Zack
Una llamada me despertó luego de un largo sueño, era esa dulce y tierna voz proponiendo un nuevo encuentro entre nosotros en una hora, a lo cual acepté instantáneamente.
Terminé la llamada antes agregando "te amo" mientras miraba a la chica que se encontraba en mi cama en ese momento, acariciando su mejilla y jugueteando un poco con su pelo, seguramente había quedado tan agotada que una vez desplomada no iba a despertar ni con un terremoto.
Es por eso que aproveché para vestirme y salir de la habitación hacia mi nuevo destino, o mejor dicho... hacia "otra ronda". Llegando al cabo de un rato, siendo que la chica que me esperaba me recibió con sus brazos abiertos, aunque no mucho después sus brazos no eran los únicos extendidos de par en par.
Desde hace mucho había tenía sexo con muchas chicas, por suerte no había contraído ninguna enfermedad, sin embargo... este juego cada vez más se convertía en algo repetitivo y aburrido... pues las chicas eran demasiado crédulas a mis palabras, sólo debía repetir eso que tanto anhelaban escuchar y ya las tenía en mi cama.
Pero nunca hay tiempo para que algo como el amor llegase a nacer y lamentablemente acababa destrozando sus pequeños e inexperimentados corazones. Aunque no era culpa de ellas el ser tan ingenuas.
Es por eso que el acostarme con alguien sólo se había convertido en una búsqueda de placer, era gracias a ello que nunca formalizaba mis relaciones, nunca sentía "las mariposas en el estómago", o "el acelerado palpitar del corazón", lo que me llevaba a cuestionarme si algo como el amor realmente existía o si sólo era una absurda fantasía para que las personas se sintieran menos vacías, ya que, por ejemplo, mis papás sólo se la pasaban discutiendo, nunca logré entender porqué se habían casado, parecía como si se odiasen todo el tiempo. Supongo que ellos lograron entender que no funcionaría llevando la situación al divorcio, quedándose con la mayor parte de la custodia mi mamá.
Quedándonos en la casa donde me había criado y yéndose mi papá a vivir muy lejos de ahí. A partir de ese punto no le volví a ver, aunque no es como si realmente me hiciera falta, se había ido cuando yo tenía unos cinco años, por lo que mis recuerdos no eran del todo claros.
En fin, unos minutos después de acabar la chica se quedó profundamente dormida, tal como la anterior, así que aproveché esto para vestirme e irme a casa.
Al día siguiente, asistí al instituto, iba caminando un tanto distraído, por lo que mientras iba por los pasillos, choqué accidentalmente con un chico que parecía mayor, sus gafas se cayeron y se rompieron ya que uno de los libros que llevaba en sus manos cayó sobre ellas. Los demás simplemente se esparcieron por el suelo.
Intenté ayudarle a recoger el desastre, pero inmediatamente apartó con su mano la mía.
—Apártate, puedo recogerlo yo solo. —dijo con un tono y una expresión muy serias.
—¡¿Eh?! ¡¿Acaso quieres pelea?! —pregunté colérico.
Él sólo volteó a verme con las misma seriedad de antes, aunque luego de verme bien se sorprendió, y quién sabe si habrá querido decir algo más, pues el sonido del timbre le impidió decir palabra alguna. Y ya que al parecer mi ayuda no era necesaria opté por irme a mi salón de clases.
Al llegar Harry, mi mejor amigo, ya me esperaba, yéndose corriendo a abrazarme.
—¡Zacky, cariño! —exclamó con un irritable tono de voz, por lo que le golpeé en la cabeza antes de que pudiera abrazarme
—¡¿Qué demonios te ocurre imbécil?!
Parecía tener una expresión de dolor mientras se acariciaba el lugar donde le golpeé.
—Oye, sólo era una broma. Aunque... ¡me hiciste esperar! Normalmente llegas antes que yo, me tenías preocupado. ¿Qué te ocurrió?
—Sólo choqué con un tipo que llevaba gafas y dejé caer mis cosas accidentalmente, debía recogerlas.—respondí acariciando mi nuca mientras fruncía un poco el ceño.
