Ilustración

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Capítulo 9

Ilustración.

¡Malditasea! Como me dolió.

Habían paso diez días desde el tedioso incidente. La doctora Kelly Nerhon fue la encargada de mi pequeña mano —creo que trató de ser lo más delicada posible, pero me dolió como el demonio— el tiempo mínimo había pasado y podían retirarme el punto de sutura. Estaba ansiosa por ello, al fin volvería a usar mi mano y eso me ayudaría a terminar mis trabajos más rápido.

Las pinzas estaban crudamente frías, el olor a medicamentos y alcohol inundaban la habitación, sus luces eran extenuantes lo cual provocaba un insoportable calor. La verdad me provocaba mucho más malestar el estar ahí, que los propios nervios de quitarme ese puntito.

La tía Mary me acompaño encantada, Gabo seguía durmiendo cuando salimos, así que preferimos no despertarlo. Era lindo verlo dormir, me alegraba que pudiera descansar de su trabajo por un tiempo, tubo momentos duros pero al fin su mente y cuerpo encontraban algo de paz.

No pasaron ni cuarenta minutos cuando ya estábamos a fuera —y gracias a Dios por que ese lugar me tenía fatigada— era temprano, me dirigí ha la oficina para seguir con los planos del proyecto. A penas eran unas pequeñas ilustraciones, todavía no encontraba la manera de poder trabajar cordialmente con Nervar sin matarnos. Después del incidente con mi mano todo fue para peor, en vez de que los muros bajaran la guardia, parecieran haberse levantado una fortaleza, la cual por ahora nadie pretendía derrumbar.

Hasta que...

—Espero no tener que repetir esto otra vez ¿de acuerdo? —dijo Marcus, se levanto de la mesa rígido como un árbol, llevando sus manos a la parte baja de su espalda— Me encantaron sus dos propuestas, debo admitirlo, pero o logran funcionar estas ilustraciones, planos o como quieran llamarle en uno solo, o... me veré obligado a desprestigiarlos frente a la prensa —sentí mi corazón detenerse por un instante, él no podría hacer eso, no a mí y ni mucho menos a su hermano, es su sangre pos Dios. Terminó siendo, una pésima idea.

La tía Mary no demoró mucho en dejarme al frente de la empresa y yo no tarde nada en llegar a mi oficina. Aparte del pequeño estudio que tenía en mi apartamento, la oficina era como otro santuario para mí; muy cómoda la verdad. Tiene un gran ventanal que da vista a toda la cuidad, lo cual la iluminaba de todo tipo de colores, sus paredes blancas daban una sensación de tranquilidad lo cual es muy importante para mí, en pocas palabras tenía un estilo Vintage Moderno.

Todavía tenía un poco del diseño industrial que es lo que generaliza prácticamente toda la compañía, pero me había encargado de ponerlo más a mí estilo, después de todo era mía.

Más tarde en sentarme que en alguien tocar la puerta. ¿Quién sería?

Fue como ver al diablo en persona.

—¿Qué haces aquí? ¿Acaso te perdiste? —exclamé, alzando las manos en manera de pregunta. Pero como siempre Nervar no mostraba ninguna reacción que no fuera seriedad.

—¿Me dejas pasar? —dijo, señalando mi oficina. Me intrigo lo que fuera a decirme, así que accedí.

—Sé directo, no tengo todo el día —me senté en el escritorio cruzando los brazos, quería hacerle entender que ese era mi terreno.

—Tranquila... Seré breve —posó sus manos en la parte baja de su espalda, mostrando su mejor postura— por lo visto cada uno ha hecho su parte del trabajado por separado, eso me ha llevado a pensar algo. Que tal... Si cada uno presenta su ilustración o visión del proyecto, y que Marcus por si mismo escoja el mejor —frunci el ceño pensando si sería buena idea— así pondremos fin a esta ridícula situación, que aparte de estúpida es innecesaria.

Mejor no respondo a eso último, porque después se va todo al carajos.

—Me parece perfecto —alcé mi mano para sellar el trato.

—Bien —que poca sensibilidad Dios, al menos estrecho mi mano.

