Hace muchos años, en una tierra lejana y escondida se encontraba el reino de Athania, donde los pobladores vivían en la miseria, la enfermedad y con miedo de su propio soberano, siendo torturados o ejecutados cuando no podían alcanzar a pagar el tributo exorbitante exigido por su majestad o cualquier otra de sus terribles peticiones. Fue así como muchos terminaron huérfanos, otros mutilados o muertos, si no se formaba parte de la realeza cualquiera podía ser el siguiente en formar parte de la lista de atrocidades ordenadas por el rey.
La situación era tan insoportable que hasta sus mismos caballeros estaban hartos de servir a un rey por el cual tenían que dar su vida y hacer injusticias si este así lo ordenaba, así que (en un inicio de manera clandestina) decidieron darle la espalda y pelear por el pueblo, siendo guiados por un caballero en particular, un joven rubio y de ojos azules, esposo y padre de familia de dos pequeños varones, que había orquestado el movimiento y los había llenado del suficiente valor y coraje para ejecutarlo, el nombre de ese caballero era Sísifo Vasileiou.
La batalla por la libertad fue atroz, el sonido del impacto de las armas viajó grandes distancias, la tierra que ardía en fuego se bañó de sangre, el cielo se oscureció con ceniza y el aire estuvo impregnado con la muerte por días hasta que por fin lo lograron, el pueblo ejecutó a su tirano y como líder del movimiento, Sísifo fue coronado como el siguiente rey.
Parecía que por fin el mañana le sonreiría al reino de Athania y por fin podrían florecer como tanto soñaban, sin embargo, las noticias viajaron rápido y los reinos vecinos consideraron una excelente oportunidad la conquista de Athania que se encontraba débil por el reciente conflicto interno y sobre todo bajo el mando de un rey inexperto y sin ningún aliado.
Sísifo jamás imaginó que su primer trabajo como rey sería enfrentarse contra dos fuertes reinos, el de Tesalia y Jonia, al mismo tiempo.
Los caballeros y los plebeyos dieron lo mejor de sí protegiendo lo que aún era suyo: su libertad, pero, sin importar cuanto ansiaban una vida mejor, su esfuerzo no fue suficiente contra las fuerzas de los dos grandes ejércitos rivales y desafortunadamente estaban perdiendo la batalla a pasos agigantados.
El rey Sísifo estaba acorralado, débil en cuerpo y en espíritu. Ya había perdido demasiado durante el golpe interno que lo llevó a la corona y perdió aún más resistiendo contra los conquistadores, mas no era iluso, todo por lo que había luchado se les estaba esfumando de las manos sin poder hacer nada para evitarlo.
El coraje de su tragedia y la impotencia exacerbante lo orillaron a hacer algo desesperado.
Se encomendó a las leyendas antiguas, aquellas que todos tachaban de mentiras y ridiculeces para entretener a los más pequeños, y fue al lugar donde se decía que había la mayor concentración de energía espiritual, el Gran Lago de Doiran. Marcó su cuerpo con runas ceremoniales que le rendían tributo a los dioses de la antigua religión, aquella que estaba casi olvidada pues sus practicantes fueron diezmados, y así se sumergió en las aguas cristalinas del lago y rezó, pidiéndole a los dioses que le dieran su fuerza a cambio de su alma y algo más. El agua a su alrededor se volvió roja cuando vertió unas cuantas gotas de su sangre y después se tornó como una luminiscencia dorada que se fundió en el cuerpo de Sísifo, marcando todo su cuerpo con los dolorosos sellos de la antigua religión en carne viva. Gritó su agonía con la boca y los ojos abiertos de manera desmesurada, de donde salía aquel resplandor que le quemaba hasta el alma. Cuando su cuerpo no pudo soportar más con aquella tortura cedió y cayó inconsciente en el lago para hundirse en sus profundidades.
Más ese no era el fin del rey...
Al contrario, era su inicio.