—¡Qué torpe! —exclamó entre unas burlescas carcajadas antes de que le diera otro golpe—. Eres muy brusco Zacky, a este paso me dejarás tirado en el suelo convulsionando de tanto maltrato.
—Espero que tengas seguro médico entonces. —dije mientras reía un poco.
—¡Idiota!—exclamó antes de sacar la lengua, algo demasiado inmaduro por su parte.
Harry era un buen tipo, cómico, agradable, caballeroso. Era como el príncipe azul de muchas chicas, sin embargo éste sólo tenía ojos para su novia, Samantha, una chica terriblemente obsesionada con las relaciones entre hombres.
El día había pasado volando, íbamos a la última clase cuando el consejo estudiantil se hizo presente, llegaban a dar una aburrida charla programada desde hacía unos días. Parecía estar presente todo el consejo estudiantil, aunque si no fuera por las chicas susurrando no me habría dado cuenta de que el presidente no estaba ahí. Aunque no era como si me importara realmente, ni siquiera recordaba su rostro a pesar de que era popular entre las chicas, aunque ninguna parecía tener intenciones de declararse. Pues los rumores decían que una vez una chica se había declarado, y que él fríamente le dijo que era gay y que ya le gustaba otra persona. Así que las chicas no hacían más que mirarle de lejos, pues todas no se cansaban de repetir lo "atractivo" que era.
Estaban por dar inicio a la charla cuando llegó el presidente, al voltear a ver quién era no podía creerlo... ¡era el chico arrogante de más temprano! Podía identificarlo, aunque obviamente no llevaba sus gafas y estaba algo alborotado.
Al terminar ya era hora de regresar a nuestras casas, Harry era mi vecino, así que siempre íbamos por la misma ruta. Al llegar me despedí de él y entré a mi casa.
—¡Estoy en casa! —anuncié esperando escuchar la voz de mi mamá, sin embargo ella no respondió, era extraño, ella siempre estaba en casa.
No le dí mucha importancia, así que retiré mis zapatos y los dejé en el armario de la entrada, y puede que se entienda como una costumbre asiática para sentir frescura o libertad el quitarse los zapatos al entrar, pero mi mamá lo hacía simplemente porque estaba obsesionada con mantener la casa limpia. Al sacar unas pantuflas noté unos zapatos que evidentemente pertenecían a un hombre. Lo que me hacía preguntarme si mi mamá estaba saliendo con alguien y no me había mencionado nada.
No le di más vueltas al asunto, me mataba la curiosidad, por lo que fui a la sala de estar. Ahí se encontraba mi mamá y un chico, el chico volteó chocando ambos nuestras miradas y sorprendiéndonos al hacerlo, ¡¿qué diablos hacía el presidente en mi casa?!
—Oh, al parecer ya se conocen. —dijo ella en un tono de satisfacción mientras sonreía.
—Para nada, sólo mantuvimos un contacto de unos segundos hoy, lo suficiente para saber que es un imbécil.—aclaré.
—¡Zack! —exclamó mi mamá—. No deberías hablarle así a tu nuevo maestro de clases particulares.
¿Qué?
—No necesito tutorías privadas. —respondí en un tono serio.
—¡Claro que las necesitas! Tus calificaciones son pésimas, y cada vez van empeorando más. Pero este chico es tan amable y solidario que él mismo se ofreció a darte clases particulares. Por si no alcanzaron a presentarse su nombre es Peter. Ahora sube con él a tu habitación que no tiene todo el día.
Mi madre parecía molesta, así que sólo cumplí su orden y llevé a Peter a mi habitación.
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Quien Cae En El Juego Del Amor Pierde (Yaoi/BL)
RomanceUna historia fuera de lo cotidiano sobre un chico terriblemente obsesionado del sexo por placer con chicas tomando sus relaciones como un juego sin saber qué es el amor de verdad, hasta que un día todo cambia cuando un chico totalmente contrario a é...