Capítulo 4

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—Oye, ¿Qué pasa? —el susurro de Keiko sacó a Anne de sus pensamientos. La pobre pelinegra comenzaba a arrepentirse de haber ido a por el chico del sombrero de paja tan rápido y todos sus miedos e inseguridades la atacaban al mismo tiempo.

—Nada —dijo simplemente y se dio la vuelta en su lugar logrando robarle un "oye, oye" a Sato— ¿Saben? Tal vez no es necesario hablar con él ahora, puedo esperar un poco más, vámonos.

Quiso dar un paso al frente y retirarse pero su amigo rubio no la dejó y en su lugar tiró de ella para que finalmente entrara a la habitación y el francotirador de los Sombreros de Paja cerrara la puerta.

—Insististe en venir a verlo, no te vas a acobardar ahora. ¿O es que le tienes miedo? —jugueteo con ella.

—Nee-chan, ya estamos aquí. No hay nada que nos asegure que volveremos a encontrarlo pronto, el mar es impredecible y tenemos un trabajo en espera. ¿Por qué no aprovechas esta oportunidad?

Anne agachó la cabeza, sabía que ellos tenían razón, no podía huir ahora. Esa no era ella. Aun así sintió sus mejillas calentarse un poco, agradeció llevar aún su capucha y el pañuelo para que nadie la viera en ese momento. Finalmente suspiró y levantó la cabeza.

Dió un paso al frente y retiró su túnica, la que había puesto sobre su típica ropa para poder cruzar el desierto, al igual que toda la ropa extra que llevaba para luego doblarla con cuidado y guardarla en su mochila, sus amigos hicieron lo mismo. Aun así su cabello cubría un poco sus rasgos.

Estaba por guardar la túnica de Sato cuando de repente una espada apunta directo a los tres, el espadachín peliverde pareció reconocerlos y no se veía muy feliz.

—Oigan, idiotas, ¿Por qué atraen a cazarrecompensas hacia nosotros? ¿Es que de verdad pueden ser tan inútiles?

—Dijeron que sólo querían hablar con Luffy y que era importante —se defendió Usopp—. ¿Son cazarrecompensas? No dijeron eso.

—Somos K.A.S, somos mercenarios, no cazarrecompensas —empezó a explicar Anne

—Es lo mismo —interrumpe el espadachín.

—No, no es lo mismo, estúpido cazador de piratas. Y como le dije a Usopp-san, solo quiero conocerlo y hablar con él, es importante. No tiene nada que ver contigo —continuó la pelinegra.

—Tiene que ver con mi capitán, tiene que ver conmigo. ¿Por qué no empiezan presentándose? He escuchado sobre ustedes y nadie dice nada bueno.

—Oye, marimo, cálmate un poco y deja de apuntar a las señoritas con tu sucia espadita. Solo quieren ver a Luffy. No harán nada —intervino el cocinero.

—¿Ah? ¿Y cómo puedes estar tan seguro? —la molestia se notaba en su voz.

—Porque pudo matarme en cualquier momento camino aquí y no lo hizo. Son más hábiles de lo que crees.

—Tampoco se hablaba muy bien de ti en el mar del este —tomo la palabra la chica de cabellos naranja.

—Nadie habla bien de los marginados —habla Keiko con una suave sonrisa en su rostro—. Si te deja más tranquilo puedes tener nuestras armas mientras esperamos que despierte tu capitán —propuso extendiendo su arco y su espada. Las miradas de sus amigos decían que no estaban del todo de acuerdo con su idea pero aún así dejaron a un lado sus armas también—. Estaremos en esa esquinita ¿Si?

—¿Qué es eso tan importante que tienes que hablar con Luffy? —se animó a preguntar el francotirador.

—Como dije antes, no es de su incumbencia —respondió Anne.

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