Su rabia era notable, Marcus quería en marcha su proyecto, pero Nervar y yo se lo retrasábamos. Ahora no solo estaba en juego mi trabajo sino toda mi carrera, ¿Por qué creí que sería buena? ¡Maldita estúpida!

Tome a Nervar del hombre y lo gire a mi dirección, esta vez me escucharía.

—¡Ven acá idiota! Todo esto es tu maldita culpa —repliqué, iba a explotar y lo haría enfrente de él—Ya dejemos las idioteces a un lado y trabajemos juntos, no hay otra manera ya estoy cansada de esto. Si llego a ser arruinada por todo este maldito circo que tenemos montado, te prometo que voy... y te mato.

—¿A qué hora? —mi piel se puso fría, no supe que decir, pero ¿por qué? Mi cara de confusión fue tan obvia que prosiguió— ¿mi casa o la tuya? —seguía sin entender— ¡por dios despierta! Hay trabajo que hacer para mañana, ¿será en tu casa o en la mía que lo llevaremos acabo? —¿qué me ocurría?

—¡Oh! Este... —en su casa, a solas con el jamás. Pero en la mía mucho menos, Gabo estaba ahí no puedo llevarlo— en la oficina, no hay necesidad de ir a tu casa o la mía, el trabajo es de aquí y aquí lo terminaremos.

—Te espero aquí a las siete en punto, llegas un minuto tarde y no me haré responsable de lo que pueda hacer Marcus —nuestro ultimátum había llegado, ya no podíamos escapar.

Mordí mi lengua para no lanzar veneno.

—Aja y... ¿Ahora qué? —no me terminaba de sentar cuando ya quería huir.

Vi como Nervar alzaba la mirada de unos papeles —¿a qué le temes?

El estómago se me revolvió ante a esa pregunta.

—¿Disculpa? ¿Me perdí de algo?

—¿A qué le temes? O dejarme reformular mi pregunta... ¿Por qué me temes? —¿el creía que le temía?, me sorprende lo idiota que puede llegar a ser.

Temor mi culo.

—Seamos breves, tu buscas explicación al igual que yo —sujete mi cabello en un moño alto para ponerme cómoda— si quieres saber porque no me pasas ni con agua —alzo mi mano y lo señalo— solo mirate eres idiota engreído.

Me estaba metiendo en aguas peligrosas al hablarle así, pero debía desahogarme. Lo único bueno que podía salvar y reconocer de ese hombre es su físico de infarto.

Si lo detallamos mejor, entre Marcus y él... Nervar es más atractivo. Sus trajes formales perfectamente planchados lo hacía ver más llamativo, dejando a la imaginación el esbelto cuerpo que se esconde en ellos, su cabello negro peinado ligeramente hacía atrás jugaba acorde con sus perfiladas cejas y barba abundante. Esos ojos... No sé porque me he dado cuenta de lo intensos que son, de lo lindo que brillan cuando les da la luz y...

Dios mío él esta como quiere... Pero sigue siendo un maldito engreído y no existe atractivo que lo salve.

Se forma una leve sonrisa en su rostro —Tú no te quedas muy atrás. Los dos tenemos nuestras opiniones aunque... Las mías son más fuertes —pedazo de...

—Tratemos de llevar la fiesta en paz —digo mientras me inclino un poco hacía adelante— por el bien de tu hermano y nuestras carreras ¿sí?, solo sería más o menos un años y mientras trabajemos lo más rápido y ágilmente posible, tal vez terminemos antes y no habrá necesidad de seguirnos viendo las caras ¿ok?

No pronunció ruido alguno, lo tome como un «De acuerdo engreída»

Se hicieron las once con trece, las ganas de dormir me están acribillando nunca me sentí tan exhausta y ya se volvía tedioso convertir dos trabajos de días, a uno en solo una noche —Maldito seas Marcus.

Agradecía el silencio. No quedaron palabras que expresar después del pequeño arrebato que tuvimos. Solo podía postrar mi atención en dos cosas, mis manos... Y las suyas.

Podrá ser un idiota, pero sus trazos con el lápiz me hacen temblar hasta los dientes, incluso sus gruesas manos se ven gigantes a comparación del lápiz. Quede pensativa con la mirada fija en su trabajo y como lo hacía, hasta que deje de ser discreta.




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