VIII. El ojo violeta

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—Tus conjuros siguen teniendo la misma frase de siempre.

Sísifo realizaba su nuevo conjuro junto al lago mientras Cid se vestía con la indumentaria de los caballeros de Athania, podía sentir los ojos violetas sobre su persona. Sus ojos volvieron a brillar de dorado y cuando abrió la palma de su mano apareció un nuevo cuervo. —Así que recuerdas la apertura de mis conjuros...

—Un poco, a veces agregas otra frase antes o después, pero hay una que siempre se repite. —El pelinegro asintió mientras acomodaba la túnica color guinda sobre la cota de malla y abrochó su cinturón con el que sujetaría su espada a la altura de la cadera. —No tengo idea de lo que dices, pero siempre se escucha igual.

Sísifo sonrió para sí mismo cuando un calor agradable se alojó en su pecho, siempre adoró lo observador y atento que Cid era hasta con los más mínimos detalles. — "Desde las raíces hacia las lunas". —Cuando obtuvo un silencio como respuesta volteó a ver a Cid con un nuevo cuervo en la palma de su mano al cual acarició, disfrutando de la suavidad de su plumaje negro azulado, un color que siempre había encontrado fascinante. —Eso es lo que significa. —Ante el nuevo silencio de Cid, volteó a ver al lago. —Fue lo primero que me enseñó el lago después del primer sacrificio... —Entrecerró la mirada mientras recordaba aquel momento de su lejano pasado, había tenido múltiples interacciones con al lago, en sus aguas había visto cosas, le susurraba palabras, incluso había sido víctima de sus burlas. —A veces creo que el lago me considera su juguete.

—Quizás todos los somos. —Cid murmuró por lo bajo para sí mismo y después desenvainó la que sería su espada para blandirla, cortando el aire con su filo letal, hizo unos cuantos movimientos para poner a prueba el arma, la distribución de su peso la hacía fácil de manejar, una vez que le dio su visto bueno la regresó a la funda.

Esta vez quien guardó silencio fue el Rey, quizás y el pelinegro tenía razón.

Cid continuó con su labor y tomó el casco que esperaba por él, pero frunció su ceño con desaprobación. —Este no es mi casco.

—¿Acaso importa?

—Si... Una presencia intimidante siempre es buena herramienta. —Lanzó al suelo el casco que había descartado. —Además no quiero cualquier casco, quiero el mío.

Sísifo suspiró derrotado. —No necesitas tu casco para ser intimidante, pero está bien, te lo daré una vez que termine con esto. —No quería batallar con él por un capricho, le convenía darle gusto, después de todo lo necesitaba cumpliendo su servicio. —¿Hay algo más que necesites? Recuerda que no estoy en un momento en el que pueda despilfarrar la magia por tonterías.

—Pues deberías... —Tomó de las riendas del caballo que Sísifo había creado para él y acarició suavemente su pelaje con el propósito de crear un vínculo con el animal que le serviría de transporte. —Tus hijos siempre han sido el sacrificio para obtener lo que quieres y está vez están desaparecidos, si no los recuperas en las condiciones en las que los necesitas para el ritual perderás tu poder y tu vida, todo... —Dejó de acariciar al animal para encontrarse con los ojos de su rey, quien tenía la mirada perdida en el suelo. —Deberías aumentar tus apuestas.

—Ya lo hice, mi apuesta eres tú, todo esto... —Extendió los brazos para señalar a su alrededor. Sabía que Cid estaba siendo lógico, pero definitivamente no quería desperdiciar demasiado de su magia, la barrera que rodeaba su territorio ya consumía demasiado poder, además temía estar cerca de su límite pues las cosas con Shura no fluyeron con normalidad, su primer ritual para controlarlo se interrumpió, y cuando por fin lo logró algo debió de haber salido mal pues nunca se presentó con sus hijos en aquel lago, quizás su hechizo se había roto y ahora estaba ayudando a sus hijos a huir, o quizás sus hijos lo habían matado, habían huido y actualmente se encontraban perdidos en el bosque. Respiró profundo, no tenía idea de lo que había pasado y mucho menos de lo que podía suceder. —Quiero manejar esto de la forma más discreta posible así que recuerda que no quiero que causes alborotos.

El poder de las líneas carmesí / AiorosXShuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora