Kenia.
El regaño tampoco fue tan fuerte, para qué mentir. Creo que querían intentar convencerme de la tontería que sería irme de Interrail, cuando ni siquiera habíamos solicitado la beca para que nos la dieran, pero lo haríamos por nuestra cuenta. De todos modos, el propósito no es deprimirse, es pasarlo bien con amigos, así tengamos que vivir debajo de un puente. Eso nos da igual a todos.
Les conté cómo fueron surgiendo las cosas, omitiendo detalles varios como los comentarios ingeniosos de Yael. Sin embargo, y a pesar de todo, tuvieron que hacer el esfuerzo de simplemente aceptar que lo haría porque, justo el mismo día que lo comenté, Thelma ya había reservado en cinco hoteles de diferentes países. Dijo que iba a ser sorpresa, por lo que lo único que sabemos es que comenaremos por Dinamarca y terminaremos en Francia, solamente para pasar el día.
Me ayudaron con las maletas y, sorprendentemente, pagaron cuatro garrafas de gasolina que dijeron que necesitaríamos. Ni siquiera yo los esperé esta mañana, la maañana del viaje, despiertos puntuales a las 5 de la mañana para poder despedirse de mí.
Siempre han estado conmigo, pero jamás se han demostrado de acuerdo en decisiones mías y, aunque sea ese acto, me llenó el vacío que sentía al pensar que les dejaba tirados los días de mis vacaciones.
—Ten mucho cuidado. En la mochila te he metido ropa de más, por si tienes frío o calor. Si necesitas que cojamos un avión y vayamos a dónde sea que estés, solo tienes que llamarnos. Abrígate mucho y no confíes en desconocidos. Estate atenta al móvil, responde mis llamas¡das y mensajes, siempre los ignoras. No te separes de tus amigos. —Mamá me sujeta de los hombres y me obliga a mirarla a los ojos. Sabemos que mis amigos están fuera, esperándome, pero ella se toma su tiempo.
—Inés, se tiene que ir ya. —Papá, sonriente y con alguna lágrima en los ojos, intenta que se separe para dejarme ir al escuchar el pitido del cláxon dela furgoneta que ahora es nuestra preciosa caravana.
—Por favor, ten muchísimo cuidado, Kenia. —Ignora a papá y besa mi rostro como si no me fuera a ver en décadas.
—Que sí, que sí...—Río por lo bajo y niego un poco con la cabeza. En cuanto se descuida un momento, consigo separarme de ella y caminar hacia la puerta con la mochila acuestas.
Nunca he sido excesivamente cariñosa, ni con ellos ni con nadie, la verdad. Siempre me he sentido...¿avergonzada? Cada vez que alguien me ha querido dar un beso o un abrazo. Simplemente siento que no es necesario, al igual que decir los temibles "te quiero". Soy incapaz de decirlo, como mucho lo he dicho alguna que otra vez a mis amigos, quizás alguno a mis padres... Pero me cuesta demasiado intentar decir algo tan intenso y tan importante.
Creo que para decirlo debes sentirlo de verdad, y yo muy pocas veces lo he sentido. Y cuando lo he dicho, las respuestas no han sido las oportunas.
—Suerte en tu viaje. —Me desean al unísono, como si lo tuvieran estudiado. Les respondo con una sonrisa y salgo de casa.
Lo primero que veo al salir es a Yael apoyado en la puerta del copiloto, donde e¡se encuentra Greta que, por su gesto de cara, seguro está muerta de sueño y con ganas de matar al chico con gesto divertido.
Reprimo una sonrisa y me acerco a ellos.
—Buenos días, ya veo que os levantáis con muy buen humor. —Bromeo, a lo que Greta me responde con el silencio y subiendo lentamente la ventanilla que previamente estaba bajada.
—Buenos son para mí al verte así vestida, ponte más esa camiseta, por Dios. —Yael me coge de la mano y me da una vuelta que me obliga a reír.
—Sin mares guarro. —Amplifico mi sonrisa, no sé porqué estoy de tan buen humor hoy. O quizás sí. Pueen ser unas buenas semanas.
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Cuando las estrellas colapsen
RomanceKenya y su vida monótona. Ella, cansada de estar siempre en su zona de confort, quiere salir a descubrir mundo con sus amigos en un Interrail que les va a cambiar las vidas y la forma de verlas. Jan y su vida alborotada. Él, encantado de la forma qu...