Sísifo surgió del agua como un hombre renovado, con su belleza intacta y con algo que no tenía antes, en su mente se alojó un idioma muerto, con el cual podía hacer encantos que podía cumplir usando el poder con que el que se había vuelto uno: La magia, un poder sin igual que lo diferenciaba de forma exponencial contra cualquier otro, era verdadera, y con ella podía hacer hasta las cosas más inimaginables.
Con el gran poder de la magia, Sísifo apoyó a los caballeros que le quedaban, luchó contra sus enemigos envolviendo a sus ejércitos con tinieblas e invocó a temibles criaturas que muchos creían eran el producto de pesadillas para que le sirvieran en la pelea y ganó la batalla contra los dos reyes que buscaban someterlos, obteniendo el derecho legítimo sobre sus tierras, Athania seguiría libre y se volvió aún más grande y poderoso con el anexo de Tesalia o Jonia.
La victoria fue épica y memorable.
El joven rey inexperto se había vuelto una leyenda en tan poco tiempo, Sísifo había ganado el respeto y el temor de los otros reinos, pero su familia pereció entre sus recientes luchas, su esposa fue ejecutada durante el golpe de estado contra el antiguo rey y sus hijos murieron durante la invasión, y aunque le dolió su perdida, al final el sacrificio de su familia fue uno de los más grandes pilares que sostuvieron al reino en su prosperidad, la cual llegó mucho más pronto de lo que muchos imaginarían.
El pueblo floreció, los cultivos daban buenas cosechas, había comida, agua abundante, trabajo y los pobladores podían vivir una vida cómoda sin tener que preocuparse por los ridículos impuestos que alguna vez tuvieron que pagar, tenía una vida cómoda y digna, algo que muchos de ellos jamás pensaron conseguir.
Athania era un reino envidiable.
En todo el reino solo había dos reglas que no debían ser rotas y esas eran la entrada y salida de ninguna persona sin la autorización previa del rey, cualquier intrépido que pusiera un pie dentro o fuera de Athania sin el visto bueno de su majestad sufriría la pena máxima, la muerte. Se podía considerar esa medida como algo extremista pues el reino quedaría aislado del resto del mundo, sin embargo, a los pobladores de Athania no les faltaba nada y no tenían motivos para buscar algo en el exterior y estaban tan complacidos con el rey que consideraban que esa ley estaba impuesta por la seguridad del reino y, por ende, para la de ellos mismos.
Nadie se atrevía a cuestionar los dictámenes del rey que les había dado una mejor vida, ni tampoco cuestionaron que con el paso del tiempo este no envejecía ni un poco gracias al poder de su magia, fue así como gobernó por más décadas de lo que cualquier rey del mundo alguna vez había logrado, era tanta su longevidad que era un misterio el número de años exactos que había recorrido. Sísifo vio como con el paso del tiempo su reino se volvió el más exitoso de todos gracias a su magia y a sus propias conquistas que lo llevaron a la autosuficiencia, y gracias a los cantos de sus sacrificios y hazañas que se transmitían de generación en generación entre sus pobladores lo hizo ser un rey muy amado por sus súbditos.
Habían pasado más de 100 años usando su hermosa corona cuando volvió a casarse con una mujer joven, una súbdita de cabellos lilas y hermosos ojos aguamarinos, más verdes que azules, quien le dio dos hermosos hijos, Aioros y Aioria, los príncipes que nacieron para ayudarlo con su legado y que serían una pieza clave para mantener la prosperidad del reino de su padre cuando más los necesitara.
Esta es la historia del mayor de los príncipes.
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El poder de las líneas carmesí / AiorosXShura
FanfictionAioros es el hijo mayor del rey de Athania, quien gracias a su magia ha preservado la prosperidad de su amado reino durante su largo mandato, sin embargo, esa prosperidad tiene un costo. Al ser un príncipe tendrá que tomar la decisión entre sacrific...