaba por mi mente el volver a verlo, después de lo de hoy no sabía que esperar, no lo conocía, no sé su manera de actuar, ni como piensa y mucho menos como sé habrá tomado mi pequeño desafío a sus estúpidas palabras. Pero espero que halla tomado nota, por que no pretendo torcer mi brazo y menos ante él.

Presente ContinuoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora