Caso 002, Parte 1: Cuidador

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San Tlán de los Cantos, México.

Entre cantos desarmonizados, los cuatro estudiantes de la Academia Señora de Lindavista, una formación católica con distintas especialidades académicas, tenía a las siete de la mañana con sus uniformes negros azulados impecables, cabellos recogidos, zapatos boleados hasta estar brillantes y rostros adormilados a sus estudiantes mientras estos murmuraban los cánticos de la misa mientras el padre hacia la ofrenda de la hostia.

Los grandes vitrales azulados con tonos de morados, los arcos puntiagudos, las cruces gigantes en las paredes iluminadas por pequeños focos amarillos, los ornamentos de oro por todas partes, pero especialmente en el sagrario.

Los barrotes de piedra, las pinturas de Jesús en colores vivos, las estatuas de las vírgenes rezando, todo eso mezclado con imágenes de hace un mes pasaron por los estudiantes.

La adrenalina al correr por el bosque, el terror de no ver a nadie más en la entera ciudad, la sensación de aquella mano, tocar su piel y sentirse como que traspasaba hasta sus pulmones llenándolos de ardor.

La sensación efímera de estar tan cerca de morir y no haberlo hecho.

Cuando fueron encontrados lucían raspones, sangrados, estado de hipotermia y shock. Los cinco estudiantes fueron llevados al hospital San Madero y se les siguió una pequeña entrevista sobre lo que había pasado. Ninguno de los estudiantes respondió una de las preguntas de los oficiales. El caso de lo que había pasado ese 17 de octubre se quedó irresuelto y cerrado.

Las Academias mandaron dos comunicados, el primero se trataba de uno general para sus estudiantes que residían en los dormitorios o asistían a la academia, fue un simple aviso de toque de queda y seguridad, pero el segundo, fue enviado a los estudiantes que desaparecieron por cinco horas de la fiesta que una alumna de la Academia Garza estaba haciendo en su casa. Era un mensaje corto con la signatura y logo de la academia, en este sólo decía que se tomarán el tiempo necesario para volver a sus estudios y que nada de eso afectaría sus calificaciones. Sin embargo, a la semana los estudiantes volvieron a asistir a sus respectivas academias. Nada fuera de lo normal sucedió con ellos, sus compañeros rumoreaban lo que podía pasar y los utilizaban como ejemplos de no haberse cuidado bien por los padres.

Cada estudiante volvió a ser quien solía ser. La mejor estudiante y cantante principal en los coros de la misa, el líder del equipo de fútbol Leones de la academia, el payaso del salón, o a pasar desapercibida. Como si nada hubiera pasado, a los ojos de los demás estudiantes de la academia, los chicos volvieron como si nada.

[7:19 a.m, 14/11/2022] Aurelia Montealvaréz: ¿Hoy a las 12 en la primaria?

Caél fue el único que, al momento en que sus pequeños ojos, cafés casi negros, se encontraron con los cafés verdosos de Aurelia, formaron arrugas a lado de ellos al haber sonreído.

Estaban en México, la mayoría de las personas tenía ojos cafés que si se veían a simple vista podrían parecer iguales, pero cuando te les quedabas viendo por bastante tiempo podías encontrar diferencias o sensaciones.

Aurelia creía en la magia de la mirada, en que los ojos de las personas eran como una descripción corta de la persona, decían de donde eran, a donde iban, que querían, que odiaban y quienes eran, sin embargo, los ojos de Caél siempre le causaban conflicto, tan oscuros que el iris desaparecía, tan profundo que daba náuseas mirarlos demasiado tiempo, porque mareaba ver a la nada, eso era, estaban vacíos, como si nada existiera dentro de ellos, como si no fueran sus verdaderos ojos y sólo fueran esferas o sustitutos de ojos.

Aurelia quitó la mirada de Caél y la posiciono en Thiago, que se encontraba dormitando mientras sus amigos a sus lados bromeaban. Sofía jugaba en su celular en las bancas del final, donde no había nadie que pudiera verla.

EL DISCURSO DE MICTLÁNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora